Dilma Rousseff consolida una amplia base de apoyo legislativo

Una alianza pol¨ªtica, formada por nueve partidos, le ha proporcionado a Dilma Rousseff en las ¨²ltimas elecciones una de las bases de Gobierno m¨¢s s¨®lidas de la democracia. Entre las dos C¨¢maras se cuentan entre sus aliados, por lo menos, 305 de los 513 diputados federales y 53 de los 81 senadores: el 60% del total. El apoyo a la presidenta es menor que el que le brindaran en su estreno ¡ªal comenzar su primer mandato, en 2011, eran 11 los partidos aliados, con 373 diputados y 62 senadores¡ª pero, a¨²n as¨ª, Rousseff cuenta con la mayor base que cualquier otro presidente brasile?o.

Ese apoyo del 60% en la C¨¢mara y del 65% en el Senado deber¨ªa ser c¨®modo para cualquier Gobierno, pero, parad¨®jicamente, el de Rousseff est¨¢ lejos de eso: la presidenta tiene la base m¨¢s inestable desde la vuelta de la democracia en 1989, seg¨²n datos del Centro Brasile?o de An¨¢lisis y Planificaci¨®n (Cebrap).

Las dificultades que la presidenta enfrentar¨¢ a partir de ahora en el Congreso Nacional ya se hicieron evidentes el 5 de noviembre pasado. Once d¨ªas despu¨¦s de su derrota electoral, el senador A¨¦cio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), pronunci¨® un discurso en un Senado al completo y escuch¨® las alabanzas tanto de los opositores de Rousseff como de los que se supon¨ªan defensores del Gobierno. Aquel d¨ªa, grandes nombres de la pol¨ªtica brasile?a declararon su apoyo al conservador.

El gesto se repiti¨® con senadores de partidos de la base aliada. ¡°Es como si la victoria de Rousseff hubiese sido anunciada entre abucheos. Su Excelencia [Neves] no gan¨® las elecciones pero se liber¨®. Quien va a tener que pagar esa cuenta [de gastos altos] es quien ha hecho un striptease moral en la plaza p¨²blica y ha destruido la econom¨ªa de este pa¨ªs¡±, dijo Magno Malta, del Partido Republicano (PR).

"Es como si la victoria de Rousseff hubiese sido anunciada entre abucheos", dice un legislador

?Cu¨¢l es, entonces, el tama?o real de la base de apoyo de Dilma Rousseff en el Congreso? Las votaciones del final del primer mandato pueden ofrecer una idea aproximada del desaf¨ªo que afronta la presidenta. Dos d¨ªas despu¨¦s de ganar las elecciones presidenciales, la C¨¢mara derrib¨® el decreto con el que el Gobierno pretend¨ªa crear consejos populares, una herramienta de consulta ciudadana para definir acciones pol¨ªticas, que solo fue apoyada por el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Comunista de Brasil y los opositores izquierdistas del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Teniendo en cuenta esa votaci¨®n, Rousseff tendr¨ªa garantizado el apoyo de s¨®lo 80 diputados hasta 2018.

Si el term¨®metro para medir su respaldo fuese la votaci¨®n que permiti¨® al Gobierno aprobar el Presupuesto de 2015, el escenario tampoco es muy alentador: apenas 240 de los m¨¢s de 350 supuestos aliados permanecieron del lado de Rousseff. Datos del Cebrap muestran que los nueve partidos que apoyaron la reelecci¨®n de la presidenta brasile?a votaron un 66% de las veces seg¨²n las orientaciones del Ejecutivo.

Rousseff tendr¨¢ que estar dispuesta si pretende llegar ilesa al final de su segundo Gobierno

Aunque el primer presidente elegido democr¨¢ticamente tras la dictadura, Fernando Color de Mello (1990-1992), tuviese una base bastante menor ¡ªde 160 diputados, seg¨²n las cuentas del Departamento Intersindical de Asesor¨ªa Parlamentaria (Diap)¡ª el actual senador contaba con un 92% de fidelidad en 1992, a?o en el que se vio obligado a renunciar a la presidencia por un caso de corrupci¨®n del que a?os despu¨¦s fue absuelto.

El expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva tuvo el apoyo de sus aliados en el 79% de las votaciones en 2005, cuando vivi¨® su peor crisis durante otro esc¨¢ndalo de corrupci¨®n conocido como mensal?o (aumentativo de mensal, mensualidad).

Rousseff comenz¨® el Gobierno en 2011 con una tasa de disciplina de los aliados del 89%, un porcentaje que fue cayendo a?o tras a?o. Es por este escenario que la presidenta se sumergi¨® en complejas negociaciones para satisfacer a los partidos aliados durante la formaci¨®n del nuevo Gobierno, a¨²n a riesgo de desagradar a muchos de los electores que le concedieron la victoria en las presidenciales de noviembre.

Desgastada ya por designar a un economista ortodoxo, Joaquim Levy, para liderar el Ministerio de Hacienda, Rousseff fue tambi¨¦n criticada por la elecci¨®n de buena parte de los nuevos miembros de su Ejecutivo.

Esa ingenier¨ªa para garantizarse apoyos ser¨¢ decisiva para asegurar la tranquilidad del Gobierno que enfrentar¨¢ una oposici¨®n alimentada por 51 millones de votos en un escenario econ¨®mico turbulento. Si Rousseff no tuvo paciencia para agradar a los aliados en su primer mandato, tendr¨¢ que estar dispuesta en este si pretende llegar ilesa al final de su segundo Gobierno.