¡°Nunca olvidar¨¦ los gritos de mi hija envuelta en llamas¡±
La madre de un joven de 20 a?os rociada con queroseno relata su muerte
¡°Nunca olvidar¨¦ esos gritos de dolor. Eran de mi hija pidi¨¦ndome ayuda. Yo estaba poniendo la ropa a secar en la terraza y baj¨¦ tan r¨¢pido como pude. La vi completamente envuelta en llamas. Tras un tiempo que me pareci¨® eterno logr¨¦ apagar el fuego con agua¡±, cuenta llorando Kurasan Bibi, mientras ense?a sus manos quemadas. Su hija, Shama (nombre ficticio), de 20 a?os, muri¨® el pasado 26 de diciembre tras ocho d¨ªas luchando por su vida en el hospital a donde fue llevada en Varanasi, en el norte de la India, despu¨¦s de que tres hombres que llevaban tiempo acos¨¢ndola la rociaran con queroseno y le lanzaran un f¨®sforo. Su muerte ha vuelto a sacudir las conciencias en India sobre la violencia contra la mujer.
El padre de Sabina, Mohammad Amin Baba, un sant¨®n musulm¨¢n, volv¨ªa de recoger plantas para alimentar a sus cabras cuando vio a los tres agresores salir corriendo de su casa. La familia llev¨® a Shama al hospital m¨¢s cercano, a dos kil¨®metros. All¨ª, la v¨ªctima declar¨® ante la polic¨ªa. ¡°Por unos d¨ªas parec¨ªa que mejoraba, pero despu¨¦s muri¨®. Las quemaduras le cubr¨ªan todo el cuerpo, salvo la cara y el torso¡±, explica su padre, con la mirada perdida. En los tres d¨ªas siguientes al crimen los agresores fueron arrestados.
Shama iba muy bien en el colegio, explica Amin Baba. ¡°Pero tuvimos que sacarla y ponerla en una escuela de costura porque la suya estaba lejos y en el camino de ida y vuelta empez¨® a ser acosada por tres hombres de entre 30 y 45 a?os. Se sent¨ªan impunes porque les proteg¨ªan los polic¨ªas del puesto m¨¢s cercano, a unos 100 metros de la casa¡±, asegura.
La familia de Shama y grupos de derechos humanos aseguran que denunciaron el acoso varias veces a la polic¨ªa. En un comunicado de una ONG de vigilancia de los derechos humanos se asegura que el 13 de junio de 2014 la joven escribi¨® al superintendente de polic¨ªa de Varanasi para relatarle uno de los ataques. ¡°Me arrancaron la dupatta (pa?uelo que usan las mujeres en India) y empec¨¦ a gritar para salvar mi dignidad. Me rompieron la ropa y logr¨¦ escapar hasta mi casa. Inform¨¦ a mis padres y fuimos a la estaci¨®n de polic¨ªa de Sigra, donde pusimos una queja, pero no pas¨® nada porque los culpables son muy pr¨®ximos a los oficiales de all¨ª¡±.
La madre de Shama no deja de mirar el lugar donde dorm¨ªa su hija. La ¨²nica fotograf¨ªa que tienen de ella es su carn¨¦ de la escuela, donde aparece con una sonrisa inocente y dos largas trenzas.
La familia vive en un barrio musulm¨¢n pobre en Varanasi. Los ingresos del padre se limitan a las donaciones que recibe a cambio de las bendiciones que da en su peque?o cuarto, en el que apenas caben dos personas sentadas. S¨®lo una bombilla interrumpe la oscuridad de la casa, de tres habitaciones. Sobre una pila de ladrillos calientan un poco de leche. En el peque?o patio central juguetean las cabras. Toda la familia, compuesta por los padres y tres hermanos, dos de ellos casados con hijos, duerme en esterillas, en el suelo.
¡°Demandamos que las autoridades pongan remedio inmediato a los problemas de acoso de las mujeres y que los hospitales sean m¨¢s eficientes en tratar estos casos¡±, reclama Dhananjay Tripathi, miembro del grupo de unos 40 ciudadanos que se ha movilizado en apoyo de esta familia y que durante esta semana protestar¨¢ por ella en las calles de Varanasi, la ciudad m¨¢s sagrada del hinduismo.
La activista Laxmi Saa, la cara m¨¢s visible de las v¨ªctimas por ataques con ¨¢cido, asegura que las mujeres siguen siendo muy vulnerables a estos cr¨ªmenes en India, aunque las leyes han cambiado. En 2013 por una iniciativa de su ONG, se regul¨® la venta de ¨¢cido, pero no de otros qu¨ªmicos, entre ellos el queroseno con el que rociaron a Shama. ¡°Estas sustancias siguen siendo muy accesibles y los hombres atacan a las mujeres como venganza por rechazarlos o por problemas entre familias. Su intenci¨®n es desfigurarlas para arruinar sus vidas¡±. La activista asegura que su organizaci¨®n denuncia unos 500 ataques de este tipo al a?o, pero que el Gobierno solo reconoce cerca de 200.
En India la violaci¨®n en grupo de una estudiante en Nueva Delhi despert¨® la indignaci¨®n y una ola de protestas desencadenaron en leyes m¨¢s estrictas contra la violencia de g¨¦nero. En 2013, se denunciaron 309.546 casos de violaci¨®n, acoso, asesinato y secuestros de mujeres. Solo el 22% de los culpables fueron condenados.
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