?Tendr¨¢ un l¨ªmite la paciencia de los brasile?os?
La falta de agua y las recomendaciones para consumir menos energ¨ªa el¨¦ctrica ponen a prueba la resignaci¨®n de los ciudadanos
Brasil est¨¢ de vacaciones en un verano astral negativo, no s¨®lo por sus altas temperaturas, sino porque un amplio abanico de desatinos pol¨ªticos est¨¢n poniendo a prueba la paciencia de los ciudadanos.
?Cu¨¢nto aguantar¨¢ la proverbial capacidad de los brasile?os frente a las calamidades que le est¨¢n lloviendo como si se tratara, me dice un amigo, de una ¡°maldici¨®n¡± no se sabe de qu¨¦ dioses y por culpa de qu¨¦ pecados?
Todas las profec¨ªas, acabadas las elecciones presidenciales m¨¢s disputadas de los ¨²ltimos tiempos, apuntaban para un a?o 2015 dif¨ªcil, para un pu?ado de maldiciones que caer¨ªan sobre los hombros de los ciudadanos en materia de econom¨ªa, fruto de pol¨ªticas equivocadas, con aumentos de los precios de los servicios p¨²blicos, de la inflaci¨®n, de los tipos de inter¨¦s, del desempleo y sobretodo, de la incertidumbre de no saber por d¨®nde va a caminar el pa¨ªs.
A¨²n no ha pasado un mes del nuevo a?o y las profec¨ªas se van haciendo m¨¢s negras y afectan a dos pilares de la vida cotidiana de la gente: la falta de agua que se hace cada d¨ªa m¨¢s cr¨ªtica y las recomendaciones para consumir menos energ¨ªa el¨¦ctrica bajo amenaza de apagones.
Ese descontento, a¨²n larvado, pero real, que est¨¢ creciendo y aumenta la violencia en las grandes ciudades y que se palpa de norte a sur del pa¨ªs
Cuando en un pa¨ªs empiezan a racionarse, aunque se usen eufemismos para evitar esa palabra, agua y luz, mientras, ¡°sigue aumentando todo¡±, como se escucha en la calle, los responsables pol¨ªticos deben agudizar su alerta porque la paciencia de los ciudadanos cuando se sienten enga?ados y frustrados puede tener un l¨ªmite, incluso en Brasil.
Es verdad que la gente, entre impotente y burlada por sus pol¨ªticos, y sin entusiasmo con un nuevo Gobierno sin brillo enredado en sus viejos enjuagues partidistas, sigue convencida de que a pesar de todo, ¡°no se volver¨¢ a la calle¡± para manifestar descontento o exigir responsabilidades.
?Pero hasta cu¨¢ndo? ?Pueden los pol¨ªticos, tanto del gobierno como de la oposici¨®n dormir sue?os tranquilos convencidos de que los brasile?os ¡°tienen mucho aguante¡±, como coment¨® un diputado federal en un programa de televisi¨®n mientras se echaba a re¨ªr?
Los movimientos de los ciudadanos en la toma de conciencia de sus derechos y en la clarividencia de poder estar siendo enga?ados, suele ser lento en todas las democracias, pero nadie ser¨ªa capaz de hacer profec¨ªas. A veces basta una chispa para que el incendio explote.
?Tambi¨¦n en Brasil? S¨ª, porque el pa¨ªs, aunque a veces no lo parezca, est¨¢ cambiando, est¨¢ despertando y ciertas irresponsabilidades de los gobernantes pueden llegar a tener un l¨ªmite.
El Brasil de hoy, en su conciencia ciudadana, aunque a¨²n sin instrumentos para expresarla, no es el de hace s¨®lo diez a?os.
Es un pa¨ªs m¨¢s maduro y al mismo tiempo m¨¢s irritado, sobretodo en las redes sociales, que son las nuevas plazas de protesta del mundo moderno, la antesala de las grandes manifestaciones callejeras.
Brasil cuenta hoy con una nueva clase media, llamada Clase C, pero que tiene muchos matices, que no est¨¢ dispuesta a volver atr¨¢s de algunas de sus conquistas, mientras la clase media tradicional se muestra cada d¨ªa m¨¢s penalizada y desgastada. Y los muy ricos forcejeando para no mezclarse con la tropa y para diferenciarse de ella en ese movimiento llamado de ¡°camarotizaci¨®n¡± que llega a pedir que en las playas m¨ªticas de R¨ªo se limite su entrada para que a ellas no llegue el pueblo, el llamado ¡°pov?o¡±, al que se identifica como sin¨®nimo de violencia.
La acumulaci¨®n de esc¨¢ndalos pol¨ªticos que tienen hoy como emblema el caso de Petrobras que ha robado a Brasil buena parte de la imagen positiva mundial conquistada los ¨²ltimos 20 a?os; el aprieto econ¨®mico cada d¨ªa m¨¢s vistoso y la desilusi¨®n con los pol¨ªticos y sus partidos son una mecha f¨¢cil para un apag¨®n de credibilidad ciudadana.
Es dif¨ªcil hoy hacer profec¨ªas hasta para los analistas m¨¢s expertos, pero algo se advierte en el aire, junto con al calor insoportable del verano. Es posible que esta vez si los gobernantes del pa¨ªs piensan que, una vez m¨¢s, vacaciones y carnavales, van amansar los ¨¢nimos ya tensos de la gente, podr¨ªan equivocarse.
Ese descontento, a¨²n larvado, pero real, que est¨¢ creciendo y aumenta la violencia en las grandes ciudades y que se palpa de norte a sur del pa¨ªs, podr¨ªa acabar por ser mayor que el amortiguador de los carnavales m¨¢s locos del mundo, y de ese envidiable esp¨ªritu de los brasile?os de contentarse en cada crisis con lo que a¨²n les queda que en irritarse con lo que poco a poco le van quitando.
S¨®lo el futuro inmediato dir¨¢ si los responsables de lo que est¨¢n empezando a sufrir los ciudadanos de a pie pueden seguir durmiendo tranquilos o si un d¨ªa se despertar¨¢n en un Brasil que ha empezado a hablar otro lenguaje. M¨¢s severo y sin tiempo ni ganas para seguir creyendo en promesas y profec¨ªas vac¨ªas.
Los apagones de agua y luz, hijos de la falta de programaci¨®n de los responsables m¨¢s interesados en asegurase sus reelecciones que en prever y programar el futuro de los ciudadanos, podr¨ªan ser un emblema de otros apagones m¨¢s graves llevados a cabo esta vez por los que hoy sufren sus consecuencias.
Cuidado, porque Brasil es m¨¢s que un pa¨ªs y todo lo que en ¨¦l se crea de positivo y de negativo suele tener dimensiones de gigante y salta fuera de sus fronteras.
Los murmullos de calles y plazas pueden convertirse en griter¨ªo, si los responsables contin¨²an creyendo que los brasile?os siguen estando felices. No lo est¨¢n. Y lo est¨¢n menos los que menos tienen y m¨¢s sufren todo tipo de restricciones, que son la mayor¨ªa, como en todo el mundo, donde un 1% posee la riqueza del otro 99%, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales de la ONU.
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