El fin inminente de la Revoluci¨®n Bolivariana
La situaci¨®n por la que atraviesa actualmente Venezuela no solo demuestra su d¨¦ficit fiscal, sino tambi¨¦n su d¨¦ficit democr¨¢tico
No s¨¦ cu¨¢ntas veces hemos cre¨ªdo, a lo largo de los ¨²ltimos 15 a?os, que Venezuela est¨¢ al borde del cambio, que ya no puede soportar, que algo tiene que ceder. Y sin embargo, el r¨¦gimen chavista ha persistido a pesar de los augurios que desde sus inicios vaticinan el fin inminente de la revoluci¨®n bolivariana. ?Qu¨¦ explica esta resiliencia? ?C¨®mo se entiende que un sistema claramente anti-democr¨¢tico haya logrado resistir tantas presiones y contin¨²e, al menos hasta hace poco, recibiendo el apoyo del electorado?
Sobre esto se han escrito vol¨²menes y se escribir¨¢ todav¨ªa mucho m¨¢s. Venezuela al inicio del siglo XXI seguir¨¢ fascinando a los acad¨¦micos y los analistas durante d¨¦cadas por venir. Pero es innegable que dos piedras angulares de la supervivencia del r¨¦gimen chavista han sido el desempe?o econ¨®mico, sustentado sobre el comercio del petr¨®leo, y la popularidad de su l¨ªder (en su momento Hugo Ch¨¢vez y despu¨¦s, en menor medida, Nicol¨¢s Maduro). Creo que todos podemos coincidir en que estas dos fuerzas se encuentran hoy en el peor estado registrado desde 1999.
La acelerada ca¨ªda en el precio internacional del petr¨®leo, y el consecuente deterioro de las condiciones fiscales de un gobierno que acapara casi la totalidad de los servicios esenciales, han impactado la vida cotidiana de los venezolanos en una forma que, ahora s¨ª, parece insostenible.
Es un clich¨¦ decir que el dilema actual del chavismo es la ¡°cr¨®nica de una muerte anunciada¡±. Pero es la verdad. Maduro puede hacer todas las contorsiones ret¨®ricas posibles, calificando la situaci¨®n de ¡°guerra del petr¨®leo¡± y de intento de ¡°colonizaci¨®n mediante el colapso econ¨®mico¡±, pero ning¨²n otro pa¨ªs en a?os recientes ha dispuesto de mayores recursos con peores resultados.
Ning¨²n otro gobierno ha dilapidado sus ingresos de una manera tan temeraria. Nadie m¨¢s que el r¨¦gimen chavista es responsable por esto. No hay conspiraci¨®n internacional que explique que las colas para comprar harina o jab¨®n duren dos d¨ªas. Eso solo se explica por la existencia de un gobierno corrupto, ineficiente, dedicado al culto de la personalidad y obsesionado con ocultar el fracaso de un modelo que ya no hay forma de subvencionar.
Amartya Sen demostr¨® c¨¦lebremente que nunca se ha registrado una hambruna en una democracia consolidada. En cierta forma, la situaci¨®n por la que atraviesa actualmente Venezuela no solo demuestra su d¨¦ficit fiscal, sino tambi¨¦n su d¨¦ficit democr¨¢tico. Las instituciones que han sido socavadas a lo largo de los a?os, la iniciativa empresarial que ha sido obstruida, la oposici¨®n que ha sido suprimida, la separaci¨®n de poderes que ha sido anulada, son fuerzas que hubieran evitado que el pa¨ªs se acercara tanto al borde del despe?adero.
Una democracia canaliza el descontento popular con eficacia. Una democracia rectifica errores con prontitud. Ch¨¢vez y Maduro se encargaron de ahogar esa capacidad de respuesta. Ahora Maduro m¨¢s bien aprieta el pu?o con mayor fuerza, intentando acallar a quienes alzan la voz. Que Leopoldo L¨®pez est¨¦ en la c¨¢rcel, que Mar¨ªa Corina Machado enfrente un juicio digno de una novela de Arthur Koestler, no hace sino confirmar que el gobierno ha perdido el control.
No debemos cometer el error de dar por sentado el fin de una era. Antes bien, es la responsabilidad de todo dem¨®crata, y no solamente de los venezolanos, ayudar para que Venezuela logre hacer una transici¨®n democr¨¢tica. La crisis de legitimidad del r¨¦gimen chavista tiene que ser contrarrestada por la legitimidad de la oposici¨®n. Estamos frente a una verdadera coyuntura hist¨®rica. Nos corresponde a todos colaborar para que ocurra un cambio, y ocurra de forma pac¨ªfica.
La prioridad no debe ser remover a una persona espec¨ªfica. Eso es un error que otros pa¨ªses han cometido, derrocando l¨ªderes cuya salida no tuvo efecto sobre la situaci¨®n real. La prioridad debe ser la institucionalidad democr¨¢tica.
Lo que es indispensable es restablecer el Estado de Derecho y la separaci¨®n de poderes. Lo que es indispensable es abandonar la perversa intromisi¨®n de las fuerzas armadas en la vida civil. La legitimidad de la oposici¨®n debe derivarse de su adhesi¨®n a ciertos principios, no de su ataque a ciertas personas. Debe derivarse de su compromiso con el respeto a la institucionalidad y de su negativa a utilizar la violencia como moneda de cambio. En este momento, nada es m¨¢s apremiante que la situaci¨®n de desabastecimiento y racionamiento. Cuando se trata de las necesidades m¨¢s b¨¢sicas, el riesgo de violencia escala. Por eso, hoy quiero realizar un llamado a la oposici¨®n para que ejerza un liderazgo responsable.
Y realizo tambi¨¦n un llamado a la comunidad internacional para que vuelque sus ojos sobre Venezuela. Conozco bien la din¨¢mica de las relaciones internacionales. S¨¦ que existe una competencia por la atenci¨®n a nivel global, y que Venezuela comparte el escenario con reg¨ªmenes que presentan un riesgo m¨¢s cercano para las potencias mundiales.
Sin embargo, quiero subrayar que estamos en un punto de inflexi¨®n: en una Venezuela postrada econ¨®micamente, y aislada pol¨ªticamente, la presi¨®n internacional puede generar resultados positivos. La primera condici¨®n debe ser, como lo he dicho muchas veces, la liberaci¨®n de todos los presos pol¨ªticos. Cada d¨ªa que Leopoldo L¨®pez pasa en la c¨¢rcel, cada d¨ªa que se arrestan oficiales electos o estudiantes, es una violaci¨®n a los derechos humanos, a la Carta de las Naciones Unidas y a la Carta Democr¨¢tica de la Organizaci¨®n de Estados Americanos.
La liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos debe ser el primer paso de una estrategia que lleve a un pleno restablecimiento de la democracia en Venezuela. Aunque comprendo las diferencias de la situaci¨®n actual en Venezuela con otras transiciones en la historia mundial, tambi¨¦n creo que hay lecciones que no deber¨ªamos olvidar. Mandela no hubiera logrado nunca el fin del apartheid si no hubiera pensado en el propio de Klerk, en el Partido Nacional y en el papel que habr¨ªan de jugar en la transici¨®n sudafricana hacia la democracia.
No es la divisi¨®n ni la venganza lo que llevar¨¢ a Venezuela a un mejor futuro, sino la inclusi¨®n pac¨ªfica e inteligente. Yo conf¨ªo en que ha llegado la hora. Conf¨ªo en que los venezolanos sabr¨¢n reconocer que el r¨¦gimen chavista pudo haber tenido, en sus inicios, intenciones nobles, pero su fracaso es indiscutible. El modelo econ¨®mico que quiz¨¢s alguna vez estuvo inspirado en la justicia social, ha desembocado en la escasez y la necesidad. No hay que ser de derecha ni de izquierda para admitir que no vale la pena preservar algo por su promesa. Las cosas se preservan o desechan por sus resultados.
Es hora de evaluar un experimento pol¨ªtico que, como tantos otros, se sostuvo sobre el espejismo de la bonanza econ¨®mica que trae un boom en los precios de productos primarios. Es hora de adoptar un r¨¦gimen que se sostenga, de una vez y para siempre, sobre valores democr¨¢ticos.
* Oscar Arias S¨¢nchez fue?presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y de 2006 a 2010 y Premio Nobel de la Paz 1987. Arias remiti¨® esta carta al foro ¡°Poder Ciudadano y la Democracia de hoy¡±, que se realiz¨® este 26 de enero en Caracas y al que no pudo acudir, aunque fue invitado, junto con los ex¨Cmandatarios Sebasti¨¢n Pi?era, de Chile, Felipe Calder¨®n, de M¨¦xico, y Andr¨¦s Pastrana, de Colombia.
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