Mugabe, de 91 a?os, elegido presidente de la Uni¨®n Africana
El presidente de Zimbabue ha arruinado su pa¨ªs durante sus 35 a?os en el poder
Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, ha sido elegido este viernes nuevo presidente de la Uni¨®n Africana (UA), cargo que ocupar¨¢ durante un a?o, en sustituci¨®n de su hom¨®logo mauritano, Mohamed Ould Abdel Aziz. La elecci¨®n, que tuvo lugar durante la cumbre que se est¨¢ celebrando estos d¨ªas en Addis Abeba (Etiop¨ªa), no dejar¨¢ a nadie indiferente pues Mugabe no s¨®lo es el presidente m¨¢s anciano de toda ?frica (cumplir¨¢ 91 a?os el pr¨®ximo mes de febrero), sino que es tambi¨¦n uno de los m¨¢s pol¨¦micos.
Lleva la friolera de 35 a?os en el poder, primero como primer ministro y luego como presidente, tiempo durante el cual ha arruinado la buena imagen internacional que se gan¨® en sus primeros a?os al liquidar el apartheid que sufr¨ªan los negros en su pa¨ªs. Famoso por sus derrochadores excesos, se convirti¨® en un tirano: masacr¨® a 20.000 personas de una minor¨ªa ¨¦tnica, expuls¨® a los granjeros blancos de sus tierras para repartirlas entre su clan, encarcel¨® y tortur¨® a disidentes y sumi¨® a la econom¨ªa de su pa¨ªs en un pozo de par¨¢lisis e hiperinflaci¨®n. Finalmente, Europa y EE UU le dieron la espalda y le prohibieron incluso la entrada.
Desde que Robert Mugabe fue elegido presidente de la Comunidad de Desarrollo de ?frica Austral (SADC) el pasado a?o, su nombre estaba en todas las quinielas para presidir la UA al tratarse de un cargo rotatorio entre las diferentes comunidades econ¨®micas africanas. Y ahora le tocaba al Sur. Los l¨ªderes africanos son conscientes de la animadversi¨®n que genera la figura de Mugabe, sobre todo en Occidente, por lo que su apuesta es a¨²n m¨¢s arriesgada y es considerada ¡°una mala se?al¡±. Pero al fin las presiones internacionales para que la Uni¨®n Africana considerara otras opciones han sido en vano. El elegido ha sido Mugabe, de quien adem¨¢s se asegura que padece c¨¢ncer de pr¨®stata y que, de hecho, ya est¨¢ preparando su propia sucesi¨®n en Zimbabue en la figura de su tambi¨¦n pol¨¦mica esposa, Grace Marufu.
Procedente de una familia humilde, lleg¨® al poder en 1980 como l¨ªder de una guerrilla que combat¨ªa el r¨¦gimen de apartheid existente en la antigua colonia de Rodesia del Sur, luego rebautizada como Zimbabue. Marxista y cat¨®lico convencido, busc¨® el apoyo de China y promulg¨® la reconciliaci¨®n racial, permitiendo a los granjeros blancos que siguieran siendo los propietarios de la tierra. Ello permiti¨® que Zimbabue viviera momentos de esplendor econ¨®mico sobre la base de una s¨®lida agricultura de exportaci¨®n. Adem¨¢s, el exguerrillero que tiene seis t¨ªtulos universitarios, algunos de ellos obtenidos durante los 10 a?os que estuvo en prisi¨®n, emprendi¨® con ¨¦xito una feroz campa?a contra el analfabetismo en su pa¨ªs. Su buena gesti¨®n le condujo, en 1987, a la presidencia del pa¨ªs, cargo que sigue ostentando.
Sin embargo, hab¨ªa un lado oscuro. Entre 1982 y 1986, Mugabe se dedic¨® a masacrar a los Ndebele, una minor¨ªa ¨¦tnica, a la que acusaba de disidencia. Se calcula que murieron unas 20.000 personas. Pero fue en los a?os noventa cuando comenz¨® el verdadero declive de su imagen, lo que muchos achacan a su matrimonio con Grace Marufu, 42 a?os m¨¢s joven que ¨¦l y a la que los zimbabuenses identifican con el despilfarro y el lujo. El Viejo Bob (como es conocido en su pa¨ªs) promovi¨® poco despu¨¦s la expropiaci¨®n de las tierras a los granjeros blancos, que segu¨ªan siendo los grandes propietarios. Entre el fervor de sus seguidores y muchas veces de forma violenta, la reforma agraria acab¨® mal pues la mayor parte de esas fincas pasaron a manos de familiares y amigos de Mugabe o miembros del todopoderoso ZANU, el partido gubernamental, y la producci¨®n de alimentos cay¨® en picado, agudiz¨¢ndose el paro y el hambre.
Con el tiempo Mugabe se fue radicalizando con elecciones ama?adas y encarcelamiento y tortura de opositores o supuestos disidentes. Europa y EE UU han retirado en parte las ayudas y comenzaron a se?alarle con el dedo acusador de las violaciones de derechos humanos. Pero sus derroches no se han detenido. Mientras su pueblo sufr¨ªa la inflaci¨®n m¨¢s alta del mundo y la devaluaci¨®n hasta extremos insoportables de su moneda, ¨¦l celebraba su noventa cumplea?os con grandes fastos. Sus habituales salidas de tono, como cuando mand¨® al infierno a David Cameron cuando ¨¦ste critic¨® la persecuci¨®n de homosexuales en su pa¨ªs o sus comentarios mis¨®ginos, no son sino la guinda del pol¨¦mico presidente.
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