?Fin de ciclo pol¨ªtico en Am¨¦rica latina?
Un generaci¨®n est¨¢ en puertas de dar paso a una nuevo. En este escenario, 2015 es un a?o de transici¨®n
Hablar de ciclos y agrupar a los pa¨ªses en ¨¢reas geogr¨¢ficas es un recurso muy usual para un mejor conocimiento de la realidad aunque ello oculte la imprecisi¨®n de las fechas y la heterogeneidad regional. Bajo esa premisa, Am¨¦rica Latina, un conjunto de pa¨ªses extremadamente diverso, en 2014 celebr¨® ocho elecciones presidenciales culminando un ciclo pol¨ªtico que hab¨ªa empezado a articularse una d¨¦cada antes.
Estos procesos electorales tuvieron como denominador com¨²n la continuidad de los Gobiernos existentes revalidados por los electorados. Solamente en Costa Rica y en Panam¨¢ se dio el cambio al llegar al poder f¨®rmulas pol¨ªticas novedosas, mientras que en Bolivia, Brasil y Colombia se reeligieron sus presidentes y en El Salvador y Uruguay se revalid¨® el mandato de los partidos en el gobierno, mientras que en Chile se produjo una suerte de ¡°continuismo interrumpido¡±.
A lo largo de la d¨¦cada, en el panorama pol¨ªtico latinoamericano se ha dado un alto grado de permanencia presidencial con el congelamiento de nombres que han hecho que las fotos de las cumbres presidenciales presenten diferencias m¨ªnimas en su composici¨®n. Esto puede explicarse fundamentalmente por cuatro razones.
En primer lugar, este lapso coincide con la d¨¦cada ganada en t¨¦rminos econ¨®micos que ha vivido Am¨¦rica latina sobre la que la gran crisis financiera mundial apenas si la golpe¨® ¨²nicamente en 2009. El incremento en la demanda de materias primas (minerales y agr¨ªcolas), la subida de sus precios (sobre todo del petr¨®leo) y haber realizado reformas estructurales antes contando con un sector financiero ya saneado, permitieron super¨¢vits fiscales con los que se atendieron amplias pol¨ªticas de gasto p¨²blico con especial atenci¨®n a su contenido social.
El segundo t¨¦rmino, el presidencialismo reinante desde 1994 ha ampliado su fortaleza a trav¨¦s de cambios constitucionales que han tra¨ªdo consigo la posibilidad de la reelecci¨®n. De entre los grandes pa¨ªses, solamente M¨¦xico persiste en la expresa prohibici¨®n permanente de la reelecci¨®n presidencial.
Una tercera raz¨®n tiene que ver con los partidos que se encuentran inmersos en un serio proceso de desinstitucionalizaci¨®n que trae, como contraparte, que la pol¨ªtica siga un patr¨®n en el que los candidatos se imponen a los partidos. Esto es especialmente obvio en el mundo andino sin dejar de lado a Guatemala, Panam¨¢ o Paraguay y a algunos casos brasile?os.
Muchos contin¨²an mirando hacia otro lado cuando se trata de poner en marcha reformas fiscales
En ¨²ltimo lugar, no hay que desde?ar que Am¨¦rica Latina est¨¢ viviendo una ¨¦poca pol¨ªtica como nunca antes en su historia. Desde la d¨¦cada de 1980, como promedio general, de manera continuada y afectando a todos los pa¨ªses, con excepci¨®n de Cuba, la regi¨®n vive un momento en el que la democracia es la ¨²nica legitimidad plausible. Sus gobernantes son elegidos mediante procesos electorales peri¨®dicos, libres y competitivos cuyos resultados son aceptados en gran medida por los electores y por instancias de observaci¨®n internacional independientes. Esta circunstancia permite hablar de olas generacionales que se ajustan con los ciclos demogr¨¢ficos de las sociedades. Pues bien, por razones vegetativas un ciclo generacional est¨¢ en puertas de dar paso a uno nuevo.
En este escenario, 2015 es un a?o de transici¨®n. Solamente en el tramo final del mismo, Argentina y Guatemala tendr¨¢n elecciones presidenciales, y El Salvador, M¨¦xico y Venezuela comicios legislativos. Eso no significa que no se deba prestar atenci¨®n a temas que resultan de especial inter¨¦s a los que la pol¨ªtica tiene que confrontar y que hasta la fecha han sido en gran medida ignorados.
El cuadrado que integra tanto a las principales preocupaciones de la opini¨®n p¨²blica como a las conclusiones de los an¨¢lisis de organizaciones internacionales y de acad¨¦micos est¨¢ integrado por la corrupci¨®n, la desigualdad, la pobreza y la violencia. Su car¨¢cter sist¨¦mico requiere que su complejidad deba ser abordada mediante instrumentos que vienen siendo discutidos desde hace a?os. La propia estabilidad de la regi¨®n y su experiencia de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas permite ahora m¨¢s que nunca ponerles en marcha. Considero especialmente tres.
Muchos pa¨ªses latinoamericanos contin¨²an obstinadamente mirando hacia otro lado cuando se trata de poner en marcha reformas fiscales que incrementen la recaudaci¨®n gravando de forma significativa adem¨¢s a las rentas mayores. Ello traer¨ªa consigo no solo avanzar en la adopci¨®n de pol¨ªticas redistributivas, sino apuntalar estructuras m¨ªnimas de Estado que siguen estando ausentes y que van desde tener una administraci¨®n p¨²blica profesionalizada reclutada seg¨²n criterios de independencia, m¨¦rito y competencia, hasta lograr el monopolio de la violencia leg¨ªtima, sin dejar de lado su liderazgo fundamental en cuestiones del bienestar donde la educaci¨®n ocupa un lugar estelar. Finalmente, es la hora de establecer grandes pactos de Estado en los que tengan cabida no solo las fuerzas pol¨ªticas, sino sectores sociales y econ¨®micos m¨ªnimamente representativos.
Manuel Alc¨¢ntara S¨¢ez es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Salamanca y director de Flacso Espa?a.
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