La guerra siria tambi¨¦n se alimenta de anfetaminas
La producci¨®n y el consumo de estimulantes se disparan desde 2013 Los combatientes recurren a aquella para resistir el desgaste en el campo de batalla
Tras cuatro a?os de guerra, Siria se ha convertido en centro productor y mercado de consumo del lucrativo negocio del contrabando. Con las fuerzas de seguridad desbordadas por el esfuerzo b¨¦lico y al menos el 40% del territorio fuera del control del Estado, los se?ores de la guerra se hacen de oro con el comercio de armas y, desde 2013, tambi¨¦n con las drogas. Una anfetamina, popularmente conocida como Captagon (por su anterior marca comercial), se ha impuesto como n¨²mero uno en la venta de sustancias ilegales. Su producci¨®n, al igual que el consumo, ha aumentado vertiginosamente en el pa¨ªs, donde los combatientes recurren a ese estimulante para resistir el desgaste en el campo de batalla.
¡°En pleno frente, una pastilla de Captagon te permite aguantar hasta 48 horas sin comer, ni dormir ni sentir el fr¨ªo¡±, relata v¨ªa Skype, desde el norte de Siria, el treinta?ero Abu Mazen, combatiente de una facci¨®n rebelde. ¡°En una refriega en Alepo mi compa?ero fue herido en una pierna y no sinti¨® nada hasta pasada una hora¡±, a?ade el miliciano. Algunos soldados aseguran que, entre los uniformados sirios, tambi¨¦n se consume. ¡°Es menos habitual, pero en ocasiones aquellos que han perdido a un compa?ero o no pueden gestionar el estr¨¦s, recurren al Captagon¡±, admite Elias, antiguo miembro de la Defensa Nacional Siria.
La codiciada gragea se vende a entre 4 y 18 euros la unidad, nada asequible dada la paup¨¦rrima econom¨ªa siria. Producida en Occidente en los a?os sesenta, se usaba como medicaci¨®n para tratar la hiperactividad o la depresi¨®n, y fue prohibida en los ochenta por sus propiedades adictivas. Desapareci¨® de los mercados europeos para resurgir en Oriente Pr¨®ximo. Los pa¨ªses del Golfo se han convertido en sus principales consumidores. La polic¨ªa saud¨ª requisa 55 millones de pastillas anualmente, un 10% del comercio total, seg¨²n informes de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Con una pastilla resistes 48 horas sin comer, ni dormir¡±, relata un miliciano
El a?o 2013 marca un antes y un despu¨¦s en el tr¨¢fico de Captagon. Siria emerge como exportador regional de una variante de la sustancia, barata y simple de fabricar, lo que ha hecho descender en un 90% la producci¨®n libanesa. Las porosas fronteras con L¨ªbano y Turqu¨ªa se convierten en las rutas predilectas para su exportaci¨®n al Golfo. ¡°En agosto de 2013, realizamos una importante operaci¨®n antidroga en la Bekaa (regi¨®n fronteriza con Siria) requisando cinco millones de pastillas Captagon producidas en Siria y camufladas en el interior de un cami¨®n. Se valora en 100 millones de d¨®lares (unos 87 millones de euros) en el mercado¡±, cuenta el general Ghassan Chamseddine, director de la Unidad Antidrogas de las Fuerzas de Seguridad Interior libanesas. ¡°Antes de 2013, se interceptaron peque?as cantidades de 50.000 unidades. Pero entonces nuestra lucha se centraba en el tr¨¢fico de coca¨ªna importada de pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, y la exportaci¨®n de hach¨ªs hacia el norte de ?frica y Europa¡±, a?ade.
Los ¡®se?ores de la guerra¡¯ obtienen elevados ingresos por el narcotr¨¢fico
Los se?ores de la guerra han diversificado sus ingresos obtenidos con la venta ilegal del crudo, haciendo del narcotr¨¢fico una importante fuente de financiaci¨®n para paliar la devaluaci¨®n de la libra siria y el encarecimiento de las armas. Seg¨²n datos del diario estadounidense Christian Science Monitor, el precio del popular rifle de asalto ruso AK-47 pas¨® de 700 a 1.500 euros tras el inicio del conflicto en marzo de 2011.
El consumo de anfetaminas y antidepresivos se extiende tambi¨¦n entre la poblaci¨®n civil, exasperada ante una guerra sin fin. ¡°Hay rumores de que se consume Captagon, pero generalmente se trata de antidepresivos o ansiol¨ªticos como el Prozac. El consumo ha aumentado mucho en Damasco, refugio de la mayor¨ªa de desplazados que traen consigo graves traumas psicol¨®gicos¡±, explicaba un voluntario de una ONG local en Damasco en noviembre.
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