Escalada de crueldad
Hay una puja en la atrocidad que busca difusi¨®n, m¨¢s reclutas y disuadir al adversario
No hay l¨ªmites para una imaginaci¨®n perversa. La muerte del piloto jordano Moaz Kasasbeh, quemado vivo dentro de una jaula, supera en brutalidad la pr¨¢ctica ya habitual del Estado Isl¨¢mico de decapitar a sus prisioneros. Al r¨¦gimen genocida norcoreano de Kim Jong-un tambi¨¦n se le atribuye un m¨¦todo similar, el del lanzallamas, para deshacerse el pasado abril de varios dirigentes ¡ªun viceministro, su hermana y el esposo de esta ¨²ltima, un exembajador en Cuba¡ª, acusados de complicidad con Jang Son-thaek, el t¨ªo del dictador ca¨ªdo en desgracia, en su caso lanzado seg¨²n las mismas fuentes no verificadas a una fosa llena de perros hambrientos.
No hay testimonio directo ni documentos que acrediten las salvajadas del d¨¦spota norcoreano. En cambio, las b¨¢rbaras ejecuciones del Estado Isl¨¢mico vienen documentadas por los propios asesinos, que producen las grabaciones de sus cr¨ªmenes con esmero art¨ªstico, las editan en alta definici¨®n y las difunden en el momento m¨¢s oportuno, es decir, cuando pueden hacer m¨¢s da?o.
No hay duda de que la c¨²pula del poder en Pyongyang vive aterrorizada por la determinaci¨®n y la sa?a con que el Ner¨®n coreano al que deben obediencia se deshace de sus enemigos o simplemente de aquellos a quienes tiene ojeriza. M¨¢s que una escalada en la crueldad, en su caso hay variaciones en la leyenda truculenta con la que acompa?a su poder personal.
No es el caso del califato, donde la puja en la crueldad est¨¢ destinada, sobre todo, al gran p¨²blico. Hay un impulso en su ra¨ªz ajeno al terrorismo y com¨²n a los contenidos de todos los medios digitales: la demanda cae con la repetici¨®n y aumenta con la originalidad. Trat¨¢ndose de la difusi¨®n v¨ªrica de sus grabaciones a trav¨¦s de las redes sociales, saben que sus ejecuciones alcanzar¨¢n mayor difusi¨®n si consiguen superar en crueldad las difundidas anteriormente.
Pero ahora estamos hablando de armas. Esos v¨ªdeos donde vemos las decapitaciones y ahora la inmolaci¨®n por fuego son parte del arsenal del califato. Y son armas de impacto m¨²ltiple. De entrada, instrumentos para encontrar reclutas, a los que se convoca al asesinato y a la barbarie, causas que nunca han dejado de tener clientela en la historia de la humanidad, pero que ¨²ltimamente quiz¨¢s encuentran una acogida inhabitual. Son tambi¨¦n instrumentos disuasivos: junto al v¨ªdeo de la hoguera humana han difundido las listas con los nombres de los pilotos jordanos que bombardean el territorio del Estado Isl¨¢mico.
La exhibici¨®n de estas ejecuciones quiere sembrar la discordia en las opiniones p¨²blicas ¨¢rabes, divididas entre los apaciguadores que prefieren que sus Gobiernos se inhiban y los intervencionistas que consideran indispensable la derrota del califato. El objetivo es debilitar la coalici¨®n de 60 pa¨ªses que ahora tiene en frente y alejar a socios como Jap¨®n que no participan en los bombardeos pero proporcionan ayuda.
Son las razones del mal. La capacidad infinita de una imaginaci¨®n perversa al servicio de un objetivo racional de poder.
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