Aplausos son alas
Celebro la consagraci¨®n de Emmanuel Lubezki como el mejor fot¨®grafo cinematogr¨¢fico de nuestro tiempo con tantos premios
Aplaudo. Aplaudo de pie y no paro de aplaudir. Celebro la consagraci¨®n de Emmanuel Lubezki como el mejor fot¨®grafo cinematogr¨¢fico de nuestro tiempo, con tantas nominaciones y tantos premios merecidos que su segunda estatuilla de Oscar parece tambi¨¦n celebrar la entra?able generalizaci¨®n de su apodo: hoy en d¨ªa todo el mundo y varios idiomas le dicen Chivo?como si lo conocieran desde que era virgen, feliz y quiz¨¢ a¨²n indocumentado en el Centro Universitario de Estudios Cinematogr¨¢ficos del la UNAM. Por hoy, ya le queda claro a todo espectador que no hay quien mire mejor la congelaci¨®n de un verso en movimiento, no hay quien vea mejor el instante previo al beso que parecen darse miles en labios de dos y no hay quien retrate el ¨¢nimo inasible de las emociones m¨¢s ¨ªntimas de cualesquier personajes que ese hombre convertido en lente, mente de c¨¢mara llamado Lubezki Morgenstern, Emmanuel y reconocido ya por todos como El Chivo.
Aplaudo tambi¨¦n por todos los ?an¨®nimos mexicanos que buscan una mejor vida
Celebro sobre todo que el Oscar a Mejor Gui¨®n Original ya en manos de Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, Nicol¨¢s Giacobone, Alexander Dinealris y Armando Bo, sea en realidad una sinfon¨ªa verbal de pura literatura: homenaje a Raymond Carver (y su ya no tan secreto editor), homenaje al teatro y al oficio del actor¡ y me gustar¨ªa suponer que tambi¨¦n homenaje o gui?o a El retablo del Conde Eros ¨Cla ¨²ltima novela de Eliseo Alberto (amigo cercano de In¨¢rritu)¡ªpor lo menos en el p¨¢rrafo que une a Birdman con la hermosa historia de Joaqu¨ªn Dalmau, un actor en el oto?o de su vida emocional y f¨ªsica que vuelve a La Habana luego de toda una vida de exilio para montar una obra de teatro donde pretende suicidarse frente al p¨²blico en el clamoroso silencio del tercer acto.
Fuera de toda suposici¨®n, celebro que el gui¨®n incluyera la vista de un actor bronce¨¢ndose la piel en un diminuto camerino mientras lee un libro de Borges, o que el propio Birdman sale de un bar al laberinto de las calles de Manhattan para escuchar a un loco gritar parlamentos de Shakespeare a voz en cuello y recordarnos que la vida es un cuento contado por un idiota, todo tan lleno de sonido y furia¡ y no significa absolutamente nada. Pura literatura que un superh¨¦roe venido a menos conserve su poder de telequinesis moviendo floreros con el aletear de la yema de sus dedos y literatura pura citar a Roland Barthes sabiendo que la mayor¨ªa del p¨²blico espectador preguntar¨¢ en voz alta (como periodista ignorante) si acaso ¨¦l tambi¨¦n era actor de la serie de pel¨ªculas de Batman.
Celebro tambi¨¦n la m¨²sica, cada instante de la bendita bater¨ªa de Antonio S¨¢nchez, genio del ritmo card¨ªaco y del tambor que hace eco de todo lo que pasa por la mente de un hombre que se sabe p¨¢jaro y lamento que con pretextos absurdos la irreal Academia de Hollywood no tuvo a bien reconocer el soundtrack de Birdman que inclu¨ªa, adem¨¢s, ¨¦xitos inapelables de unos muchachos llamados Ravel, Mahler y un tal Tchaikovsky.
Aplaudo. Aplaudo de pie y sin parar que Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu (a quien hoy miles de desconocidos le llaman El Negro) haya obtenido m¨¢s que merecidamente el Oscar como Mejor Director y que recibiera a nombre de la tropa la hom¨®nima estatuilla por considerar a Birdman como la Mejor Pel¨ªcula 2015. Celebro que la conjunci¨®n cronometrada de cinematograf¨ªa del Chivo, las largas tomas que parecen un solo plano-secuencia y el profesionalismo inmaculado de cada uno de los actores: a Edward Norton que merec¨ªa Mejor Actor de Reparto o por lo menos la exenci¨®n de sus impuestos durante un a?o por el temible IRS de USA y a Michael Keaton, que merece un vale para pasar una noche entera con el fantasma de Marlene Dietrich o Ingrid Bergman por una conmovedora y extraordinaria interpretaci¨®n de lo que podr¨ªa ser la met¨¢fora de su propia biograf¨ªa de Batman a Birdman, de imbatible superh¨¦roe de la pantalla grande a envejecido actor que corre en calzoncillos por Times Square y last but not least, la perfecta neurosis supuestamente serenada de Zak Galafiniakis como mariposa detallista de todas las obras que caben dentro de la trama de una obra de teatro cuyos ensayos apuntalan cada paso de un largometraje y luego, nervioso mosquito que intenta apaciguar la taquicardia de toda locura, dentro y fuera de la pantalla.
Las inesperadas virtudes de la ignorancia revelan el engreimiento de los pol¨ªticos que no leen
Sobre cada cuadro de Birdman como obra maestra (que nada y todo tiene que ver con los dibujos animados de una caricatura de tiempos remotos) y junto con cada escena que lograron cuajar tantos cerebros y sensibilidades talentosas bajo la batuta del Negro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, aplaudo de pie y sin parar las palabras que pronunci¨® al recibir sus merecidos premios, convertido ya ¨¦l mismo en Caballero ?guila del antiguo imaginario mexica. Hay que aclarar a los necios fan¨¢ticos de lopolitcally correct y a quienes no entienden bien el idioma ingl¨¦s que cuando Sean Penn abri¨® el sobre m¨¢gico con el nombre del ganador de Mejor Pel¨ªcula y pregunt¨® en tono de broma que qui¨¦n diablos hab¨ªa tramitado la Green card para el mexicano ganador estaba diciendo precisamente lo que el propio Negro dir¨ªa con otras palabras: los mexicanos que conforman la nueva edad de oro del cine mexicano, los escritores que buscan la traducci¨®n de sus obras al English o publicar directamente en libros y revistas de ese inmenso mercado, tanto como miles de trabajadores que se juegan el pellejo en hortalizas de sol a sol, lavaplatos sin descanso, mucamas de uniforme, cocineras incansables¡ y todos y cada uno de los mexicanos transterrados al Norte o ya nacidos en Chicago, California, Nueva York o Wyoming, y todos los llamados latinos, hispanoamericanos, todos los morenitos que ya forman parte de esa inmensa olla de cocci¨®n cultural que se conoce como Am¨¦rica (sin que el nombre le sea exclusivo, aunque sea excluyente) o Estados Unidos o Gringolandia, todos merecen el respeto y la dignidad que se le confiere de hecho y por derecho a todos los dem¨¢s inmigrantes que conforman esa uni¨®n, esa inmensa sociedad, ese pa¨ªs casi inabarcable fundado, apuntalado y engrasado desde sus or¨ªgenes precisamente por inmigrantes.
La segunda parte de las palabras del Caballero ?guila I?¨¢rritu es a¨²n m¨¢s conmovedora y ejemplar: sin teleprompter, sin discurso en mano e incluso, quiz¨¢ sin ensayos frente al lente del Chivo, el Mejor Director de este a?o (y qui¨¦n sabe cu¨¢ntos por venir) apenas se despein¨® los rizos, alz¨® la estatuilla como batuta y lanz¨® un breve p¨¢rrafo invaluable: los mexicanos que vivimos en M¨¦xico, los mexicanos todos pedimos o anhelamos tener el Gobierno que merecemos¡ y el generalizado aplauso (apenas mancillado por quienes a¨²n creen que de veras merecemos lo que nos toc¨® en desgracia) se volvi¨® alas.
Las inesperadas virtudes de la ignorancia salvan de vez en cuando a los incautos, alivian quiz¨¢ la desgracia sangrienta en el escenario aunque no eviten el desenlace final que toma vuelo libre desde la ventana m¨¢s alta del desconsuelo¡ pero las inesperadas virtudes de la ignorancia revelan tambi¨¦n el enrevesado engreimiento de los pol¨ªticos que no leen, la avaricia incontenible de los empresarios que abusan en cada centavo, el engreimiento de los ignorantes que creen que hablan estando callados o se hacen presentes en su absurda ausencia.
Es hora de que alg¨²n buen guionista sugiera cancelar la trasnochada costumbre de escribirle discursos al Ciudadano Presidente de la Rep¨²blica con pausas coreografiadas estrat¨¦gicamente para la falsa interrupci¨®n de aplausos fingidos o forzados. Es hora de que alg¨²n experto en maquillaje y vestuario sugiera la descabellada posibilidad de que los altos funcionarios intenten hablar sin teleprompter, sin el cuello anudado como soga y que quiz¨¢ si se despeinaran un poco interpretar¨ªan mejor el papel de su supuesto inter¨¦s en materia de pol¨ªticas p¨²blicas. Es hora de que alg¨²n experto escen¨®grafo declare caduca e in¨²til la est¨²pida costumbre de colocar inmensas mamparas a espaldas de los dignatarios (o funcionarios de todo nivel) con la fecha y nombre de los actos que se celebran a su sombra (es como si quisieran facilitar la catalogaci¨®n de un ¨¢lbum dispensable o recordarle a los propios participantes el acto mismo en el que participan)¡ y s¨ª, hace unas semanas el Ciudadano Presidente de la Rep¨²blica lament¨® en un murmullo ¨Csin saber que el micr¨®fono segu¨ªa abierto¡ªla ausencia de aplausos al anunciar con cierto bombo (aunque sin platillos ni bater¨ªa de gran largometraje) el nombramiento del Fiscal Nombrado Por ?l Mismo para Verificar (o No) la Transparencia, Conflictos de Inter¨¦s o Corrupci¨®n del ?l Mismo y dem¨¢s Pol¨ªticos de su Gobierno. La inesperada virtud del absurdo mand¨® a volar cualquier posibilidad de aplauso en esa ceremonia de tan actuada, incre¨ªble, porque en realidad no merece aplauso quien confunde libros con autores, educaci¨®n con adiestramiento, cultura con tedio o se tard¨® d¨ªas en responder diez preguntas que le formulara el a?o pasado de manera directa y clara un tal Alfonso Cuar¨®n (tambi¨¦n reconocido por Hollywood como Mejor Director por Gravityy tambi¨¦n mexicano) como quiz¨¢ tampoco merece aplauso alguno ninguna actriz que justifique a rega?adientes una mansi¨®n de siete millones y medio de d¨®lares ante una naci¨®n con cincuenta millones de pobres como si fuera o hubiese sido protagonista o acaso actriz de reparto en alguna galardonada producci¨®n, mejor pel¨ªcula del a?o o M¨¢xima Telenovela del Universo.
As¨ª que aplaudo. Aplaudo de pie y no pienso dejar de hacerlo por El Chivo y por El Negro, pero tambi¨¦n por todos los apodos posibles de los an¨®nimos mexicanos que buscan una mejor vida lejos de M¨¦xico y todos los apodos con nombres y apellidos de quienes elevan las alas de M¨¦xico desde los ensangrentados escenarios abatidos por el crimen, o las discretas aulas de las escuelas, los hogares con imbatible saz¨®n, las casas de constante conversaci¨®n y las fosas clandestinas, los libros de todos los poetas, las novelas de quienes no alcanzaron beca o los cuentistas o guionistas que lo son incluso a pesar o m¨¢s all¨¢ de las becas, los pintores y dise?adores, las maestras y los profesores y no necesariamente sus sindicatos, los editores independientes, los cuentacuentos de las esquinas, los actores callejeros, los alfabetizadores an¨®nimos, los que prestan libros porque miles de lectores no los pueden compran, escen¨®grafos, maquillistas, tramoyistas, saltimbanquis, los horarios interminables, los esfuerzos sin recompensa, los sacrificios constantes¡ en fin, que aplaudo a todos los que al volar por encima de los delincuentes, mentirosos, poderosos o corruptos merecen un gobierno que les aplauda y no al rev¨¦s.
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