La tercera l¨ªder dem¨®crata
La senadora Elizabeth Warren se erige en la conciencia ideol¨®gica de un partido que prepara el fin de la era de Obama

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El Partido Dem¨®crata tiene hoy tres l¨ªderes y dos son mujeres. El primero es el presidente, Barack Obama, ya en retirada. En enero de 2017 abandonar¨¢ el poder tras el final del segundo y ¨²ltimo mandato. El segundo l¨ªder es Hillary Clinton. La ex primera dama, exsenadora y ex secretaria de Estado aspira a suceder a Obama y ser la primera presidenta de la historia de Estados Unidos. Si confirma sus intenciones y hace oficial la candidatura, no contar¨¢ con ning¨²n rival dem¨®crata que le haga sombra. La ¨²nica que podr¨ªa hac¨¦rsela ser¨ªa la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren. Con Obama y Clinton, Warren es la tercera l¨ªder del centroizquierda estadounidense. Ella insiste en que no ser¨¢ candidata. Pero, en t¨¦rminos ideol¨®gicos, esta jurista de Harvard con ret¨®rica combativa y un progresismo de la vieja escuela es la figura m¨¢s influyente en un partido que se prepara para digerir el final de la era de Obama, el primer afroamericano en la Casa Blanca.
Una escena define la biograf¨ªa de Elizabeth Warren. Era a principios de los a?os sesenta y ella ten¨ªa 12 a?os. Su nombre era Elizabeth Herring: como Angela Merkel, el apellido actual es el del primer marido, del que lleva d¨¦cadas divorciada. Los Herring viv¨ªan en Oklahoma City: si hay un lugar en EE?UU que merezca el apelativo de Am¨¦rica profunda, Oklahoma City es candidata. El padre sufri¨® un infarto y perdi¨® el trabajo. La madre entr¨® a trabajar en los grandes almacenes Sears. Sol¨ªa ir a buscar a Elizabeth a la escuela en un veh¨ªculo familiar que hab¨ªan comprado antes del infarto. En los EE?UU de la posguerra, el sue?o de la clase media inclu¨ªa dos coches, una casa, el hombre en la oficina o la f¨¢brica y la mujer en el hogar. Un d¨ªa, la madre apareci¨® en la escuela con el coche antiguo, un Studebaker achatarrado. Elizabeth pregunt¨® d¨®nde estaba el coche familiar, el nuevo.
¡ªSe lo han llevado ¡ªdijo la madre.
¡ª?Ad¨®nde? ¡ªpregunt¨® Elizabeth.
¡ªSe lo han llevado.
¡ª?Ad¨®nde?
¡ªNo pod¨ªamos pagarlo y se lo llevaron.
Pasar¨ªan d¨¦cadas antes de que Elizabeth Herring adquiriese conciencia pol¨ªtica y m¨¢s d¨¦cadas antes de dedicarse profesionalmente a la pol¨ªtica. Pero aquel d¨ªa y en aquel di¨¢logo, que Warren reproduce en su libro A Fighting Chance, algunas de sus ideas sobre el mundo ¡ªdesde la fragilidad de las clases medias al peligro del endeudamiento para la econom¨ªa¡ª tomaron cuerpo. Los reveses llevaron al padre a prohibirse a s¨ª mismo hablar de dinero: en casa era tab¨². Elizabeth opt¨® por lo contrario, por ¡°estudiar contratos, finanzas y, sobre todo, el fracaso econ¨®mico, para aprender todo lo posible¡±, escribe. De Oklahoma a Washington el camino no fue una l¨ªnea recta. Warren abandon¨® los estudios tras casarse con 19 a?os, regres¨® a la universidad siendo madre y se especializ¨® en una materia ¨¢rida que m¨¢s tarde constituir¨ªa la espina dorsal de su mensaje.
Elizabeth Warren se convirti¨® en una de las m¨¢ximas autoridades en la legislaci¨®n sobre bancarrotas personales, que permiten a las personas declararse incapaces de pagar sus facturas y, a cambio de perder los ahorros, acciones y a veces la casa y el coche, empezar de cero. Con otros profesores, y sobre la base de exhaustivas investigaciones de campo, Warren concluy¨® que la mayor¨ªa de personas que se declaraban en bancarrota hab¨ªan llegado a esta situaci¨®n por una enfermedad, un divorcio o la p¨¦rdida del trabajo. Las bancarrotas se disparaban incluso en los a?os de bonanza y las v¨ªctimas eran las familias de clase media, como la suya. El endeudamiento ¡ªpor el boom inmobiliario, el coste del seguro m¨¦dico, la inflaci¨®n en la educaci¨®n universitaria¡ª ahogaba a las familias. Un gasto inesperado, un aumento del paro las dejaba sin colch¨®n y las abocaba a la quiebra.
Hasta 2008 era una profesora de un tema ¨¢rido, las bancarrotas: la crisis la proyect¨® al centro del debate
El estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de 2008 colocaron la oscura materia de la profesora Warren en el centro del debate. Warren dise?¨® para el Gobierno de EE?UU una agencia de protecci¨®n de los consumidores de productos financieros. El objetivo era limitar los abusos de los bancos sobre los ciudadanos o la repetici¨®n de estafas como la de las hipotecas basura. Ella deb¨ªa presidir esta agencia, pero Obama acab¨® inclin¨¢ndose por un candidato menos correoso. El presidente no quer¨ªa al Pepito Grillo de la izquierda dentro: lo tiene fuera. En 2012, la profesora Warren conquist¨® el esca?o del Senado por Massachusetts que durante m¨¢s de cuatro d¨¦cadas hab¨ªa ocupado Ted Kennedy, icono del progresismo estadounidense y ¨²ltimo gigante de la dinast¨ªa.
Richard Trumka, el poderoso presidente de la AFL/CIO, el sindicato que representa a m¨¢s de 12 millones de trabajadores, describe a Warren como una pol¨ªtica con ¡°una honestidad y unos valores de los que no se desviar¨¢¡±. ¡°No s¨®lo cree en estos valores¡±, dijo en una conversaci¨®n reciente en Washington, ¡°sino que luchar¨¢ por ellos. Y esto es lo que hacen los l¨ªderes¡±. Trumka no oculta su sinton¨ªa con Warren pero se resiste a animarla a competir con Clinton por la nominaci¨®n del Partido Dem¨®crata. ¡°No entrar¨¦ en eso¡±, dice.
Warren reivindica la tradici¨®n del populismo en un pa¨ªs donde la palabra carece de connotaciones peyorativas. Aqu¨ª populista es quien defiende al pueblo contra las ¨¦lites. En el caso de Warren, contra Wall Street y contra sus aliados en Washington, dem¨®cratas y republicanos. ¡°Nadie en este pa¨ªs se hizo rico por s¨ª solo¡±, dice la senadora en uno de sus discursos m¨¢s conocidos. Es un argumento en favor de la redistribuci¨®n de la riqueza. Sin carreteras en condiciones, sin una fuerza laboral educada, sin una polic¨ªa y unos bomberos que preserven la seguridad ¡ªtodo, pagado con dinero p¨²blico¡ª, el sue?o americano no existir¨ªa y el capitalismo no funcionar¨ªa. En EE UU el populista no quiere derribar el sistema. Quiere purificarlo. Como escribi¨® Tocqueville, los estadounidenses renuevan sin cesar las cosas secundarias pero mantienen en pie las principales. ¡°Les encanta el cambio, pero temen las revoluciones¡±.
En el espectro ideol¨®gico de Estados Unidos, Warren se sit¨²a a la izquierda. Pese al eco transversal que tienen sus propuestas, su ret¨®rica y su biograf¨ªa, a su derecha tiene a buena parte de los dem¨®cratas, incluido a Obama, y a todo el Partido Republicano, que ve en ella a una socialista sin complejos. Su m¨¦rito ha consistido en articular, en los a?os posteriores a la Gran Recesi¨®n, un discurso sobre las desigualdades, los abusos de Wall Street y la erosi¨®n de la clase media con el que pueden identificarse estadounidenses de izquierdas y derechas. Nadie m¨¢s habla como ella en el Partido Dem¨®crata. Obama lo intenta con m¨¢s o menos fortuna. Hillary Clinton no ha aportado ideas originales a este debate, aunque su discurso econ¨®mico adopta tonos warrenianos. Incluso los republicanos, dedicados durante tiempo a la exaltaci¨®n del emprendedor y contrarios a la redistribuci¨®n, hablan de las desigualdades. Todos tienen algo de Warren ahora.
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