T¨²nez arrincona al salafismo
El actual Gobierno, una coalici¨®n de laicos e islamistas, ha detenido a cientos de seguidores de la corriente musulmana m¨¢s rigorista en los ¨²ltimos meses
Basta acercarse a la mezquita Al Fatah, desde la larga calle de la Libertad, para ver varias filas de hombres en la acera rezando de forma ordenada. Dentro no cabe un alfiler. Es viernes de oraci¨®n y el muec¨ªn ha entonado la llamada al rezo unos minutos despu¨¦s de la una de la tarde. El templo queda en el centro de T¨²nez, a unos 300 metros de la Gran Sinagoga. Al Fatah es una de las mezquitas tunecinas s¨ªmbolo del aumento del salafismo, una corriente del islam rigorista hacia la que muchos apuntan cuando la violencia sacude. Y el mi¨¦rcoles lo hizo con la brutalidad de un atentado terrorista en el Museo del Bardo, donde 23 personas fueron asesinadas.
Es esta ideolog¨ªa religiosa, en la que la ley isl¨¢mica es la ¨²nica fuente para dictar justicia, la que sigue a rajatabla el terrorismo de corte islamista. ¡°Eso [el atentado] no tiene nada que ver con el islam¡±, dice Emir, de 28 a?os, salafista de larga barba, sandalias y t¨²nica blanca.
Sea as¨ª o no ¡ªla investigaci¨®n sigue en curso¡ª el ataque contra los turistas extranjeros llega tras la detenci¨®n, durante los ¨²ltimos meses, de cientos de j¨®venes relacionados con el islamismo radical y el terrorismo.
Salafistas eran tambi¨¦n aquellos que, con violencia, pusieron en jaque la transici¨®n tunecina tras el derrocamiento del dictador y la victoria electoral del partido Ennahda, defensor de un islamismo pol¨ªtico de cuello blanco m¨¢s abierto, pero acusado en el pasado de ser muy laxo con movimientos islamistas radicales. Una laxitud que dio alas a los salafistas en la calle.
Corr¨ªa el verano de 2012 y los j¨®venes salafistas, a los que dirigentes de Ennahda llegaron a llamar ¡°hijos de la revoluci¨®n¡±, sembraban el caos en las calles de la capital tunecina. El l¨ªmite lo traspasaron con el asalto de la embajada estadounidense, durante el que murieron cuatro j¨®venes. Uno de los l¨ªderes de aquella revuelta, Abu Iyad, ligado a Ansar al Shar¨ªa, grupo con lazos en Al Qaeda, logr¨® esconderse de las fuerzas de seguridad precisamente en la mezquita Al Fatah.
El salafista Emir se dirige hacia una librer¨ªa junto al templo. El due?o, Al¨ª, de 43 a?os, define el establecimiento como salafista. El librero deja clara una cosa: ¡°Nosotros somos salafistas y, por tanto, actuamos del mismo modo que el profeta Mahoma y sus camaradas; el camino es recto¡±. Su mirada, inquisidora, no pierde tensi¨®n mientras se atusa la barba, gris¨¢cea como su vestimenta. ¡°A m¨ª me ven as¨ª por la calle y no dejan de mirarme, creen que soy un terrorista, pero no lo somos¡±, asegura antes de recordar su paso por prisi¨®n en tiempos de la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali, derrocado en 2011. Preguntado sobre la oleada de detenciones recientes, responde: ¡°Quiz¨¢ sean amigos de terroristas o est¨¦n vinculados a ellos¡±.
Cuando lider¨® el Gobierno, Ennahda fue criticada por su laxitud con los ultras
El tendero habla de los arrestos de las fuerzas de seguridad tras el atentado en el Museo del Bardo, muchos practicados en el barrio tunecino de Ibn Jaldun, de donde era Yassine Laabidi, uno de los atacantes. Pero Al¨ª se refiere tambi¨¦n a la oleada de detenciones acometidas desde finales del pasado a?o por la polic¨ªa y vinculadas al islamismo extremista y redes yihadistas. El Ministerio del Interior confirm¨® que en tan solo tres d¨ªas de febrero apres¨® a un centenar de individuos, aunque algunos hablan ya del millar.
Rim Ben Salah trabaja en la ayuda psicol¨®gica a familias de presos maltratados. Empez¨® con la organizaci¨®n brit¨¢nica Reprieve tras la llegada de exprisioneros de Guant¨¢namo. Ahora sigue viajando al sur, hacia la frontera argelina, a ciudades bien peliagudas como El Kef o Sidi Bouzid, s¨ªmbolo de la revoluci¨®n. ¡°Muchos de los j¨®venes detenidos recientemente¡±, dice Ben Salah, ¡°siguen bajo custodia sin que siquiera se hayan presentado cargos¡±. Llegaron una noche, los detuvieron y hasta ahora. ¡°Las familias¡±, prosigue, ¡°se encolerizan tras las detenciones; no me extra?ar¨ªa ver a algunos de esos presos un d¨ªa involucrados en actos de violencia¡±.
Los m¨¢s integristas opinan que hacer pol¨ªtica es apartarse del ¡°camino recto¡±
Los que participaron en la oleada salafista de 2012 ya no cuentan con la laxitud del Ejecutivo, hoy copado por hombres del presidente Beyi Caid Essebsi, antiguo dirigente del r¨¦gimen, y con presencia del partido islamista Ennahda.
De uno de los pasillos de la librer¨ªa sale un ayudante de Al¨ª, Hamdi, de 29 a?os. Bien rollizo y risue?o, Hamdi ha estado rezando tambi¨¦n en la mezquita salafista Al Fatah. ¡°Con el actual Gobierno no tenemos relaci¨®n alguna¡±, dice Hamdi en un excelente franc¨¦s, ¡°nosotros, los salafistas, no hacemos pol¨ªtica¡±. Al¨ª asiente. Ellos consideran que siguen el camino recto y que Ennahda se torci¨® definitivamente. Al¨ª, como Emir, cree que los terroristas son ¡°j¨®venes que confundieron el camino del islam¡±. Y que alguien manipul¨®. ¡°Tampoco son verdaderos salafistas esos que deg¨¹ellan en Siria e Irak¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.