En las entra?as de la ¡®yihad 2.0¡¯ con Abu Bilel
Una periodista hizo creer a un yihadista que se iba a casar con ¨¦l para extraer informaci¨®n sobre el Estado Isl¨¢mico
Una periodista, ataviada con velo, sentada frente a un ordenador, en Par¨ªs. Bajo una identidad falsa, mantiene una conversaci¨®n por Skype con Abu Bilel, un combatiente franc¨¦s del Estado Isl¨¢mico que habla desde Siria, un hombre cercano a Abubaker al Bagdadi, el autoproclamado califa del Estado Isl¨¢mico.
¡ª?Y contra qu¨¦ tipo de infieles has luchado hoy?
¡ªContra los infieles de Al Nusra. Han disfrutado, cr¨¦eme.
Con una sonrisa de satisfacci¨®n, el terrorista franc¨¦s saca su tel¨¦fono m¨®vil y muestra una foto de cad¨¢veres mutilados a la pantalla.
¡ªNo la he visto bien. ?Ens¨¦?amela otra vez!
¡ªNo, te reservo lo mejor para cuando llegues.
¡ªPero, ?eran cabezas cortadas?
Como ¨²nica respuesta, el terrorista gui?a el ojo a M¨¦lodie con una gran sonrisa en los labios.
¡ªMatas a personas¡ eso no cuadra con el islam que he elegido.
¡ªHermana, las guerras siempre han precedido a la paz, como ordena Al¨¢. As¨ª, t¨² y yo podremos formar una familia aqu¨ª¡ Mashallah [expresi¨®n de alegr¨ªa, gratitud]. Nunca me has dicho si te parezco guapo. Cont¨¦stame sinceramente.
M¨¦lodie es un nombre ficticio. El que utiliz¨® la periodista francesa ante el terrorista para investigar la yihad 2.0 y extraerle confesiones como esta. Anna Erelle es otro nombre ficticio. El nombre bajo el que se presenta en esta luminosa tarde del mi¨¦rcoles pasado en Par¨ªs.
Ella quer¨ªa entender c¨®mo funciona la captaci¨®n de j¨®venes para la yihad en las redes. Quer¨ªa explicar c¨®mo es posible que haya chicas de 20 a?os que dejan ciudades como Par¨ªs o Bruselas con una sonrisa, ligeras de equipaje, para trasladarse a m¨¢s de 4.000 kil¨®metros de distancia, ponerse un burka y empu?ar un Kal¨¢shnikov. A sus algo m¨¢s de 30 a?os, esta periodista freelance ya contaba con ocho de recorrido profesional a sus espaldas. Hab¨ªa escrito algunos reportajes sobre las banlieu ¡ªsuburbios franceses¡ª y el yihadismo. Ten¨ªa un perfil falso en una red social para husmear en esos submundos de la Red, en esas realidades paralelas. Conoc¨ªa el terreno.
No soy Salman Rushdie, mi vida no ha cambiado tanto como la suya, pero hay un antes y un despu¨¦s de todo esto¡±
Una noche de abril de 2014, ve un v¨ªdeo de un yihadista franc¨¦s con unas Ray-Ban de espejo alardeando en un 4X4. Exhibe orgulloso una ametralladora Uzi y otra M16 supuestamente robada a un marine en Irak.
La periodista comparte el v¨ªdeo desde su perfil falso en la red y poco despu¨¦s le llegan tres mensajes privados consecutivos. Se los env¨ªa Abu Bilel.
As¨ª empieza su aventura online. Bilel no para de enviarle misivas y pronto empiezan a comunicarse por v¨ªdeo a trav¨¦s de Skype. Ella va cotejando informaciones que obtiene con algunas de sus fuentes en el mundo del yihadismo, hace b¨²squedas en Internet. En un primer momento, reconoce, tiene algunas dudas deontol¨®gicas sobre su proceder, por aquello de ocultarse bajo una identidad falsa. ¡°Pero frente a m¨ª ten¨ªa a un terrorista que corta cabezas semanalmente, as¨ª que las cuestiones de ¨¦tica se me pasaron r¨¢pidamente¡±, asegura, con aplomo, recordando aquellos d¨ªas.
Bilel despliega sus encantos ante una chica que, cree, tiene 20 a?os, ataviada con su velo. ¡°Ese tipo de hombres valientes, mayores que ellas, gustan a esas j¨®venes; se sienten solicitadas¡±, explica Erelle. Son chicos que en su pa¨ªs de origen viven en los m¨¢rgenes de la sociedad y, cuando se trasladan a Siria, se convierten en h¨¦roes. Pasan del rechazo a la gloria.
El combatiente, nacido en la localidad de Roubaix, con un peque?o historial de robos a mano armada y alunizajes en sus a?os en territorio franc¨¦s, tarda poco en pedirle matrimonio y decirle que se una a ¨¦l en Siria. Pretende que ella deje su vida de infiel para abrazar una vida ¡°en el para¨ªso¡±, con clases de tiro por las ma?anas y compras con las que ser¨ªan sus nuevas amigas, las mujeres de sus hermanos, por las tardes.
La luz entra por la ventana de un caf¨¦ del que no se pueden dar demasiados detalles por cuestiones de seguridad, cercano al gigantesco pulm¨®n verde de la capital francesa, el Bois de Boulogne. ¡°No soy Salman Rushdie, mi vida no ha cambiado tanto como la suya, pero hay un antes y un despu¨¦s de todo esto¡±, dice Erelle frente a una mesa donde reposan su iPhone y los restos del sandwich que se acaba de tomar. Erelle escucha las preguntas con tranquilidad, responde con firmeza. Su perro, que tanta compa?¨ªa le hace en estos d¨ªas complejos en los que tanta gente se ha alejado de ella por miedo, descansa a apenas unos metros de la mesa en que se celebra el encuentro.
Erelle asegura que hay un v¨ªdeo circulando por Internet con una foto suya en la que se llama a su asesinato.
Durante un mes, la periodista le sigue el juego a Bilel para seguir extray¨¦ndole informaci¨®n. Hasta que llega el momento de ir a reunirse con ¨¦l. ¡°Nunca me plante¨¦ la posibilidad de ir a Siria¡±, sostiene, ¡°hubiera sido suicida¡±. Y describe al terrorista: ¡°?l dec¨ªa que la vida era un gran teatro y que no debe ser m¨¢s que un gran divertimento. Pero para ¨¦l la fiesta no era beber alcohol e ir a ver chicas, era matar gente¡±.
Seg¨²n pudo averiguar la periodista francesa, se trata del yihadista franc¨¦s m¨¢s pr¨®ximo a Al Bagdadi. Jefe de una brigada en Raqqa, fortaleza del Estado Isl¨¢mico en Siria, y responsable del aparato de reclutamiento, Bilel es retratado por Erelle como un hombre en un continuo ascensor emocional. Un tipo ¡°perdido¡± que responsabiliza de todas sus penurias a su pa¨ªs de origen, Francia. ¡°Estos individuos son muy peligrosos porque conocen muy mal la religi¨®n. Y su objetivo final es vengarse del pa¨ªs de Occidente del que vienen¡±.
Las comunicaciones de la periodista fueron intervenidas por las autoridades mientras elaboraba su reportaje, cuenta ella. Tres semanas m¨¢s tarde, dos filiales de la red de reclutamiento yihadista, en Estrasburgo y Albertville, fueron desmanteladas por la polic¨ªa. Erelle cree que el Estado Isl¨¢mico la culpa no solo de la trampa que le tendi¨® a Bilel, sino de la ca¨ªda de estas filiales. La periodista francesa relata toda su historia en En la piel de un yihadista (Debate), que se publica esta semana en Espa?a.
El 6 de mayo de 2014, un tuit de David Thomson, reputado periodista de la Radio France Internationale especializado en integrismo religioso, daba por muerto a Abu Bilel en una explosi¨®n en un t¨²nel. Pero la polic¨ªa francesa a¨²n no lo ha hecho. ¡°No poseen pruebas materiales de que haya muerto, as¨ª que lo tienen clasificado como Bilel vivo¡±, dice Erelle. En ocasiones, los yihadistas simulan un fallecimiento para aparecer a?os despu¨¦s bajo una nueva identidad.
Erelle cuenta que el Ministerio del Interior franc¨¦s y la polic¨ªa est¨¢n preocupados por ella. Asegura que hay un v¨ªdeo circulando por Internet con una foto suya en la que se llama a su asesinato. Las autoridades, dice, han comprobado que esa amenaza fue emitida desde Siria. Y la Direcci¨®n General de Seguridad Interior, as¨ª como la Direcci¨®n General de Seguridad Exterior, le han asignado un programa de protecci¨®n desde los atentados contra Charlie Hebdo ¡ªel Ministerio del Interior galo no quiere confirmar ni desmentir ninguno de estos aspectos¡ª el pasado enero.
Mientras tanto, Erelle sigue recibiendo amenazas en las redes sociales por haber traicionado a un yihadista.
¡°La agresividad de las amenazas que recibo de sus m¨¢s cercanos, que me insultan¡±, dice Erelle, ¡°me lleva a pensar que me atacan porque hay un difunto detr¨¢s; es lo que yo siento¡±.
El precio que la periodista ha pagado por su trabajo es alto. Est¨¢n las amenazas, s¨ª. Pero no solo eso. ¡°Mucha gente ha salido de mi vida sin que yo lo quiera, gente que tiene miedo de verme muy a menudo o de demasiado cerca. Pero si tuviera que hacerlo, volver¨ªa a hacerlo. Vali¨® la pena, por supuesto. Tuve acceso a mucha informaci¨®n sin tener que ir al infierno¡±.
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