Soldaditos de plomo
Estados Unidos apoya el proceso de paz colombiano, mientras sigue vendiendo armas y comprando drogas a M¨¦xico, que pone unos 120.000 muertos en la guerra que se libra en la frontera que separa a los dos colosos del Norte. Gana EE UU, pierde M¨¦xico
Las nuevas generaciones no conocen t¨¦rminos como Guerra Fr¨ªa. Ahora el mundo es multipolar, pero vuelve el poder¨ªo estadounidense y se nota. El gigante se despereza y despedaza la geoestrategia que brot¨® el 11-S. Aunque ese d¨ªa es cada vez m¨¢s un recuerdo, sus consecuencias siguen aflorando.
Estados Unidos ha vuelto la vista a Latinoam¨¦rica. Ha tomado el bol¨ªgrafo de la negociaci¨®n y se ha sentado en la mesa de la paz con Cuba. Tambi¨¦n apoya el proceso de paz colombiano, mientras sigue vendiendo armas y comprando drogas a M¨¦xico, que pone unos 120.000 muertos en la guerra que se libra en la frontera que separa a los dos colosos del Norte. Gana EE?UU, pierde M¨¦xico.
Pese a su reciente ret¨®rica, Washington sabe que Venezuela no es una amenaza a su seguridad. El peligro no viene de las bravuconadas, groser¨ªas o simplezas de un pseudogobernante nombrado por Ch¨¢vez para vengarse de la historia venezolana (igual que Tiberio se desquit¨® de Roma al nombrar a Cal¨ªgula como sucesor). Sab¨ªa que Maduro le har¨ªa eterno. El peligro no viene de que Venezuela, su petr¨®leo, su fracaso, su hambre y su falta de pa?ales y p¨ªldoras anticonceptivas, puedan poner en peligro a la gran potencia.
El peligro viene porque, en este escenario multipolar, tres colosos se reparten los restos de Latinoam¨¦rica. Uno, China, cada vez m¨¢s potente en lo econ¨®mico y m¨¢s d¨¦bil en lo pol¨ªtico. Dos, Estados Unidos, que ha recuperado su poder, y Rusia, dispuesta a retomar por las armas su antigua fortaleza. Cuando Putin sue?a por las noches con ¡°el ma?ana¡±, ve las banderas rojas del ayer. Cuando piensa el papel que le corresponder¨ªa a la Rusia que gobierna, piensa en el pa¨ªs de Stalin o Breznev, nunca en el de Gorbachov.
El peligro real viene porque Estados Unidos tiene dos grandes negociaciones sobre la mesa: una, con Ir¨¢n, que supone una sacudida en sus relaciones con el lobby jud¨ªo; y otra con Cuba. El peligro latente es que Venezuela es el segundo comprador mundial de Kal¨¢shnikov. Salvo los carteles mexicanos, que le llaman ¡°cuerno de chivo¡±, nadie ha comprado m¨¢s AK-47 que Ch¨¢vez, 100.000 al a?o en 2005. Adem¨¢s, desde 2012, los produce y ha invertido unos 12.000 millones de d¨®lares de su oro negro en toda clase de armamento ruso: desde cazas hasta misiles y tanques.
El peligro viene porque la lectura de Latinoam¨¦rica hay que hacerla no s¨®lo respecto a las materias primas, sino tambi¨¦n a la penetraci¨®n de las armas. Hay tres proveedores: el primero y m¨¢s importante sigue siendo EE?UU, con el 31% de las ventas, unos 640 billones de d¨®lares anuales. El segundo, con una tecnolog¨ªa muy considerable es Rusia (con el 27%) y el tercero, China, con un 6% y subiendo.
El poder¨ªo chino se debe no tanto a su penetraci¨®n militar, sino a la compra masiva de materias primas. As¨ª, Pek¨ªn firma inacabables talones con dinero procedente del consumo de un mundo occidental que firm¨® su sentencia de muerte por su avidez de adquirir a bajo precio lo que produc¨ªan 800 millones de esclavos.
Venezuela es la gran moneda de cambio de la negociaci¨®n entre Cuba y Estados Unidos. Como en la crisis de los misiles de la era Kennedy, ahora toca la crisis del banano con Maduro porque, mientras saca a la calle desfiles c¨ªvico-militares para mostrar la potencia de su revoluci¨®n ¡ªen la que nadie cree¡ª, se negocia en mesas en Miami o de La Habana. Venezuela no es ning¨²n peligro porque durar¨¢ lo que dure la negociaci¨®n con Cuba. Cuando la Casa Blanca termine sus conversaciones con la isla y esta sea aceptada por la comunidad internacional y su pueblo tenga un futuro, los venezolanos desaparecer¨¢n como la realidad pol¨ªtica que nunca fueron, pero so?aron mientras dur¨® Ch¨¢vez y su interminable petr¨®leo.
Ver el espect¨¢culo pat¨¦tico de los desfiles venezolanos aleja el ideal ut¨®pico del paseo por las alamedas donde, m¨¢s pronto que tarde, los hombres libres volver¨¢n a caminar. Primero, porque el conflicto es falso. Segundo, porque es una disputa entre tres gigantes sobre un pa¨ªs desarmado de autoestima con un nacionalismo de bolsillo que ni siquiera convence a los m¨¢s necesitados. Tercero, porque es una guerra sin balas y muestra la incapacidad gubernamental.
Es un espect¨¢culo desalentador donde lo ¨²nico importante es qu¨¦ sacar¨¢ Estados Unidos de su vuelta a Latinoam¨¦rica y decidir qu¨¦ quedar¨¢ para chinos y rusos, que s¨ª est¨¢n en guerra con Occidente. La pregunta es c¨®mo har¨¢n los rusos para hacer sentir su presencia en esa zona tan sensible para Washington. Eso s¨®lo lo sabr¨¢n despu¨¦s de perder Cuba. Mosc¨² puede intentar, sabiendo que La Habana ser¨¢ al final la que entregar¨¢ o no a Caracas, hacer que su cu?a sea en el otrora pa¨ªs de Ch¨¢vez.
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