El desgaste moral de la OEA y sus lecciones para Unasur
Mientras se interpreta la situaci¨®n de Venezuela con estad¨ªsticas, los familiares de las v¨ªctimas la recordar¨¢n como una tragedia
"?Y Cu¨¢ntas divisiones tiene el Papa?" Al contestar el vituperio de Stalin, Pio XI se limit¨® a lo eclesi¨¢stico, consciente de que en la primera mitad del siglo XX no lograr¨ªa persuadir al jefe de Estado de una poderosa Uni¨®n Sovi¨¦tica con argumentos de orden moral: "D¨ªgale a mi hijo Josef que encontrar¨¢ mis divisiones en la eternidad". Cincuenta a?os m¨¢s tarde, Juan Pablo II apoyar¨ªa las demandas de libertad de asociaci¨®n de sus coterr¨¢neos polacos y lograr¨ªa influenciar la decisi¨®n de Mosc¨² de no intervenir militarmente en la liberalizaci¨®n pol¨ªtica en Polonia.
Tras el fin de la Guerra Fr¨ªa, la consolidaci¨®n de un orden multipolar trajo consigo no s¨®lo el esparcimiento de la hegemon¨ªa de Estados Unidos y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino la redefinici¨®n de formas inmateriales de autoridad. En un escenario en que el poder¨ªo pol¨ªtico ya no descansa exclusivamente en recursos militares y econ¨®micos, son frecuentes los pronunciamientos de l¨ªderes de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo retando la autoridad de potencias mundiales.
En el continente americano, esta realidad se ha evidenciado en alocuciones de diplom¨¢ticos de pa¨ªses del ALBA desafiando a sus pares estadounidenses. Paralelamente, diferentes gobiernos de la regi¨®n han promovido que Unasur asuma un rol m¨¢s protag¨®nico en la mediaci¨®n de crisis pol¨ªticas internas, procesos de observaci¨®n electoral y otras funciones que hasta hace una d¨¦cada eran casi privativas de la OEA.
Diferentes gobiernos de la regi¨®n proponen que Unasur asuma un rol m¨¢s protag¨®nico en la mediaci¨®n de crisis pol¨ªticas internas
Entre las razones de la disminuci¨®n de la importancia de la OEA, una muy palpable es la memoria de los ciudadanos de Am¨¦rica sobre su actuar. El respaldo diplom¨¢tico que Estados Unidos brind¨® a dictaduras militares pas¨® pr¨¢cticamente inadvertido por sus ¨®rganos pol¨ªticos, por lo que no es exagerado decir que durante el per¨ªodo m¨¢s ¨¢lgido de la Guerra Fr¨ªa la OEA actu¨® como un ap¨¦ndice de la pol¨ªtica externa estadounidense. As¨ª lo demuestra la intervenci¨®n de una "fuerza interamericana de paz" en la guerra civil dominicana de 1965. Su composici¨®n ¡ªdecenas de polic¨ªas costarricenses, cientos de militares brasile?os, hondure?os, nicarag¨¹enses y paraguayos y 42,000 marines¡ª denota la preocupaci¨®n de Lyndon Johnson de que una victoria de las tropas constitucionalistas leales al Presidente Juan Bosch podr¨ªa conllevar a un r¨¦gimen filocastrista en Rep¨²blica Dominicana.
En la d¨¦cada de 1970, los pronunciamientos m¨¢s visibles de defensa de los derechos humanos por parte de la OEA coincidieron con la llegada de Jimmy Carter a la Casa Blanca. Mientras en la d¨¦cima Asamblea General de la organizaci¨®n Carter critic¨® las atrocidades perpetradas por la dictadura militar argentina, el canciller del pa¨ªs sure?o amenaz¨® con denunciar la Carta de la OEA, a la cual acus¨® de infringir el principio de no intervenci¨®n en los asuntos internos de los Estados miembros.
La dificultad en armonizar el referido principio con la primac¨ªa de los derechos humanos parece ser una constante en los esfuerzos de integraci¨®n regional, habi¨¦ndose manifestado recientemente en la actuaci¨®n de la propia OEA y de Unasur en torno a la crisis de gobernabilidad en Venezuela. A lo largo del 2014, 43 manifestantes fallecieron y centenas resultaron heridos de impactos de armas de fuego disparadas por agentes de seguridad o particulares actuando bajo su connivencia. Luego de un discreto pronunciamiento del Consejo Permanente de la OEA, los Cancilleres de Unasur se posicionaron el 12 de marzo de 2014, un mes despu¨¦s del inicio de los disturbios. Si bien ambos organismos reivindicaron el respeto a los derechos humanos en sus resoluciones, no hicieron ning¨²n llamado a que se investiguen y cesen los abusos ampliamente denunciados.
Unasur prioriza la no intervenci¨®n en Venezuela y obvia cualquier llamado a que se sancionen las violaciones a los derechos humanos
A comienzos de 2015, un nuevo saldo de fallecidos, torturados y detenidos tuvo lugar tras la reacci¨®n, nuevamente en las calles, a la detenci¨®n del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma. Mientras esta detenci¨®n engord¨® la lista de opositores silenciados bajo rejas, el empleo desproporcionado de la fuerza durante las protestas y la impunidad en torno a estos hechos son sintom¨¢ticos del desgobierno en Venezuela. Pese a que la mayor¨ªa de las muertes ha sido registrada en marchas de oposici¨®n al gobierno, son varios los polic¨ªas y simpatizantes de Maduro igualmente fallecidos en asaltos armados.
Hasta la fecha Unasur ha priorizado la no intervenci¨®n en los asuntos internos de Venezuela y obviado cualquier llamado a que se sancionen las graves violaciones a derechos humanos cometidas en el pa¨ªs. Es cierto que la ingobernabilidad provocada al menos parcialmente por Nicol¨¢s Maduro no es comparable con el terrorismo de Estado patrocinado por Jorge Rafael Videla. Pero a los fines de la primera gran prueba de autoridad moral de Unasur no hace falta que los muertos y heridos lleguen a la casa de los miles. Mientras dicho ¨®rgano interpreta la situaci¨®n actual de Venezuela como una estad¨ªstica, su poblaci¨®n y sobre todo los familiares de las v¨ªctimas la recordar¨¢n como una tragedia.
Daniel Cerqueira es oficial de programa s¨¦nior de la Fundaci¨®n para el Debido Proceso. Twitter @dlcerqueira
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