Obama se juega con Ir¨¢n su legado

El presidente Barack Obama se juega en las pr¨®ximas horas buena parte de su cr¨¦dito en pol¨ªtica exterior. La decisi¨®n de negociar un acuerdo nuclear con Ir¨¢n, un pa¨ªs enfrentado con EE UU durante m¨¢s de tres d¨¦cadas, amenaza con alterar los delicados equilibrios en Oriente Pr¨®ximo. Los aliados m¨¢s pr¨®ximos de Washington en la regi¨®n, Arabia Saud¨ª e Israel, temen que el acuerdo legitime a Ir¨¢n y que este pa¨ªs ampl¨ªe su influencia.

La Administraci¨®n Obama ha invertido tiempo y esfuerzo, contra la opini¨®n del Congreso, de Israel, de los ¨¢rabes sun¨ªes, en una negociaci¨®n que, triunfe o fracase, definir¨¢ la presidencia del dem¨®crata Obama. El secretario de Estado, John Kerry, ha dedicado decenas de horas a negociar cara a cara con su hom¨®logo iran¨ª, Mohamed Javad Zarif. En los ¨²ltimos meses, Obama se ha comunicado, por tel¨¦fono y carta, con el presidente iran¨ª, Hassan Rohan¨ª.

Obama pas¨® este lunes el d¨ªa en Boston, donde se inaugur¨® el Instituto Edward Kennedy, fallecido en 2009, que fue senador durante 46 a?os. Kerry, disc¨ªpulo de Edward Kennedy, anul¨® su asistencia para seguir negociando con Ir¨¢n en Lausana (Suiza). Washington y Teher¨¢n rompieron las relaciones diplom¨¢ticas tras la revoluci¨®n iran¨ª de 1979. Para Washington, Ir¨¢n ha sido desde un miembro del ¡°eje del mal¡±, por citar la expresi¨®n que us¨® la Administraci¨®n Bush, a un promotor del terrorismo internacional. Para Teher¨¢n, EE UU era el ¡°Gran Sat¨¢n¡±. Israel ve en Ir¨¢n un pa¨ªs decidido a aniquilar al suyo, una opci¨®n que la posesi¨®n del arma at¨®mica facilitar¨ªa.

Un fracaso en Lausana alimentar¨ªa los argumentos de los partidarios de la opci¨®n b¨¦lica para evitar el Ir¨¢n nuclear. Un acuerdo desbrozar¨ªa el camino para la reconciliaci¨®n que, en ¨²ltima instancia, desembocar¨ªa en el restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas. La mera posibilidad somete a una enorme tensi¨®n el juego de alianzas. Pero nadie en Washington se hace ilusiones de que esto vaya a ocurrir pronto.

Estos d¨ªas, EE UU respalda a Arabia Saud¨ª en la ofensiva contra los rebeldes Huthi en Yemen. Ir¨¢n respalda a los Huthi. Por tanto, EE UU se enfrenta, por pa¨ªses y grupos interpuestos, con Ir¨¢n. El mismo Ir¨¢n con el que, en medio de una enorme desconfianza, combate en el mismo bando en Irak contra el Estado Isl¨¢mico y con el que negocia en Lausana. Nada es sencillo en el ajedrez de Oriente Pr¨®ximo.

La mayor¨ªa republicana del Congreso de EE UU y algunos dem¨®cratas acusan a Obama de buscar el acuerdo a toda costa. Sostienen que un mal acuerdo permitir¨¢ a Ir¨¢n acceder a la bomba nuclear e incentivar¨ªa una carrera de armamentos que desestabilizar¨¢ Oriente Pr¨®ximo. Son argumentos parecidos a los que el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, plante¨® a principios de marzo en el Congreso.

Otro temor es que Ir¨¢n, ya reforzado en Irak, Siria, L¨ªbano y Yemen tras m¨¢s una d¨¦cada de errores de c¨¢lculos de EE UU, se consolide como potencia regional chi¨ª.

¡°El presidente ha dejado claro que no aceptar¨¢ un mal acuerdo¡±, se defendi¨®, en declaraciones a la prensa durante el vuelo del Air Force One de Washington a Boston, Eric Schulz, portavoz adjunto de la Casa Blanca. ¡°No voy a presuponer que habr¨¢ un fracaso. Estas decisiones no llegan hasta el ¨²ltimo minuto¡±. Un pacto con Ir¨¢n, seg¨²n la Casa Blanca, es la mejor manera de impedir que acceda al arma nuclear y de evitar una soluci¨®n militar.

Un fracaso en Suiza reabrir¨ªa las dudas sobre el legado en pol¨ªtica exterior

Se han comparado las negociaciones con Ir¨¢n con las que llevaron a la reconciliaci¨®n de EE UU con China en los a?os setenta, durante la presidencia del republicano Richard Nixon. La diferencia respecto a Nixon es que este contaba con el amparo de su partido, el republicano, y en cambio Obama tiene el flanco interno descubierto. El Congreso no tiene capacidad para impedir el acuerdo pero s¨ª para ponerle trabas.

Una de las prioridades de Obama, si las negociaciones concluyen con ¨¦xito, es desactivar las iniciativas para abortar el acuerdo. Los senadores Bob Corker, republicano, y Bob Men¨¦ndez, dem¨®crata, entre otros, han propuesto una ley que otorgar¨ªa a Congreso la capacidad para aprobar, vetar o enmendar el acuerdo, y decidir si se levantan las sanciones, una de las claves de la negociaci¨®n.

Pero el presidente podr¨ªa vetar esa ley. Y esa es su intenci¨®n. Obama parece dispuesto a debatir una ley que, sin dar la ¨²ltima palabra al Congreso, reforzase su papel supervisor. El papel del Congreso deb¨ªa ser ¡°robusto¡±, pero ¡°consultivo¡±, dijo Schulz. La Casa Blanca defiende que el presidente puede firmar el acuerdo y levantar parte de las sanciones unilateralmente.?

Hasta ahora, la pol¨ªtica exterior de Obama, quien siempre ha apostado por la v¨ªa diplom¨¢tica, hab¨ªa sido reactiva: las fallidas retiradas de Irak, la respuesta ineficaz al expansionismo de Rusia, el giro estrat¨¦gico no concluido a Asia. Con el anuncio del restablecimiento de las relaciones con Cuba, primero, y ahora con el posible acuerdo con Ir¨¢n, pasa a la ofensiva, intenta modelar el mundo de acuerdo con su doctrina de pol¨ªtica internacional. De ah¨ª el riesgo: un fracaso en Lausana reabrir¨¢ los interrogantes sobre la pol¨ªtica exterior del presidente.