Una cuesti¨®n de orgullo nacional
La vocaci¨®n de potencia regional de Ir¨¢n explica su empe?o en desarrollar energ¨ªa at¨®mica
?Necesita energ¨ªa nuclear un pa¨ªs con las terceras reservas probadas de petr¨®leo del mundo y las primeras de gas? Los dirigentes iran¨ªes han justificado su programa at¨®mico por el progresivo agotamiento de los hidrocarburos y la creciente demanda energ¨¦tica de su poblaci¨®n, casi 80 millones. Aunque v¨¢lido, ese argumento no explica del todo el empe?o por enriquecer uranio que est¨¢ en el origen de la crisis. Pero tan importante o m¨¢s en sus c¨¢lculos estrat¨¦gicos es la vocaci¨®n de potencia regional de Ir¨¢n.
Los iran¨ªes se ven a s¨ª mismos muy por delante de sus vecinos, sean Afganist¨¢n y Pakist¨¢n en su frontera oriental o los pa¨ªses ¨¢rabes al otro lado del golfo P¨¦rsico. Su sentido de la historia apoya en buena media esa ambici¨®n que no es nueva. El desarrollo industrial y tecnol¨®gico siempre ha sido un objetivo de sus l¨ªderes. Las aspiraciones nucleares forman parte de ese contexto.
Ya antes de la revoluci¨®n de 1979 que dio lugar a la Rep¨²blica Isl¨¢mica, el Shah plane¨®, con ayuda de la iniciativa ?tomos por Paz de Estados Unidos, un proyecto que inclu¨ªa adem¨¢s de un reactor de investigaci¨®n en Teher¨¢n (1959), la construcci¨®n de varias centrales at¨®micas con el objetivo de lograr 23.000 MW en dos d¨¦cadas. La primera de ellas se empez¨® a levantar en Bushehr tras la crisis del petr¨®leo de 1973, para beneficiarse de los altos precios del crudo dedicando una mayor parte a la exportaci¨®n.
De entonces data un acuerdo con el Instituto Tecnol¨®gico de Massachussets para la formaci¨®n de t¨¦cnicos, que benefici¨® entre otros a Ali Akbar Salehi, hoy director de la Organizaci¨®n de la Energ¨ªa At¨®mica de Ir¨¢n (OIEA) y miembro del equipo negociador iran¨ª. Tambi¨¦n los esfuerzos del Shah por dotarse de armas at¨®micas, sin despertar la preocupaci¨®n norteamericana. ¡°Estados Unidos estableci¨® las bases para un Ir¨¢n nuclear¡±, asegura el diplom¨¢tico y antiguo portavoz nuclear Hossein Mousavian, en su memoria The Iranian Nuclear Crisis.
Hasta 1979. Primero, la revoluci¨®n y despu¨¦s, la guerra con Irak (1980-1988) frenaron esas ambiciones. Irak bombarde¨® la planta de Bushehr en 1987, pero adem¨¢s la colaboraci¨®n extranjera qued¨® suspendida. El pa¨ªs, por su parte, ten¨ªa otras prioridades m¨¢s inmediatas. Sigui¨® manteniendo no obstante, el reactor de investigaci¨®n y, como firmante del Tratado de No Proliferaci¨®n desde 1968, sigui¨® recibiendo las inspecciones del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica.
Por eso ahora, la mayor¨ªa de los iran¨ªes, favorables o contrarios al sistema, no entienden que se haya armado tanto revuelo con el descubrimiento de su programa secreto en 2002 (¡°no podr¨ªamos haberlo hecho de otra forma¡±, aducen) y les cuesta encajar las duras restricciones que se quieren imponer a su desarrollo. Sienten que se les exige un nivel de escrutinio mucho mayor que al resto de los pa¨ªses en su situaci¨®n.
En el camino, durante los mandatos de Mahmud Ahmadineyad (2005-2013) se hicieron importantes campa?as publicitarias equiparando tecnolog¨ªa nuclear y avance cient¨ªfico. El asunto se convirti¨® en una cuesti¨®n de orgullo nacional. ¡°La energ¨ªa nuclear es nuestro derecho irrenunciable¡±, aseguraba una barra en todos los programas de la televisi¨®n estatal, incluidos los infantiles. Una poblaci¨®n deseosa de progresar y de ser reconocida en pie de igualdad, despu¨¦s de que la revoluci¨®n y la toma de la Embajada de Estados Unidos le convirtieran en un paria internacional, respald¨® sin fisuras el empe?o.
Nadie se preguntaba entonces por el coste econ¨®mico o las consecuencias medioambientales que en otras partes del mundo hab¨ªan llevado al cierre de las centrales nucleares. No hab¨ªa debate. Tampoco se explicaba que otros pa¨ªses ten¨ªan energ¨ªa at¨®mica sin necesidad de completar el ¡°ciclo del combustible¡±, el controvertido proceso de enriquecimiento de uranio, que adem¨¢s de producir combustible tambi¨¦n sirve para fabricar el material fisible de las bombas. Para los iran¨ªes, esa no era una opci¨®n debido al recelo y la sospecha del exterior.
En los ¨²ltimos a?os y al hilo de las sanciones, han crecido las cr¨ªticas a la gesti¨®n que las autoridades han hecho de la crisis nuclear, pero el apoyo al programa sigue siendo mayoritario. Aunque en general los iran¨ªes se oponen a las armas at¨®micas, hay muchos que se preguntan por qu¨¦ sus vecinos India, Pakist¨¢n e Israel s¨ª pueden tenerlas. Esa discriminaci¨®n toca una vez m¨¢s la fibra sensible de los iran¨ªes.
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