Shadi Sadr: ¡°Las mujeres en Ir¨¢n se sienten ciudadanas de segunda clase¡±
¡°La situaci¨®n de los derechos humanos sigue igual o incluso peor con Rohan¨ª¡±, afirma
¡°Si me hubiera quedado en Ir¨¢n, ahora mismo estar¨ªa en la c¨¢rcel. Y habr¨ªa recibido 74 latigazos¡±, cuenta Shadi Sadr (Teher¨¢n, 1974), abogada y activista por los derechos de la mujer. Hace seis a?os, con la certeza de que ir¨ªan a detenerla, cogi¨® a su hija, que ahora tiene 15 a?os, y abandon¨® su pa¨ªs. Ahora vive en Londres, donde fund¨® una organizaci¨®n, Justice for Iran, que vela por las minor¨ªas sexuales, ¨¦tnicas y religiosas. Cuando la comunidad internacional mira a Teher¨¢n tras la firma del acuerdo preliminar acerca del programa nuclear iran¨ª, Sadr celebra las mejoras econ¨®micas que este puede llevar aparejadas, pero teme que el ¨¦xito de la negociaci¨®n lleve a Occidente a cerrar los ojos ante las violaciones de los derechos humanos. ¡°Con [el presidente Hasan] Rohan¨ª la situaci¨®n no ha mejorado, incluso ha empeorado. No me valen sus promesas, quiero hechos, y no los he visto en sus dos a?os de gobierno¡±, lamenta.
¡°Las mujeres en Ir¨¢n se sienten ciudadanas de segunda clase. Hay muchas pol¨ªticas y leyes discriminatorias, en cuanto a herencias, en el ¨¢mbito familiar¡ El hombre tiene m¨¢s derechos desde cualquier posici¨®n: como padre, como marido, incluso como hermano. Existe un c¨®digo de vestimenta muy estricto. El testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre, por ejemplo¡±, comenta la activista en Madrid, en la sede de Amnist¨ªa Internacional. ¡°La de planificaci¨®n familiar era la ¨²nica ley con la que no ten¨ªamos ning¨²n problema¡±, explica. Sadr habla en pasado porque el Parlamento iran¨ª est¨¢ debatiendo dos proyectos de ley que limitan los derechos sexuales, reproductivos y laborales de las mujeres. ¡°Tras la guerra entre Irak e Ir¨¢n, se aprob¨® esta pol¨ªtica porque no hab¨ªa suficiente dinero y el Gobierno necesitaba reducir la poblaci¨®n. As¨ª que puso al alcance de la mano m¨¦todos anticonceptivos¡±. Ahora se restringir¨¢ su uso. ¡°Y se excluir¨¢ del mercado laboral a las mujeres solteras y sin hijos, y se disuadir¨¢ a la polic¨ªa de intervenir en ri?as familiares, incluyendo los casos de violencia de g¨¦nero. Lo peor es que estas leyes son solo una forma de institucionalizar algo que ya est¨¢ ocurriendo. El 60% de los universitarios son mujeres, pero menos del 20% obtiene un trabajo. En la ¨²ltima oferta de empleo en el sector p¨²blico, de unos 2.000 puestos, solo 13 fueron para mujeres¡±, expone.
La activista afirma que se trata de una ley pol¨ªtica que pretende consolidar la presencia iran¨ª en la regi¨®n. ¡°Hace tres a?os, el l¨ªder supremo iran¨ª [Al¨ª Jamenei] orden¨® duplicar la poblaci¨®n [quiere llegar a los 150 millones de habitantes en 2050]. La tasa de natalidad ha ca¨ªdo en los ¨²ltimos a?os y est¨¢ preocupado porque perder poblaci¨®n chi¨ª implica perder influencia, rodeado por una mayor¨ªa sun¨ª. Como el ¨²nico l¨ªder chi¨ª del mundo isl¨¢mico, para ¨¦l m¨¢s poblaci¨®n equivale a m¨¢s soldados¡±, contin¨²a.
Sadr fue detenida por ¨²ltima vez tras las elecciones de 2009 cuando se dirig¨ªa a una manifestaci¨®n pac¨ªfica. Pas¨® dos semanas en la c¨¢rcel. Fue liberada un martes. Ese domingo, cuando le¨ªa el peri¨®dico, encontr¨® su nombre en una lista de l¨ªderes de la revoluci¨®n. Supo que la acusaci¨®n era grave y no tuvo ninguna duda de que ir¨ªan a por ella. En 24 horas estaba en Turqu¨ªa. De ah¨ª, a Alemania, donde pas¨® menos de un a?o, y luego a Reino Unido. Conoci¨® la sentencia a la que fue condenada in absentia: seis a?os de c¨¢rcel y 74 latigazos por haber actuado contra la seguridad nacional. Sadr acud¨ªa a manifestaciones y ten¨ªa una organizaci¨®n a trav¨¦s de la cual prestaba asesoramiento legal a mujeres.
Fuera de Ir¨¢n, ha continuado su activismo. Ha sido amenazada de muerte en varias ocasiones y acusada de espionaje. ¡°Los servicios de inteligencia iran¨ªes han hackeado la p¨¢gina web de mi organizaci¨®n muchas veces¡±, desliza con sorprendente serenidad. Aun as¨ª, se dice privilegiada. ¡°Otras mujeres est¨¢n en la c¨¢rcel. Yo puedo hablar con tranquilidad en foros internacionales y contar, sin miedo, lo que ocurre en mi pa¨ªs¡±. Su primer mecanismo de defensa, para poder resistir el exilio forzoso, fue no pensar en la posibilidad de volver a Ir¨¢n, aunque reconoce que a veces le resulta muy duro. Y procura quedarse con peque?as cosas de las que ahora puede disfrutar, como la tranqulidad de poder hablar por tel¨¦fono sin ser espiada o la sensaci¨®n del sol en su pelo, que no ha vuelto a cubrir con un velo desde que abandon¨® Teher¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.