Una secretaria de Estado popular pero eclipsada por Bengasi
En sus cuatro a?os, Clinton puso el foco en la sociedad civil pero no logr¨® ning¨²n hito tangible y el ataque en Libia lastr¨® su legado
Quedaban escasos tres meses para que terminara la etapa de Hillary Clinton como secretaria de Estado. Las encuestas le daban una aprobaci¨®n ciudadana de casi el 70%, por encima del presidente Barack Obama. Hab¨ªa consenso bipartidista en elogiar su trayectoria en los ¨²ltimos tres a?os en Foggy Bottom, mientras ella negaba los rumores sobre un nuevo intento de alcanzar la Casa Blanca en las elecciones de 2016. Hasta que lleg¨® el 11 de septiembre de 2012: el ataque terrorista al consulado de Estados Unidos en Bengasi (Libia), en que murieron el embajador y otros tres diplom¨¢ticos norteamericanos.
De golpe, el expediente de Clinton, de 67 a?os, quedaba manchado. El asalto propici¨® un feroz debate pol¨ªtico sobre si el Departamento de Estado podr¨ªa haberlo prevenido o si ocult¨® informaci¨®n a la opini¨®n p¨²blica. Todas las miradas se dirigieron a Clinton. Una investigaci¨®n interna hall¨® fallos de seguridad y coordinaci¨®n, aunque no mencion¨® a la secretaria.
Sin embargo, la sombra de Bengasi -alimentada por la oposici¨®n republicana- sigue persiguiendo a Clinton. Reaparece de vez en cuando -la ¨²ltima, a principios de marzo, a ra¨ªz de la pol¨¦mica porque como secretaria de Estado solo usaba un correo electr¨®nico privado- y probablemente se convertir¨¢ en munici¨®n electoral tras anunciar este domingo su intenci¨®n de optar a la candidatura dem¨®crata en los comicios presidenciales.
¡°S¨¦ que Hillary Clinton sinti¨® personalmente la p¨¦rdida de Chris Stevens [el embajador estadounidense en Libia] y es una memoria que llevar¨¢ consigo durante un largo tiempo¡±, dice en una entrevista telef¨®nica P. J. Crowley, portavoz del Departamento de Estado entre 2009 y 2011, los dos primeros a?os de Clinton. Stevens era amigo de Clinton y ella decidi¨® mandarlo a Libia.
Al margen de Bengasi, los cuatro a?os de Clinton al frente de la diplomacia de la primera potencia mundial se recuerdan por los centenares de miles de kil¨®metros que viaj¨® -equivalentes a 40 vueltas al planeta-, el intento de recuperar complicidades en el extranjero tras el clima de confrontaci¨®n de la Administraci¨®n de George W. Bush y su ¨¦nfasis en el desarrollo de la sociedad civil y los derechos de la mujer. Tambi¨¦n supuso su consolidaci¨®n en la primera l¨ªnea pol¨ªtica tras sus etapas como primera dama del presidente Bill Clinton y senadora por Nueva York.
Nunca he visto a alguien trabajar m¨¢s duro. El ritmo fue incre¨ªble. Demostr¨® habilidad para conectar con todos los niveles de la sociedad¡± P. J. Crowley, exportavoz del Departamento de Estado
Los detractores de Hillary Clinton sostienen que no consigui¨® ning¨²n hito tangible y que dos de sus principales estrategias -la campa?a militar contra el r¨¦gimen libio y el intento de mejora de la relaci¨®n con Rusia- han fracasado estrepitosamente. Tambi¨¦n esgrimen que Clinton fue m¨¢s prudente y menos influyente que su sucesor, John Kerry, en parte porque quer¨ªa evitar errores que se le pudieran girar en contra en una hipot¨¦tica aventura electoral.
Kerry tambi¨¦n viaja fren¨¦ticamente y su legado puede quedar encumbrado por un acuerdo nuclear con Ir¨¢n. Pero no es inmune a errores -los titubeos ante un ataque militar contra el r¨¦gimen sirio o el fallido plan de paz entre Israel y Palestina- y es menos popular que Clinton. En dos encuestas separadas el a?o pasado, Clinton recibi¨® una aprobaci¨®n del 59%, una d¨¦cima menos que al abandonar el cargo, y Kerry del 55%. Y en un sondeo en febrero a 1.600 expertos internacionales en EE UU sobre el secretario de Estado m¨¢s efectivo en los ¨²ltimos 50 a?os, las divergencias fueron n¨ªtidas: Clinton se situ¨® en cuarta posici¨®n (8,7% de votos) y Kerry en la ¨²ltima (0,3%).
Crowley niega que las ambiciones presidenciales de Clinton influyeran en sus decisiones al frente del aparato diplom¨¢tico. ¡°No ten¨ªa tiempo para otra [cosa]¡±, esgrime el ahora analista de la Universidad George Washington y recuerda que, tras la derrota en las primarias dem¨®cratas de 2008, ten¨ªa previsto volver al Senado pero Obama la convenci¨® para ser su secretaria de Estado.
Los detractores de Clinton esgrimen que fue m¨¢s prudente y menos influyente que Kerry, en parte porque quer¨ªa evitar errores que se le pudieran girar en contra en una aventura electoral
A cambio, Clinton mantuvo una estrecha fidelidad a Obama. Al principio de su mandato, pec¨® en prudencia para agradar al presidente, pero con el tiempo fue ganando influencia en la toma de decisiones y en ¨¦l, seg¨²n sostiene la periodista de la BBC Kim Ghattas en su libro The Secretary, un retrato ¨ªntimo de los cuatro a?os de Clinton en Foggy Bottom. Ghattas destaca su apuesta por el ¡°poder inteligente¡± y considera que su mayor legado a largo plazo puede ser el ¡°reposicionamiento de EE UU como l¨ªder en un mundo cambiado¡±.
El exportavoz Crowley reh¨²ye de personalizaciones y comparaciones. Subraya que el papel del secretario de Estado est¨¢ estrechamente ligado a las decisiones de la Casa Blanca y que sus ¨¦xitos o fracasos solo pueden calibrarse seg¨²n el contexto del momento. Pero, a¨²n as¨ª, se deshace en elogios a Clinton y considera que su aprendizaje y actitud como jefa de la diplomacia le pueden ser muy ¨²tiles si alcanza el Despacho Oval: ¡°Nunca he visto a alguien trabajar m¨¢s duro. El ritmo fue incre¨ªble. Demostr¨® habilidad para conectar con todos los niveles de la sociedad¡±.
Crowley cree que el bagaje internacional de Clinton incidir¨¢ en la campa?a electoral, aunque esta versar¨¢ m¨¢s en asuntos dom¨¦sticos que preocupan m¨¢s al ciudadano. Pero, con mente electoral, la exsecretaria ha ido marcando en los ¨²ltimos meses perfil propio, apostando por una pol¨ªtica exterior m¨¢s agresiva que la de Obama: en su libro de memorias, critica decisiones pasadas en Siria, Egipto o Israel.
La semana pasada, Clinton valor¨® con cautela el acuerdo nuclear preliminar con Ir¨¢n. Y recibi¨® elogios de la oposici¨®n republicana: el senador Lindsey Graham dijo que, si fuera presidenta, Clinton conseguir¨ªa un mejor pacto con Ir¨¢n que Obama.
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