Un arduo peregrinaje a La Meca
Los feligreses iran¨ªes que viajan a la ciudad saud¨ª afrontan muchas restricciones
Para muchos iran¨ªes, la peregrinaci¨®n a La Meca (el haj) se limita a una mera pr¨¢ctica religiosa. A¨²n as¨ª, la intensa rivalidad entre su pa¨ªs y Arabia Saud¨ª, la otra potencia regional, se hace patente antes incluso de iniciar el viaje. En las reuniones preparatorias, los participantes reciben una lista de prohibiciones. Es tan larga que muchos sacan la impresi¨®n de que los saud¨ªes s¨®lo piensan en fastidiarlos. Durante el recorrido descubrir¨¢n que los prop¨®sitos de los gobernantes no siempre coinciden con los de sus pueblos.
A su llegada al aeropuerto de Yeddah, los iran¨ªes ven como los peregrinos de otras nacionalidades pasan antes que ellos los controles de inmigraci¨®n. Es la prueba del recelo saud¨ª del que les hab¨ªan advertido antes de salir. En los lugares santos, los cl¨¦rigos salafistas (que siguen la versi¨®n del islam sun¨ª prevalente en Arabia Saud¨ª) consideran her¨¦ticas muchas de las pr¨¢cticas de los chi¨ªes; a veces confiscan sus libros de oraciones e incluso en un exceso de celo les piden, en especial a las iran¨ªes, que se tapen m¨¢s. Desde la revoluci¨®n de 1979, la Rep¨²blica Isl¨¢mica se ha convertido en el faro del islam chi¨ª, en pugna ideol¨®gica con el Reino del Desierto.
A los iran¨ªes se les recomienda no hablar con los ¨¢rabes durante la visita
No obstante, en tanto que custodian de los santos lugares, las autoridades saud¨ªes tienen que facilitar visados a todos los musulmanes al margen de la rama del islam que sigan, aunque se reservan un sistema de cuotas. Cada a?o, unos 100.000 iran¨ªes realizan el haj y medio mill¨®n la umrah. A diferencia de la gran peregrinaci¨®n que se realiza el ¨²ltimo mes del calendario isl¨¢mico, justo despu¨¦s de Ramad¨¢n, la umrah es un rito que puede cumplirse durante todo el a?o. Dura diez d¨ªas durante los cuales los fieles se trasladan entre Medina y La Meca, como en su d¨ªa hizo Mahoma.
En ese trayecto, la mayor¨ªa del grupo iran¨ª lee el Cor¨¢n o libros de oraciones, pero algunos comentan que la principal raz¨®n del mal trato que reciben son las declaraciones de sus autoridades. Pocos d¨ªas antes de su viaje, el ayatol¨¢ Ahmad Yannati felicit¨® a los musulmanes por la reciente muerte del rey Abdal¨¢. De inmediato, la Embajada saud¨ª en Teher¨¢n y su consulado en Mashhad redujeron a la mitad los visados.
Pero no todas las limitaciones de las que se advierte a los viajeros son ciertas o se ponen en pr¨¢ctica. Aunque al entrar en lugares santos de La Meca y Medina hay carteles que proh¨ªben fotografiar, los peregrinos a menudo hacen fotos e incluso selfies con sus m¨®viles o tabletas.
La penetraci¨®n de los dispositivos digitales es incre¨ªble. Muchos leen la versi¨®n digital del Cor¨¢n mientras lo escuchan con auriculares. No es raro o¨ªr las melod¨ªas de los m¨®viles, a veces atrevidas, que suenan en pleno rezo colectivo y que desconciertan y averg¨¹enzan a sus due?os mientras intentan silenciarlos sin ¨¦xito. El cl¨¦rigo del grupo explica que antes s¨®lo ten¨ªa que aconsejar a los peregrinos que no perdieran su tiempo y¨¦ndose de compras, pero ahora lo que m¨¢s les distrae son las aplicaciones como Viber, WhatsApp y Line.
Durante la preparaci¨®n oficial que reciben en su pa¨ªs los iran¨ªes, se les recomienda no hablar con los ¨¢rabes y entablar amistades. Incluso si las pr¨¢cticas chi¨ªes incomodan a la mayor¨ªa de los saud¨ªes, sus cl¨¦rigos contestan a las preguntas religiosas con respeto y aceptan de buen grado los debates. Los gu¨ªas hacen creer al peregrino que siempre est¨¢ vigilado; que si comete un error, terminar¨¢ en la c¨¢rcel. Sin embargo, cuando un miembro del grupo se extrav¨ªa en La Meca, dos polic¨ªas lo devuelven al hotel en el coche patrulla y se despiden como amigos.
Saeed, un profesor iran¨ª que vive en Suecia, opina que en todo el mundo, y en especial en Oriente Medio, las pol¨ªticas de los Gobiernos no necesariamente reflejan la voluntad de los pueblos. Pero su equiparaci¨®n del apoyo saud¨ª al Estado Isl¨¢mico con el respaldo que Ir¨¢n ofrece a los grupos chi¨ªes despierta la desaprobaci¨®n general. Durante la excursi¨®n a la cueva de Hira, algunos califican de gran error alentar las discrepancias entre los dos pa¨ªses y creen que un acercamiento reducir¨ªa la tensi¨®n en la zona. El cl¨¦rigo del grupo suspira y dice: ¡°Ser¨ªa maravilloso, aunque imposible¡±.
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