Los ind¨ªgenas y el golpe a la Constituci¨®n
Por qu¨¦ usted debe leer esta columna ¡°a pesar de¡± la palabra ind¨ªgena
Los ind¨ªgenas ocupar¨¢n Brasilia esta semana. Al escribir la palabra "ind¨ªgena", pierdo una parte de mis lectores. Es una asociaci¨®n inmediata: "?ind¨ªgena? No me interesa. El ind¨ªgena est¨¢ lejos, el ind¨ªgena es aburrido, el ind¨ªgena no tiene nada que ver conmigo". Y ya est¨¢, clic fatal, p¨¢gina siguiente. Bueno, para aquellos que est¨¢n todav¨ªa aqu¨ª, la informaci¨®n: m¨¢s de mil l¨ªderes ind¨ªgenas ocupan Brasilia entre el 13 y el 16 de abril en nombre de sus derechos, pero tambi¨¦n en nombre de los derechos de todos los brasile?os. Hay un golpe contra la Constituci¨®n en marcha en el Congreso brasile?o. Para que se consume, se necesita exactamente que usted muestre desinter¨¦s.
Memorice esta sigla y este n¨²mero: PEC 215. Cuando se habla de PEC 215, la sigla y el n¨²mero por s¨ª solos ya alejan a las personas, porque en ellos est¨¢n embutidos toda una carga de burocracia y un proceso legislativo de los cuales la mayor¨ªa de la poblaci¨®n se siente apartada. Los parlamentarios que quieren aprobarla cuentan con ese alejamiento, porque la desinformaci¨®n de la mayor¨ªa sobre lo que de hecho est¨¢ en juego es lo que puede garantizar la aprobaci¨®n de la PEC 215. Si durante siglos la palabra escrita fue un instrumento de dominaci¨®n de las ¨¦lites sobre el pueblo, hoy en d¨ªa es ese lenguaje, es esa terminolog¨ªa, lo que nos hace analfabetos y nos mantiene al margen del centro del poder donde se decide nuestro destino. Es necesario superar esta barrera y apropiarse de los c¨®digos para participar en el debate que cambia la vida de todos. La alienaci¨®n, esta vez, tiene un valor impagable.
?Qu¨¦ es una PEC? Una PEC es una Propuesta de Enmienda a la Constituci¨®n. Un instrumento para, en teor¨ªa, mejorar la Constituci¨®n de 1988. Lo que esta PEC, la 215, pretende, en resumen, es transferir del Ejecutivo al Congreso el poder de demarcar tierras ind¨ªgenas, territorios quilombolas (descendientes de esclavos) y unidades de conservaci¨®n. Solo que el resumen, como sabemos, nunca explica mucha cosa. El derecho de los ind¨ªgenas a su territorio ancestral es una garant¨ªa fundamental de la Constituci¨®n porque la tierra es una parte esencial de la vida de los ind¨ªgenas. Sin ella, se condena a pueblos enteros a la muerte f¨ªsica (genocidio) y cultural (etnocidio). Esto explica por qu¨¦, en 2012, un grupo de familias Guarani Kaiow¨¢ de Mato Grosso do Sul pidieron, en una carta a los blancos, que se les declarase muertos. Prefer¨ªan la extinci¨®n a que los expulsasen de nuevo:
Estos representantes no quieren mejorar la Constituci¨®n, sino darle un golpe
"Le pedimos al Gobierno y a la Justicia Federal que no decreten la orden de desalojo/expulsi¨®n, sino que decreten nuestra muerte colectiva y nos entierren a todos nosotros aqu¨ª. Pedimos que, de una vez por todas, decreten nuestra extinci¨®n/aniquilaci¨®n total, adem¨¢s de enviar varios tractores para cavar un gran agujero para tirar y enterrar nuestros cuerpos. Esta es nuestra petici¨®n a los jueces federales".
Sin la tierra de sus antepasados, un ind¨ªgena no es. No existe. Los Guarani Kaiow¨¢, una de las etnias en situaci¨®n m¨¢s dram¨¢tica de Brasil y posiblemente del mundo, son testigos del suicidio de un adolescente cada seis d¨ªas, por lo general ahorcado al pie de un ¨¢rbol, por falta de perspectiva de vivir con dignidad en el territorio de sus antepasados. Por eso este grupo afirm¨® que prefer¨ªa morir antes de que lo expulsaran, una vez m¨¢s, porque al menos los hombres, las mujeres y los ni?os morir¨ªan juntos, ya que los ind¨ªgenas se conjugan en el plural, y morir¨ªan en el lugar al que pertenecen.
El paquete maligno
El poder de demarcar tierras ind¨ªgenas, territorios quilombolas y unidades de conservaci¨®n se le atribuye al Ejecutivo por la Constituci¨®n no por casualidad, como si fuese un juego de dados, en el que la suerte determina el resultado y tanto da. Se atribuy¨® por criterios claros, estudiados en profundidad, con el objetivo de reconocer los derechos y proteger los intereses de todos los brasile?os. El Ejecutivo es el que tiene la estructura y las condiciones t¨¦cnicas de cumplir el rito necesario para la demarcaci¨®n: desde equipos capacitados para hacer los estudios de comprobaci¨®n de la ocupaci¨®n tradicional hasta la resoluci¨®n de conflictos y la eventual necesidad de indemnizaciones. Del mismo modo, es bastante obvio que la creaci¨®n de ¨¢reas de preservaci¨®n es una parte estrat¨¦gica de la pol¨ªtica social y ambiental de cualquier gobierno.
Si se aprueba la PEC 215, por un lado no se demarcar¨¢n m¨¢s tierras ind¨ªgenas y, por el otro, se les retirar¨¢ la protecci¨®n a aquellas que ya estaban garantizadas
Cuando los legisladores tratan de quitarle el poder de demarcaci¨®n al Ejecutivo para entreg¨¢rselo a s¨ª mismos, lo que est¨¢n tratando de hacer no es mejorar la Constituci¨®n, sino darle un golpe. En la pr¨¢ctica, la PEC 215 es tan solo la peor entre varias estrategias en curso para acabar con los avances de la Constituci¨®n en lo que respecta a la preservaci¨®n del medio ambiente y los pueblos ind¨ªgenas, los quilombolas y los pueblos ribere?os agroextractivistas que lo protegen. En la pr¨¢ctica, si se aprueba la PEC 215, lo m¨¢s probable es la paralizaci¨®n del proceso de demarcaci¨®n de las tierras ind¨ªgenas y quilombolas, as¨ª como la paralizaci¨®n de la demarcaci¨®n de unidades de conservaci¨®n. En este punto es donde la PEC 215 pasa a amenazar tambi¨¦n el derecho fundamental de todos los brasile?os a un medio ambiente ecol¨®gicamente equilibrado y, por extensi¨®n, a amenazar el derecho a la vida.
La PEC 215, a la que h¨¢bilmente se han ido juntado varios colgajos peligrosos, se ha convertido en una especie de paquete maligno. Tambi¨¦n pretende determinar que apenas los pueblos ind¨ªgenas que estaban "f¨ªsicamente" en sus tierras en la promulgaci¨®n de la Constituci¨®n de 1988 tendr¨ªan derecho a ellas. As¨ª que todos aquellos que fueron arrancados de sus tierras tanto por ocupantes ilegales como por los proyectos de ocupaci¨®n promovidos por el Estado, ahora ser¨ªan expulsados de forma definitiva. La propuesta aqu¨ª es legalizar el crimen, ya que los ind¨ªgenas expulsados de sus tierras a la fuerza all¨¢ atr¨¢s ser¨ªan "culpables" de no estar en ellas, por lo que las perder¨ªan para siempre. Suena a cosa de loco, pero es eso lo que se defiende. Para investigar los cr¨ªmenes de la dictadura, la Comisi¨®n Nacional de la Verdad de Brasil constat¨® que, en apenas diez etnias, 8.350 ind¨ªgenas fueron asesinados. La reparaci¨®n por medio de la demarcaci¨®n y la recuperaci¨®n ambiental de sus tierras se consideraron medidas m¨ªnimas y necesarias para la restauraci¨®n de la justicia.
El objetivo es transformar tierras p¨²blicas y protegidas en tierras privadas para la explotaci¨®n y el lucro de unos pocos
Pero hay algo aun peor en la PEC 215. Pretende abrir excepciones al usufructo exclusivo de los pueblos ind¨ªgenas, como el arrendamiento a no ind¨ªgenas, la permanencia de n¨²cleos urbanos y propiedades rurales y la construcci¨®n de carreteras, v¨ªas f¨¦rreas y v¨ªas navegables. Busca tambi¨¦n revisar los procesos de demarcaci¨®n en marcha, as¨ª como impedir la ampliaci¨®n de tierras ya demarcadas. Existe tambi¨¦n el riesgo de que la PEC 215 abra espacio, si se aprueba, para que las tierras ya aseguradas sufran modificaciones seg¨²n los nuevos criterios. Para entender: si se aprueba la PEC 215, lo que puede ocurrir es que, por un lado, no haya una demarcaci¨®n de nuevas tierras; por el otro, se retire la protecci¨®n a aquellas que ya estaban garantizadas.
Las manos por detr¨¢s del golpe
Este es un mundo perfecto, ?para qui¨¦n? ?Para m¨ª? ?Para usted? Creo que no. Pero lo es para algunos. Siempre lo es para algunos. Basta ver qui¨¦n est¨¢ al mando de la comisi¨®n de la PEC 215 para entenderlo. Toda la coordinaci¨®n est¨¢ hecha por la llamada "bancada ruralista". Pero es importante entender qui¨¦nes son esos ruralistas de los que estamos hablando, para no reforzar una falsa oposici¨®n con los productores rurales de Brasil, con aquellos que realmente tienen inter¨¦s en llevar el alimento a la mesa de los brasile?os. ?Un mundo sin tierras ind¨ªgenas y sin unidades de conservaci¨®n ser¨ªa bueno para quienes producen alimentos para el pa¨ªs? Me parece que no. Productores rurales inteligentes y con esp¨ªritu p¨²blico, ya sean peque?os o grandes, saben que necesitan agua para producir. Si necesitan agua para producir, necesitan los bosques en pie. Si necesitan los bosques en pie, necesitan tierras ind¨ªgenas y ¨¢reas de conservaci¨®n.
En el actual Congreso no hay ning¨²n representante ind¨ªgena
Luego, ?si ese mundo no es bueno para m¨ª ni para usted ni para quienes producen alimentos, para qui¨¦nes ese mundo es bueno? Siempre es posible tener una pista si seguimos el dinero. En el caso, el dinero de la financiaci¨®n de las campa?as electorales. Seg¨²n el Portal de Noticias Socioambientales, en un an¨¢lisis realizado a partir de datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil, al menos 20 de los cerca de 50 diputados de la comisi¨®n especial que analiza la PEC 215 recibieron financiaci¨®n de grandes empresas de la agroindustria, de la miner¨ªa y de energ¨ªa, de constructoras, de empresas madereras y de bancos. Algunos de estos parlamentarios recibieron, ellos solos, m¨¢s de un mill¨®n de reales de empresas vinculadas a esos segmentos.
Este es un cap¨ªtulo importante para entender los porqu¨¦s. Tanto las tierras ind¨ªgenas como las unidades de conservaci¨®n son tierras p¨²blicas. A los pueblos ind¨ªgenas les cabe el usufructo de esas tierras. Las unidades de conservaci¨®n son parques y bosques nacionales, estaciones ecol¨®gicas, reservas extractivistas o biol¨®gicas, refugios de la vida silvestre, etc., que pertenecen a todos nosotros y que se crean para impedir la explotaci¨®n depredadora y proteger la biodiversidad, estrat¨¦gica para el desarrollo sostenible.
?C¨®mo entonces apropiarse de esas tierras p¨²blicas y protegidas (o que aun deber¨ªan protegerse), tierras que son patrimonio de todos los brasile?os, para que puedan volverse privadas, para la explotaci¨®n y el beneficio de unos pocos? Desprotegiendo esas tierras. ?Y c¨®mo hacer eso? Dando un golpe en la Constituci¨®n. ?Pero c¨®mo dar un golpe a la Constituci¨®n? Travistiendo ese golpe de legalidad por el proceso legislativo. Se une a eso un gobierno fragilizado, con baja aprobaci¨®n popular y poco apoyo incluso entre sus bases, y el Congreso m¨¢s conservador desde la redemocratizaci¨®n. Listo, est¨¢n dadas las condiciones para el crimen.
Si despu¨¦s el Supremo Tribunal Federal considera inconstitucional la enmienda, a?os ya habr¨¢n pasado y tanto la privatizaci¨®n de lo que es p¨²blico como la devastaci¨®n de los biomas, como la selva amaz¨®nica y el Cerrado, ya se habr¨¢n convertido en hechos consumados. Y Brasil, como se sabe, es el pa¨ªs del hecho consumado. Basta seguir la trayectoria de Belo Monte: entre ilegalidades constantemente denunciadas, varias demandas presentadas por el Ministerio P¨²blico Federal y la sospecha del pago de sobornos por parte de las empresas contratistas investigadas por la operaci¨®n Lava Jato se convierten en hechos consumados a las orillas del r¨ªo Xingu. Cuando finalmente lleguen al Supremo, ya ser¨¢ demasiado tarde.
Los ind¨ªgenas, esos extranjeros nativos
La conversi¨®n de lo p¨²blico en privado, en beneficio de los grandes intereses particulares de explotaci¨®n de la tierra y de los recursos naturales de Brasil, es lo que est¨¢ sobre la mesa en este juego de gente tan poderosa. Cabe a la poblaci¨®n brasile?a informarse y participar en el debate, si llega a la conclusi¨®n de que este no es el proyecto de pa¨ªs que desea. ?Debido a los pueblos ind¨ªgenas, los quilombolas, los ribere?os? Me parece que ser¨ªa un motivo m¨¢s que suficiente. Con relaci¨®n a los ind¨ªgenas, en especial aquellos que tienen grandes intereses en las riquezas de las tierras que ocupan, suelen difundirse prejuicios como el de que ser¨ªan "obst¨¢culos al desarrollo" y de que no ser¨ªan ind¨ªgenas "de verdad". Pero, ?obst¨¢culos a cu¨¢l desarrollo y al desarrollo para qui¨¦n? ?Y qu¨¦ ser¨ªa esta categor¨ªa, un "ind¨ªgena de verdad"?
Vale la pena examinar los prejuicios de cerca, para darse cuenta de que no se tienen en pie despu¨¦s de una m¨ªnima confrontaci¨®n con la realidad. Para empezar, no existe "el" ind¨ªgena, sino una enorme diversidad en la forma como cada uno de los 242 pueblos ind¨ªgenas contemplados en la lista del Instituto Socioambiental le da sentidos a lo que llamamos mundo y se ve dentro del mundo. O de mundos diferentes. Brasil lidera la lista de los 17 pa¨ªses m¨¢s megadiversos, en gran parte debido a los pueblos ind¨ªgenas. Por pa¨ªses megadiversos se entiende aquellos que concentran la mayor parte de la biodiversidad del mundo y, por lo tanto, de su preservaci¨®n depende el planeta entero. Esta es la mayor riqueza de Brasil; pero la codicia de unos pocos y la ignorancia de muchos la amenaza y la destruye, lo que pone en peligro las vidas de todos.
El ¨¢pice de la evoluci¨®n: de "ind¨ªgena falso" a "pobre leg¨ªtimo"
Tambi¨¦n se silencia a los pueblos ind¨ªgenas, guardianes de la biodiversidad, por la simplificaci¨®n, a veces sencillamente burra, en general malintencionada, de hacerlos parecer uno solo, tachados de "obst¨¢culos al desarrollo". Se estima que hubiese m¨¢s de mil pueblos ind¨ªgenas cuando los europeos desembarcaron en Brasil. Hoy en d¨ªa, una parte de los parlamentarios del actual Congreso no miden los esfuerzos para completar el genocidio iniciado hace 500 a?os.
Cuando la Constituci¨®n asegur¨® los derechos de los pueblos ind¨ªgenas, en 1988, no cre¨® derechos nuevos, sino que apenas reconoci¨® derechos preexistentes, ya que los pueblos ind¨ªgenas estaban aqu¨ª antes de cualquier europeo. Legalmente, no se trata de "darles" la tierra a los pueblos ind¨ªgenas, sino tan solo de demarcar la tierra que siempre fue suya. En este proceso, de responsabilidad del Ejecutivo, es necesario indemnizar a aquellos hacendados y agricultores que tienen t¨ªtulos legales (y el "legales" aqu¨ª debe subrayarse bien), dados por los gobiernos en los tantos proyectos de ocupaci¨®n, gente que no tiene la menor culpa de que la despachasen con sus familias a territorio ind¨ªgena. Seg¨²n la Constituci¨®n, el Estado ten¨ªa un plazo de cinco a?os para demarcar las tierras ind¨ªgenas. Como sabemos, han pasado m¨¢s de 25 a?os y decenas de ellas aun no se han demarcado.
Como tambi¨¦n sabemos, la ilegalidad le hace da?o al pa¨ªs: los conflictos de la tierra que se extendieron por Brasil, sembrando cad¨¢veres, son el resultado de la demora en cumplir la Constituci¨®n, en la que la bancada ruralista intenta ahora dar un golpe. Cabe recordar que los derechos fundamentales se colocan en la Constituci¨®n tambi¨¦n para que la mayor¨ªa de ocasi¨®n no pueda amenazarlos en nombre de sus intereses. La importancia de esta protecci¨®n queda m¨¢s clara si prestamos atenci¨®n a la composici¨®n actual del Congreso: hay decenas de ruralistas y ning¨²n ind¨ªgena.
?Mucha tierra para pocos ind¨ªgenas? No. Mucha tierra para pocos hacendados
En el cap¨ªtulo de "mentiras y manipulaciones" acerca de los pueblos ind¨ªgenas hay al menos tres l¨ªneas de no pensamiento bastante populares en el Congreso y fuera de ¨¦l. Est¨¢n los "atrasadistas", gente que estudi¨® y que colecciona diplomas, pero prefiere ignorar la Antropolog¨ªa y pensadores de la talla de Claude L¨¦vi-Strauss, al considerar que los ind¨ªgenas son "atrasados". Para ellos, existe una cadena evolutiva ¨²nica e ineludible entre la piedra tallada y el iPad. Estos no consiguen ¡ªo no quieren¡ª tener una amplitud m¨ªnima de pensamiento para comprender la multiplicidad de elecciones y de caminos posibles para la trayectoria de un pueblo. Tampoco llegan a darse cuenta de que son esas las diferencias que constituyen la riqueza de la experiencia humana. Y, claro, prefieren "olvidarse" de lo que el tipo de "progreso" que defienden le ha causado al planeta.
La segunda l¨ªnea de no pensamiento es la de los "fiscales de autenticidad". Cuando la clasificaci¨®n de los ind¨ªgenas como "atrasados" y "obst¨¢culos al desarrollo" falla, se trata entonces de decir que, s¨ª, los ind¨ªgenas tienen derechos, pero solo los ind¨ªgenas "de verdad". Habr¨ªa entonces otros no leg¨ªtimos, aquellos que hablan portugu¨¦s, usan tel¨¦fono m¨®vil y a los que les gusta ver la televisi¨®n o andar en coche. En esa l¨®gica por debajo de la l¨ªnea de la estupidez, los brasile?os que hablan ingl¨¦s, van a Disney, prefieren el rock a la samba y a los que ¨²ltimamente les gusta ser forofos de los equipos europeos de f¨²tbol, tambi¨¦n podr¨ªan considerarse falsos brasile?os y perder todos sus derechos. A esta altura de la historia humana y con tanto conocimiento producido era de esperar un poco m¨¢s de sofisticaci¨®n en la comprensi¨®n de aquello que hace de alguien lo que es.
Cuando las dos mentiras anteriores se desenmascaran, aparecen los "buenos samaritanos" para salvar la Patria, la suya. Estos creen que a quienes les gusta el bosque son antrop¨®logos y ambientalistas y que el sue?o de los ind¨ªgenas, el gran sue?o, en lo "¨ªntimo de su intr¨ªnseco", es vivir en nuestros maravillosos suburbios y favelas, con el alcantarillado serpenteando a la puerta y la polic¨ªa dando tiros en las escaleras, a expensas del programa Bolsa Familia y de las donaciones de alimentos b¨¢sicos. Este ser¨ªa el ¨¢pice de la evoluci¨®n: de "ind¨ªgena falso" a "pobre brasile?o leg¨ªtimo". ?Qui¨¦n, despu¨¦s de todo, podr¨ªa resistirse a tal progreso en la vida?
Un golpe en la Constituci¨®n aqu¨ª y all¨¢ y estos buenos samaritanos llegan al punto ¨®ptimo: ayudan a los ind¨ªgenas que no consiguieron matar a hacerse pobres y, listo, ?para qu¨¦ tierra para el ind¨ªgena, si ya no existe ind¨ªgena? Solo la mala fe supera la ignorancia. Pero es con prejuicios como estos, astutamente manipulados y difundidos, que se intenta transformar a los ind¨ªgenas en una especie de extranjeros nativos, como si "los de fuera" fuesen aquellos que siempre han estado dentro. Esta xenofobia invertida ser¨ªa apenas un sinsentido, si no fuese totalmente perversa, al servicio de objetivos bien determinados.
?Sumarse sin m¨¢s o pensar?
?Hay mucha tierra para pocos ind¨ªgenas? No. Como suele decir el socioambientalista M¨¢rcio Santilli, "hay mucha tierra para pocos hacendados". Seg¨²n el Censo de 2010 del IBGE, hay 517.000 ind¨ªgenas asentados en aldeas en menos de 107 millones de hect¨¢reas de tierras ind¨ªgenas, lo equivalente al 12,5% del territorio brasile?o. ?Y d¨®nde est¨¢n esas tierras? M¨¢s de un 98% de ellas est¨¢n en la Amazonia Legal y menos de un 2% fuera de all¨ª. Por su parte, los 46.000 mayores propietarios de tierras, seg¨²n el Censo Agropecuario del IBGE (Instituto Brasile?o de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica), explotan un ¨¢rea m¨¢s grande que esa: m¨¢s de 144 millones de hect¨¢reas.
Sobre la realidad de la concentraci¨®n de la propiedad de la tierra en el pa¨ªs, que sigue creciendo, el Registro de Inmuebles Rurales del INCRA (Instituto Nacional de Colonizaci¨®n y Reforma Agraria) muestra que 130.000 grandes propiedades rurales particulares concentran casi un 50% de toda la superficie privada registrada en el INCRA. Por su parte, los casi cuatro millones de minifundios equivalen, sumados, a una quinta parte de eso: un 10% de la superficie total registrada. En una entrevista al peri¨®dico O Globo, el investigador Ariovaldo Umbelino de Oliveira, coordinador del Atlas de la Tierra, dijo que cerca de 176 millones de hect¨¢reas son improductivas en Brasil. Prestar atenci¨®n a los n¨²meros ya es comenzar a pensar, en vez de simplemente sumarse sin m¨¢s.
?Falta espacio para la producci¨®n de alimentos en el pa¨ªs? Todo indica que no. En un pa¨ªs con esta cantidad de tierras dedicadas a la agropecuaria y con esta concentraci¨®n de tierras en manos de unos pocos, afirmar que el problema del desarrollo son los pueblos ind¨ªgenas solo no es m¨¢s rid¨ªculo que el hecho de que Katia Abreu, la terrateniente que dice que ya no existe el latifundio en Brasil y es hoy ministra de Agricultura, afirme que "el problema es que los ind¨ªgenas salieron del bosque y pasaron a entrar en el ¨¢rea de producci¨®n". Los ind¨ªgenas, esos invasores del mundo ajeno. Pero es as¨ª como se va distorsionando la historia al contarla a la poblaci¨®n.
Por lo tanto, s¨ª, respetar los derechos de los pueblos ind¨ªgenas ya ser¨ªa un motivo suficiente para luchar contra la PEC 215. Pero la PEC 215 no amenaza apenas a los pueblos ind¨ªgenas y a las poblaciones tradicionales. Amenaza la vida de todos los brasile?os. ?Y por qu¨¦? Porque si tenemos bosques de pie es debido a los pueblos ind¨ªgenas y a las poblaciones tradicionales, son ellos la piedra en el camino de un tipo de explotaci¨®n que, despu¨¦s de haberse consumado, lucros privatizados en manos de unos pocos, nos deja todo el costo de la devastaci¨®n. Y ahora, en los estados de la regi¨®n sureste, finalmente entendemos, con el colapso del agua, cu¨¢l es el coste de la devastaci¨®n. Finalmente comenzamos a comprender cu¨¢nto corroemos nuestra vida cotidiana al destruir los bosques y al contaminar los r¨ªos. Ya no es algo subjetivo, una abstracci¨®n, sino algo muy concreto. Ya no es un futuro distante, es aqu¨ª y ahora. Ya no son nuestros nietos, sino nuestros hijos los que sufrir¨¢n y ya sufren con este planeta masticado. As¨ª como nosotros mismos. Y es solo el comienzo.
Luchar democr¨¢ticamente para detener la PEC 215 no es una actitud altruista, no es un esfuerzo para respetar los derechos ind¨ªgenas, no es algo que hagamos porque somos personas fant¨¢sticas, gente de bien. Detener la PEC 215 es satisfacer nuestro instinto de supervivencia en un mundo donde los cambios clim¨¢ticos son posiblemente el mayor desaf¨ªo de la historia humana en este planeta, que es el ¨²nico que tenemos y que destruimos. Si el golpe a la Constituci¨®n se consuma, el medio ambiente en Brasil perder¨¢ una buena parte de las barreras que a¨²n impiden la devastaci¨®n y reunir¨¢ las condiciones y abrir¨¢ espacio para la aceleraci¨®n de la corrosi¨®n de la vida.
La prensa y la poblaci¨®n est¨¢n prestando mucha atenci¨®n a las protestas en las calles de Brasil. Lo curioso es que, cuando son los ind¨ªgenas quienes ocupan el espacio p¨²blico, a pesar de todo su colorido, de su fascinante diversidad, corren el riesgo de volverse autom¨¢ticamente invisibles. Su dolor, su muerte y su palabra parecen no existir, o existir apenas en el diminutivo. La mirada de los no ind¨ªgenas los atraviesa. Esta vez, aunque por instinto de supervivencia, ser¨ªa conveniente verlos. Pero, por supuesto, siempre podemos concluir que lo mejor para todos nosotros es vivir cercados de cemento, humo y r¨ªos de caca.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Duas. Sitio web: descontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum
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