Armas digitales
La vulnerabilidad digital es la principal preocupaci¨®n de Gobiernos y empresas
En un pasado no muy lejano, los pa¨ªses enviaban ej¨¦rcitos a ocupar los campos petrol¨ªferos del enemigo o comandos de operaciones especiales a sabotear sus infraestructuras vitales. La primera Guerra del Golfo, que sigui¨® a la invasi¨®n de Kuwait por parte de Irak, es quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s reciente de una guerra cl¨¢sica por el control y protecci¨®n de los recursos estrat¨¦gicos. En ese mismo pasado, la ¨²nica opci¨®n de la fuerza a¨¦rea israel¨ª para detener el programa nuclear iraqu¨ª o sirio fue bombardear las instalaciones secretas de dichos pa¨ªses. Y con un af¨¢n parecido de extender la Guerra Fr¨ªa al espacio, la Administraci¨®n de Ronald Reagan aprob¨® un costos¨ªsimo programa (popularmente llamado guerra de las galaxias) que preve¨ªa la construcci¨®n de armas que pudieran destruir f¨ªsicamente los sat¨¦lites de comunicaciones militares del enemigo.
Sin embargo, como pudo experimentar en 2012 la principal empresa petrolera saud¨ª, Aramco, cuando m¨¢s de 30.000 de sus computadoras se vieron infectadas por un virus (se sospecha de origen iran¨ª) destinado a paralizar su producci¨®n, hoy en d¨ªa es m¨¢s f¨¢cil asaltar digitalmente las instalaciones petrol¨ªferas de un pa¨ªs que hacerlo f¨ªsicamente. Algo parecido les pas¨® a los iran¨ªes cuando en 2010 vieron c¨®mo un virus atribuido a Israel y a EE UU llamado Stuxnet, considerado el primer ciberarma de la historia, alteraba el funcionamiento de las centrifugadoras de la central Natanz y ralentizaba su programa nuclear secreto.
La vulnerabilidad digital es hoy la principal preocupaci¨®n de Gobiernos y empresas. En una reciente evaluaci¨®n centrada en la ciberseguridad, solo el 11% de las empresas del sector petrolero dijeron sentirse seguras frente a este tipo de ataques y, peor a¨²n, un 23% reconoci¨® que no vigilaban sus redes. De esas vulnerabilidades puede dar cuenta el Gobierno finland¨¦s, que en 2013 descubri¨® que todas sus comunicaciones diplom¨¢ticas estaban intervenidas desde hac¨ªa a?os por un software maligno de origen desconocido (pero al que no dudaron de etiquetar como Octubre Rojo para dejar claro qui¨¦n era el principal sospechoso). Y para sorpresa de EE UU, en noviembre de 2014 un virus atribuido a China infect¨® su red de sat¨¦lites meteorol¨®gicos, poniendo al descubierto la potencial vulnerabilidad del sistema de posicionamiento global GPS, vital para sus fuerzas armadas.
Si un sencillo l¨¢piz de memoria USB puede ser m¨¢s da?ino que una bomba guiada por l¨¢ser, el flujo de petr¨®leo puede interrumpirse desde un ordenador y los sat¨¦lites militares se pueden apagar en lugar de destruir, es evidente que estamos ante una revoluci¨®n de los asuntos militares. El siglo XX fue un siglo f¨ªsico donde se libraban guerras f¨ªsicas. Pero el siglo XXI es un siglo digital, por lo que hay que esperar que las guerras tambi¨¦n ser¨¢n digitales. La gran pregunta es si la muerte f¨ªsica del enemigo quedar¨¢ tambi¨¦n obsoleta o si seguir¨¢ siendo condici¨®n indispensable para la victoria.
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