El 60% de las torturas en la capital de M¨¦xico busca confesiones falsas
Un informe de la CDHDF constata que los abusos policiales siguen siendo un ¡°fen¨®meno com¨²n y arraigado ¡± en el pa¨ªs
El reciente informe de la ONU que sostiene que en M¨¦xico existe ¡°tortura generalizada¡± provoc¨® un rechazo airado por parte del Gobierno. La respuesta oficial defendi¨® que considerar la tortura como una pr¨¢ctica sist¨¦mica, en un contexto de impunidad y con la participaci¨®n de todas las fuerzas de seguridad, es un diagn¨®stico excesivo dibujado fuera de la realidad. La r¨¦plica reconoc¨ªa en todo caso que la tortura no ha sido totalmente erradicada en M¨¦xico y que existen ¡°casos aislados¡±. Un nuevo informe, esta vez de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), ha recopilado los abusos documentados en la capital del pa¨ªs. Entre sus conclusiones destaca que en m¨¢s del 60% de los casos, el objetivo es conseguir la confesi¨®n del detenido.
¡°En M¨¦xico su uso contin¨²a siendo un fen¨®meno com¨²n y arraigado en las instituciones de investigaci¨®n y procuraci¨®n de justicia", reza el estudio. En los 21 a?os de actividad vigilante de la CDHDF ¡ªdesde 1993¡ª el organismo ha emitido 48 recomendaciones sobre tortura, que incluyen a su vez una bater¨ªa mayor de quejas. En la ¨²ltima investigaci¨®n, que abarca de 2009 a 2014, se han evidenciado 47 casos, que involucran a 95 v¨ªctimas.
Los abusos de los cuerpos de seguridad aparecen como una actividad continuada durante los diferentes escalones del proceso penal. Pero el momento de la detenci¨®n y la estancia en las comisar¨ªas de polic¨ªa concentran la mayor parte de los casos. Los m¨¦todos de tortura m¨¢s denunciados de acuerdo a los testimonios de las v¨ªctimas son los golpes: en las costillas, la cabeza, la espalda y, en el caso de los hombres, los test¨ªculos. Tambi¨¦n consta la utilizaci¨®n de objetos como porras, palos o mangueras. Durante el informe, aparece como una pr¨¢ctica reiterada la conocida como el tel¨¦fono, que consiste en propinar golpes en ambos o¨ªdos con las palmas extendidas.
La detenci¨®n y la estancia en las comisar¨ªas de polic¨ªa concentran la mayor parte de los casos
Entre los actos de tortura psicol¨®gica, el m¨¢s com¨²n es la simulaci¨®n de descerrajar un tiro sobre el detenido. El estudio relata tambi¨¦n abusos a trav¨¦s de episodios de asfixia. El conocido en la jerga como submarino seco, consiste en colocar una bolsa de pl¨¢stico en la cabeza de las v¨ªctimas. Durante el tehuacanazo se introducen abundantes cantidades de agua por la nariz y boca. El informe subraya que pese a su prohibici¨®n tajante en la legislaci¨®n mexicana, la tipificaci¨®n del delito de tortura no se encuentra completamente homologada con los est¨¢ndares internacionales.
En m¨¢s del 60% de los casos las v¨ªctimas denunciaron que los actos de tortura buscaban la obtenci¨®n de confesiones falsas. ¡°Destaca la firma de hojas en blanco, la toma de fotograf¨ªas con armas, y la presentaci¨®n ante medios de comunicaci¨®n reconociendo la comisi¨®n de delitos falsos¡±, recoge el informe. Los delitos imputados con m¨¢s frecuencia a trav¨¦s de estas t¨¦cnicas fueron robo, secuestro y homicidio.
Uno de los testimonios, recogido en 2003 por la CDHDF, relata a as¨ª la secuencia de los hechos: ¡°Con las manos a¨²n esposadas, lo bajaron del veh¨ªculo y lo introdujeron a su casa. Le abrieron las piernas y le pegaron en sus test¨ªculos; como ¨¦l respond¨ªa que no sab¨ªa de qu¨¦ le hablaban, continuaban profiriendo insultos. Despu¨¦s lo acostaron en el piso boca abajo, con varias personas sobre ¨¦l; le pusieron una bolsa de pl¨¢stico en la cabeza, mientras otros lo pateaban las costillas y el est¨®mago. Sinti¨® que se asfixiaba, hasta llegar a casi perder el sentido. Despu¨¦s lo llevaron esposado a donde estaban los medios de comunicaci¨®n; lo sacaron de un cuarto, lo pararon en una pared, y le dijeron que ten¨ªa que decir lo acordado. Por el temor a ser torturado otra vez, hizo todo lo que le indicaron¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.