No dejar a nadie en el mar
El escritor italiano analiza el ¨²ltimo naufragio en el Mediterr¨¢neo
EL MEDITERR?NEO convertido en una fosa com¨²n. M¨¢s de 900 muertos. Muertos sin historia, muertos de nadie. Desaparecidos en nuestro mar y pronto borrados de nuestras conciencias. Ocurri¨® este lunes: un pesquero que vuelca, unos inmigrantes ¡ªes decir, personas, hombres, mujeres y ni?os¡ª engullidos que se convierten en fantasmas. Pero ya sabemos que volver¨¢ a pasar ma?ana. Y en una semana. Y en un mes. Llevando nuestras emociones hasta la indiferencia. Repite una noticia todos los d¨ªas, con las mismas palabras, con el mismo tono, por triste y afligido que sea, y lograr¨¢s que ya no se escuche. Esa historia no recibir¨¢ atenci¨®n, parecer¨¢ la misma de siempre. Ser¨¢ la misma de siempre. ¡°Muertos en una barcaza¡±. Algo relevante para los encargados de los trabajos, historia para las asociaciones, desesperaci¨®n invisible.
Si ahora hablamos del tema, es porque la cifra es desmesurada"
Si ahora, justo ahora, hablamos del tema, solo es porque los muertos son 900, quiz¨¢ m¨¢s: una cifra desmesurada, inhumana. Si es que esta palabra a¨²n tiene sentido. Seguimos sin saber nada de ellos, pero estamos obligados a saldar cuentas con la tragedia. Saldar cuentas: porque hablamos de n¨²meros y nada m¨¢s. De haberle faltado dos ceros al parte de muerte, ni siquiera habr¨ªamos sabido de ¨¦l. Porque ya no es m¨¢s que una cuesti¨®n de n¨²meros (o de detalles dram¨¢ticos como ¡°inmigrantes cristianos arrojados al mar por musulmanes¡±) lo que supone la diferencia. No para los individuos, no para las sensibilidades privadas, sino para la comunidad que deber¨ªamos representar, que deber¨ªa representarnos. Porque a la indiferencia personal, acaso comprensible, la acompa?a en el plano pol¨ªtico una algarab¨ªa de declaraciones: disputas, acusaciones en tonos violent¨ªsimos. Nadie consigue hacer lo que necesitamos m¨¢s que ninguna otra cosa: hacer que se comprenda. Pocos se dedican a ello: M¨¦dicos sin fronteras, con la campa?a #millonesdepasos, intenta contar lo que ocurre, evitando reducir a estas personas a su problema. Es decir, a ¡°expatriados, inmigrantes ilegales, clandestinos¡±: palabras que diluyen la esencia humana para que sintamos con menos intensidad la p¨¦rdida infinita ante la tragedia. Muchos pol¨ªticos, incluso en estos momentos, gritan. Salvini habla de ¡°invasi¨®n¡±, cuando en realidad la mayor parte de los que llegan no se queda en Italia, sino que se dirigen a Francia, Alemania o los pa¨ªses del Este. El Movimiento 5 Estrellas, que en sus propuestas hab¨ªa planteado un debate interesante, por desgracia ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de cambiar el baricentro de la cuesti¨®n, del ¡°salvar vidas¡± a ¡°la expulsi¨®n¡±, asumiendo como cierta esa falsa l¨®gica de que cuanto m¨¢s dif¨ªcil sea entrar en Italia de forma clandestina, menos intentos de llegar a nuestras costas se producir¨¢n. No es as¨ª; no se salvan vidas endureciendo las fronteras, y no solo lo demuestra la experiencia italiana, sino tambi¨¦n la estadounidense. Basta leer el libro Los migrantes que no importan, de ?scar Mart¨ªnez, para comprender que los flujos clandestinos de personas desde M¨¦xico hasta Estados Unidos rara vez se pueden gestionar y son imparables.
La cuesti¨®n es que el primer objetivo deber¨ªa ser precisamente ese: salvar vidas, preocuparse por ellas. En cambio, se ha logrado convertir esa voluntad en algo rid¨ªculo, rom¨¢ntico, ingenuo. Cualquier reflexi¨®n sobre el dolor de los otros, de los que llegan de un ¡°submundo¡±, ha de ser contenida. Hay una econom¨ªa en el sufrimiento. Quien valora el dolor, quien calibra la tragedia humana, quien intenta despertarse del torpor de la cifra de ahogados es tildado e inscrito autom¨¢ticamente en el movimiento de ¡°los buenos de m¨¢s¡±.
¡°Bueno de m¨¢s¡± es la acusaci¨®n de quienes no quieren dedicar tiempo a comprender y ya tienen la soluci¨®n: devoluciones, arrestos, detenciones. Es la mezcolanza de frustraci¨®n personal que busca a un responsable de nuestro desasosiego, la voluntad de considerar que la ¨²nica soluci¨®n realista y vencedora es la m¨¢s autoritaria. Es la bondad considerada un sentimiento hip¨®crita por definici¨®n. Y, lo que es mucho peor, una cualidad moral que solo puede tener el hombre perfecto, inmaculado y puro: ergo nadie m¨¢s que los muertos, cuya vida queda transfigurada y cuyas acciones ya son pasado. Todo el que intente actuar de otra forma desde su imperfecci¨®n humana ser¨¢ marcado con un juicio ¨²nico: falso. Y as¨ª la bondad se convierte en un sentimiento sin ciudadan¨ªa, rid¨ªculo, precisamente porque no puede sentirse m¨¢s que desde la perfecci¨®n rotunda. He ah¨ª el cinismo miope, que lo destruye todo con diligente sarcasmo.
Es obvio que, racionalmente, resulta imposible imaginar una acogida universal y desmesurada, sin reglas; sin embargo, la estrategia adoptada, que se basa en admisiones y devoluciones un tanto aleatorias, ya no se sostiene. A Italia no se le reconoci¨® el peso pol¨ªtico que deber¨ªa haber tenido al ser un pa¨ªs bisagra. Ten¨ªamos que aspirar a enfrentarnos al resto de Europa por el tema de la inmigraci¨®n. Ten¨ªamos que aspirar a que nos escuchasen, sin que nos endilgaran, sin que delegaran ¡°el problema¡± en nosotros.
La perenne campa?a electoral de Renzi, que en el plano internacional parece estar m¨¢s interesada en adquirir credibilidad diplom¨¢tica que en plantear e imponer temas, no nos est¨¢n ayudando, aunque parece injusto atribuir a este Gobierno toda la responsabilidad. Europa calla, culpable, pero podemos intentar cambiar las cosas. Podemos comprometernos a interpretar, a contar, a no permitir que estas vidas sean aplastadas y desperdiciadas as¨ª. Que se queden atr¨¢s, tan atr¨¢s que desaparezcan de nuestra vista. Convirti¨¦ndose en un fantasma, en un estereotipo, en un incordio.
La estrategia adoptada, que se basa en admisiones y devoluciones un tanto aleatorias, ya no se sostiene"
Inventarnos caminos alternativos, reunir toda la creatividad posible. Hablar del tema en televisi¨®n y en Internet, pero de otra forma: como dec¨ªamos, ¡°expatriado¡± o ¡°ilegal¡± son t¨¦rminos que diluyen la esencia humana construyendo una distancia irreal, que baja el volumen de la empat¨ªa.
Tenemos que pedir a los partidos que presenten a candidatos que hayan vivido la experiencia; abrir las universidades a esos hombres y mujeres. ?Disminuir¨¢ todo eso el consenso pol¨ªtico, con la cantilena del ¡°primero nosotros y luego ellos¡±? Probablemente s¨ª, suceder¨¢. Pero solo en primera instancia; pronto nos daremos cuenta del enorme beneficio que supone. La historia de los desembarcos y de los flujos de inmigrantes tiene que convertirse en un tema que el Gobierno considere fundamental dado su consenso.
Renzi y su Gobierno responden con diligencia cuando un tema se vuelve medi¨¢tico y popular: si perciben que el juicio sobre ellos estar¨¢ determinado por el problema de la inmigraci¨®n, empezar¨¢n a diversificar, a buscar nuevas estrategias y dar nuevos enfoques. El semestre italiano en Europa ha supuesto una profunda decepci¨®n, por lo que respecta tanto a las propuestas sobre los flujos de capital criminal (era una buena ocasi¨®n para plantear el tema del blanqueo) como sobre inmigraci¨®n. Pero ahora es in¨²til lamentarse de lo que no se ha hecho; es necesario que Europa decida de manera diferente. Dar a los inmigrantes un espacio que no sea espor¨¢dico. Que la televisi¨®n los reciba, empezando a pronunciar bien sus nombres y los de sus pa¨ªses, contando su d¨ªa a d¨ªa y su resistencia.
Los ¨²nicos que a esta hora representan lo que Europa deber¨ªa ser son los italianos; los muchos italianos que salvan vidas todos los d¨ªas corriendo el riesgo de violar las leyes. La figura que mejor describe a estos italianos honrados es la del pescador Ernesto, en la preciosa pel¨ªcula Terraferma de Emanuele Crialese, que viola la orden de la Capitan¨ªa de mantener su pesquero alejado de una patera respondiendo con un sencillo, humano y potente: ¡°Yo nunca he dejado a nadie en el mar¡±.
Traducci¨®n de News Clips.
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