El destino de Cameron depende del resultado de su socio
El l¨ªder liberal-dem¨®crata sufre para mantener su esca?o en Sheffield Su partido, en plena ca¨ªda, resulta clave para que los ¡®tories¡¯ puedan seguir en el poder
Si pudiera, Walter votar¨ªa a los laboristas. Eso cree la se?ora Johnson. Pero Walter tiene solo unas semanas de edad. Adem¨¢s, es un perro. Y su primera experiencia con el laborismo ha sido, por lo menos, desconcertante. El candidato local Oliver Coppard le ha estampado una pegatina en su diminuta frente y el joven escritor Owen Jones, una las voces m¨¢s influyentes de la izquierda brit¨¢nica que le acompa?a hoy, no para de hacerle caranto?as.
La se?ora Johnson ha invitado a entrar en su casa a la peque?a comitiva que hac¨ªa campa?a por su calle. Quer¨ªa que hablaran de pol¨ªtica con sus hijos y los amigos que han ido a conocer al peque?o Walter. Los seis j¨®venes informan al candidato laborista que votar¨¢n por ¨¦l.
Esta escena habr¨ªa sido dif¨ªcil de encontrar hace cinco a?os. En 2010 los j¨®venes de esta circunscripci¨®n votaron en masa por el candidato liberal-dem¨®crata. ¡°La gente hac¨ªa cola para votarlos¡±, recuerda Coppard. ¡°Pero no eligieron lo que hemos tenido. Su candidato estuvo aqu¨ª mismo diciendo que, si los tories ganaban, la gente saldr¨ªa a la calle a protestar contra un Gobierno al que no hab¨ªan votado. Y ten¨ªa raz¨®n. La gente ha salido a la calle, pero para impedir que salga elegido ¨¦l¡±.
El candidato liberal-dem¨®crata al que se refiere Coppard es Nick Clegg, vice primer ministro de Reino Unido. ¡°Hace dos a?os la gente me dec¨ªa que no me presentara por este esca?o, que no pod¨ªa ganar¡±, recuerda Coppard. Hoy las encuestas sit¨²an al joven laborista unos pocos puntos por encima de Clegg. El vice primer ministro tiene una dura batalla para conservar su asiento en el Parlamento. Este esca?o de Sheffield Hallam, la circunscripci¨®n m¨¢s rica fuera del sureste del pa¨ªs y con la mayor tasa de licenciados universitarios, nunca ha sido laborista. De que siga sin serlo puede depender que David Cameron contin¨²e en el poder despu¨¦s del 7 de mayo.
Proyecci¨®n de voto
En las elecciones del 7 de mayo se reparten 650 esca?os en la C¨¢mara de los Comunes, por lo que har¨ªan falta 326 para una mayor¨ªa de Gobierno.
Las ¨²ltimas proyecciones conceden una media de 283 esca?os a los conservadores, 271 a los laboristas, 47 a los nacionalistas escoceses y 24 al Partido Liberal Dem¨®crata.
Entre los partidos con menos opciones, el UKIP y los Verdes lograr¨ªan un diputado cada uno.
La cleggman¨ªa que Reino Unido vivi¨® en 2010 se apag¨® cuando el partido toc¨® el poder. Si alguien ha salido perjudicado de este Gobierno de coalici¨®n, ha sido el Partido Liberal Dem¨®crata. Todo indica que perder¨¢ la mitad del medio centenar de esca?os que obtuvo en 2010 y ceder¨¢ a los nacionalistas escoceses el tercer puesto en peso en el Parlamento.
Durante la d¨¦cada pasada la formaci¨®n, escorada hacia la izquierda, fue un im¨¢n del voto protesta contra las pol¨ªticas poco progresistas del Nuevo Laborismo. Pero Clegg quiso demostrar que el amorfo partido era capaz de ejercer la responsabilidad del poder. Y lo hizo: aport¨® estabilidad al Gobierno. A cambio de renunciar a las principales promesas de su programa. Entre ellas, la de reducir las tasas universitarias, que hab¨ªa llevado a los ap¨¢ticos j¨®venes a las urnas. ¡°Los j¨®venes creyeron en los liberales-dem¨®cratas y ya no volver¨¢n a creer en la pol¨ªtica¡±, opina Owen Jones. ¡°Nick Clegg se tiene que ir porque ha robado a toda una generaci¨®n su fe en la democracia¡±.
Hoy los j¨®venes desenga?ados ya no votan ¡ªdesde luego, no a Clegg¡ª y el voto protesta tiene otros destinos a derecha (UKIP) e izquierda (Verdes y SNP). Pero Clegg cree que su partido es m¨¢s necesario que nunca. Un freno a la radicalidad. Un coronador de reyes que, como dijo hace dos semanas en la presentaci¨®n de su programa electoral, aporte ¡°coraz¨®n a un Gobierno tory o cerebro a un Gobierno laborista¡±. Rosie Fletcher, analista del New Statesman, resum¨ªa el papel de los liberales-dem¨®cratas como ¡°una lata de alubias u otro ins¨ªpido carbohidrato¡± utilizado para que un estofado que se ha quedado corto d¨¦ m¨¢s de s¨ª.
En una entrevista este fin de semana en el Financial Times, Clegg pareci¨® inclinarse m¨¢s por aportar sus alubias al estofado tory. Dijo que nunca estar¨ªa en un Gobierno con el sustento de los nacionalistas o del UKIP. Esto significa casi descartar una coalici¨®n con los laboristas: no hay que olvidar que hoy la opci¨®n de Gobierno m¨¢s probable es uno laborista en minor¨ªa con apoyo del Partido Nacionalista Escoc¨¦s.
Pero Clegg tiene dos problemas. El primero es aritm¨¦tico: los n¨²meros no acaban de salirle. Sus esca?os no bastar¨¢n, como en 2010, para formar una mayor¨ªa sumados a los de otro partido. Son la primera opci¨®n. La m¨¢s c¨®moda. Pero no ser¨¢n suficientes. Y en caso de que acaben formando parte de un Gobierno en minor¨ªa, desde luego su peso en ¨¦l no ser¨¢ el mismo que el que han tenido en el de Cameron.
Su segundo problema es de identidad. Clegg y Cameron conectan. Se han entendido bien estos cinco a?os, confirma un alto funcionario que ha estado muy cerca de ellos. Pero para coronar reyes hay que tener un esca?o en el Parlamento. Y si Nick Clegg y su guardia pretoriana pierden los suyos, podr¨ªa tomar el control del partido la otra de las dos almas que lo componen, el ala nost¨¢lgica de la izquierda, que se entender¨ªa mejor con los laboristas.
Por todo ello, que Nick Clegg retenga este esca?o es crucial para las aspiraciones de los tories de seguir en el poder. Y la batalla que se libra en este barrio del norte de Inglaterra es, seg¨²n el columnista conservador Tim Montgomerie, ¡°la m¨¢s importante de estas elecciones¡±.
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