El Supremo de EE UU, dividido ante el derecho al matrimonio igualitario
El caso que puede legalizar las bodas entre personas del mismo sexo en todo el pa¨ªs
El movimiento a favor de la igualdad de gais y lesbianas ha esperado m¨¢s de una d¨¦cada hasta encontrar un caso que avanzara hasta la sala de audiencias del Tribunal Supremo y obligara a los jueces a responder esta pregunta: ?El derecho al matrimonio debe incluir a los homosexuales? La cita se ha celebrado finalmente este martes y los nueve jueces se han mostrado profundamente divididos ante el reconocimiento de matrimonio igualitario como un derecho al que tienen acceso todos los ciudadanos.
En un caso que ha despertado la m¨¢xima expectaci¨®n en todo el pa¨ªs, los nueve magistrados pueden determinar el final del ¨²ltimo movimiento por los derechos civiles, el de la igualdad de los homosexuales. El Supremo estudi¨® este martes las preguntas planteadas por 12 parejas que demandaron a los estados de Michigan, Ohio, Kentucky y Tennessee por prohibirles el matrimonio, lo que consideran una violaci¨®n de su derecho a la igualdad, y por no reconocer los matrimonios de quienes ya se hab¨ªan casado en otros estados.
Las diferencias entre los jueces abarcan desde la definici¨®n de matrimonio, los intereses que debe proteger el gobierno o cu¨¢l es el papel de los estados al decidir qui¨¦n puede casarse y qui¨¦n no. El juez John Roberts, presidente de la Corte, traslad¨® a los demandantes su preocupaci¨®n por ¡°cambiar una definici¨®n que nos ha acompa?ado durante milenios¡±. En respuesta, la juez Ruth Ginsburg, del ala progresista del Tribunal, defendi¨® que ¡°la idea de matrimonio ya no es la misma que antes¡±.
En un mundo en el que las parejas homosexuales participan plenamente en la sociedad, resulta imposible defender que les neguemos la igualdad de derechos. Se la merecen ya¡±
El juez Stephen Breyer a?adi¨® despu¨¦s que al ampliar el derecho al matrimonio a los homosexuales, el poder federal estar¨ªa imponiendo la definici¨®n de una minor¨ªa a la mayor¨ªa de los ciudadanos. El defensor de las prohibiciones impuestas por estos cuatro estados recogi¨® el guante y pidi¨® a los magistrados ¡°que no detengan la conversaci¨®n¡± con una sentencia que imponga un ¡°cambio social de tal magnitud¡±.
El juez Antonin Scalia, uno de los m¨¢s conservadores, declar¨® que la cuesti¨®n no es si existe el derecho al matrimonio, sino qui¨¦n debe definirlo, los estados o el Gobierno federal. Breyer a?adi¨® que ¡°un grupo de ciudadanos est¨¢n pidiendo a los estados que hagan algo que no quieren hacer¡±, al obligarles a legislar en favor del matrimonio igualitario. La abogada de los demandantes, Mary Bonuato, argument¨® entonces que en el caso Loving v. Virginia que en 1967 acab¨® con la prohibici¨®n de casarse a parejas interraciales, la mayor¨ªa de los estadounidenses habr¨ªa votado en contra, pero el inter¨¦s de la corte no est¨¢ en seguir a la mayor¨ªa, sino en defender la igualdad de todos los ciudadanos.
Los defensores de las prohibiciones al matrimonio igualitario alegaron que las leyes estatales y federales siempre han respaldado el matrimonio por ser una garant¨ªa de procreaci¨®n y que uno de sus objetivos es la protecci¨®n de los menores y su v¨ªnculo legal con los padres. Los jueces m¨¢s liberales de la Corte rechazaron sin embargo este argumento, asegurando que ning¨²n Estado podr¨ªa negar legalmente el matrimonio a una persona que no pueda o no quiera tener hijos.
Esperar nunca ha servido para justificar la desigualdad de un grupo de ciudadanos¡±, respondi¨® Mary Bonuato, abogada de los demandantes
¡°El derecho al matrimonio forma parte de nuestra Constituci¨®n¡±, asegur¨® la juez Sonia Sotomayor al plantear que si la ley no puede excluir a parejas interraciales o que no puedan tener hijos biol¨®gicos, ¡°?qu¨¦ justifica la exclusi¨®n de los homosexuales?¡±. El abogado defensor de los estados asegur¨® entonces que la definici¨®n de matrimonio que entiende la mayor¨ªa de la sociedad sigue siendo la de un hombre y una mujer. En respuesta, el juez Breyer pronunci¨® una de las preguntas que ninguno de los defensores de la restricci¨®n del matrimonio supo contestar: ¡°Si el prop¨®sito del matrimonio es proteger el v¨ªnculo entre los menores y sus padres, ?no deber¨ªamos incluir tambi¨¦n a los hijos de parejas homosexuales, como ya protegemos a los adoptados?¡±
En l¨ªnea con el planteamiento de Sotomayor, los demandantes aseguran que al negarse su derecho a casarse o verse invalidado su matrimonio, tanto ellos como sus hijos est¨¢n siendo discriminados al carecer de protecciones y beneficios de las que s¨ª disfrutan otros ciudadanos. Las 12 parejas cuentan en este aspecto con el respaldo del Gobierno. El defensor general Donald Verrilli compar¨® las leyes que proh¨ªben el matrimonio entre personas del mismo sexo con las de la segregaci¨®n racial, ya que separan a un grupo de ciudadanos. ¡°?Por qu¨¦ querr¨ªamos mantener esa historia?¡±, pregunt¨® ret¨®ricamente a los jueces. ¡°En un mundo en el que las parejas homosexuales participan plenamente en la sociedad, resulta imposible defender que les neguemos la igualdad de derechos. Se la merecen ya¡±.
Roberts tambi¨¦n se hizo eco de la preocupaci¨®n de quienes alegan que una sentencia que legalice el matrimonio igualitario a nivel federal acabar¨¢ con el debate presente en la sociedad. Scalia, por su parte, aleg¨® que el Tribunal no tiene competencias y que EE UU ¡°debe esperar a ver¡± c¨®mo evoluciona el debate. ¡°Esperar nunca ha servido para justificar la desigualdad de un grupo de ciudadanos¡±, respondi¨® Bonuato. El juez Anthony Kennedy, que puede tener en sus manos el voto decisivo, reconoci¨® que su preocupaci¨®n al excluir a parejas gays y a sus hijos de una instituci¨®n ¡°noble y sagrada¡±.
La relevancia del caso hizo que la Corte concediera tiempo extraordinario para la audiencia, de dos horas y media de duraci¨®n. El Supremo dictar¨¢ sentencia el pr¨®ximo mes de junio, s¨®lo dos a?os despu¨¦s de revocar la ley federal que defin¨ªa el matrimonio como la uni¨®n entre un hombre y una mujer. El movimiento por los derechos de los homosexuales recibi¨® con aquella decisi¨®n, en el caso Windsor, un impulso que ha consolidado la legalizaci¨®n del matrimonio igualitario en 36 Estados, junto con la capital, en el Distrito de Columbia. La avalancha de cambio coincide adem¨¢s con un amplio respaldo por parte de la sociedad.
El juez Kennedy puede decantar la balanza, una vez m¨¢s, a favor de la igualdad de la comunidad LGBT en EE UU. En 2013, el juez result¨® clave al alinearse con el ala progresista al declarar inconstitucional la ley DOMA que establec¨ªa la definici¨®n del matrimonio a nivel federal como la uni¨®n entre un hombre y una mujer. Aquella sentencia, sin embargo, no reconoci¨® el derecho a casarse de los homosexuales. Los jueces se pronunciar¨¢n al respecto dentro de dos meses, cuando puede cambiar el futuro del matrimonio igualitario en EE UU de una manera imprevisible hace apenas cinco a?os.
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