La resurreci¨®n de los nacionalistas escoceses
Ocho meses despu¨¦s de la derrota en el refer¨¦ndum independentista, el SNP se convierte en un protagonista clave
Si algo tiene claro Sally Harris es que no quiere que los conservadores ganen las elecciones. Con un gesto nervioso, la joven alta y fuerte se ajusta su cazadora negra y cuenta que acaba de votar por los nacionalistas escoceses (SNP). ¡°En Westminster no piensan en absoluto en Escocia y creo que ellos pueden obligarles a mirar al norte de la frontera con Inglaterra¡±, dice. Harris es camarera a media jornada en el caf¨¦ de un centro comercial de Paisley, un distrito obrero y tradicional feudo laborista de la periferia de Glasgow, sembrado de bloques de pisos de ladrillo rojizo y de unas cuantas manzanas de casitas unifamiliares. ¡°Yo apenas llego a fin de mes¡ y en mi situaci¨®n somos muchos. El Gobierno no puede seguir apret¨¢ndonos las tuercas as¨ª¡±, se lamenta.
Harris no es independentista. De hecho, el pasado septiembre vot¨® no a que Escocia se separara de Reino Unido. Sin embargo, en ella ha calado el discurso antiausteridad que proclama el SNP, que se ha marcado como objetivo prioritario desalojar a David Cameron y su Gobierno tory del n¨²mero 10 de Downing Street. La formaci¨®n, a la que algunos cre¨ªan ya muerta y enterrada tras la debacle del refer¨¦ndum, no solo ha sabido sobreponerse a la derrota sino que ha salido fortalecida. En las elecciones generales de hace cinco a?os, el SNP obtuvo seis de los 59 esca?os que Escocia tiene en Westminster.
Hoy, si los sondeos que le dan m¨¢s de 50 asientos est¨¢n en lo cierto, podr¨ªa convertirse en la tercera fuerza pol¨ªtica de Reino Unido y tener la llave de un Gobierno de coalici¨®n, si los laboristas de Ed Miliband aceptan su apoyo. Los mismos laboristas que han ganado en Escocia desde hace d¨¦cadas y a los que ahora la formaci¨®n de la abogada Nicola Sturgeon, nueva estrella del panorama pol¨ªtico brit¨¢nico, puede borrar del mapa escoc¨¦s.
A la jubilada Geneve Lymann no le convencen ni unos ni otros. A las puertas de la abad¨ªa de Paisley ¡ªuno de los distritos en liza y s¨ªmbolo de la batalla pol¨ªtica entre laboristas y nacionalistas¡ª tambi¨¦n echa pestes de los conservadores. La mujer de cabello corto y gris y dentadura muy deteriorada, cuenta que acababa de dar a luz a su segundo hijo cuando las huelgas del movimiento minero contra Margareth Thatcher empezaron a ponerse duras. El pulso, que dur¨® un a?o, lo gan¨® la dama de hierro, y Lymann todav¨ªa recuerda las secuelas. ¡°Ning¨²n escoc¨¦s de coraz¨®n puede dar su apoyo a los conservadores y olvidar aquello. Los tories apestan¡±, dice con acento cerrado.
La papeleta de Lymann no ha ido al SNP. De hecho, no ha votado. Pero, como lo hiciera en la d¨¦cada de los ochenta, cuando las oleadas de ajustes de Thatcher empezaron a nutrir sus filas ¡ªhasta el momento pr¨¢cticamente irrelevantes¡ª, el partido nacionalista ha sabido explotar la aversi¨®n de los escoceses por los conservadores. Los tories solo ocupan uno de los 59 esca?os escoceses de la C¨¢mara de los Comunes.
En Glasgow este, un ruidoso barrio de clase trabajadora cercado por dos de las principales arterias de la ciudad, John Ferguson se muestra preocupado por el auge nacionalista. Este conductor de autob¨²s jubilado, sindicalista desde los 20 a?os, es votante laborista desde la treintena. Y lo seguir¨¢ siendo, asegura. ¡°Ahora es incluso m¨¢s importante. Yo no deseo que Escocia se separe de Reino Unido. Quiero que sigamos juntos. Y si el SNP comienza a ara?ar votos eso es lo ocurrir¨¢¡±, dice.
Que el SNP quiere romper el Reino Unido es el argumento de Ed Miliband para no aceptar ¡ªal menos por ahora y formalmente¡ª la mano que Sturgeon le tiende desde hace meses. Pero ese tambi¨¦n es el discurso de los conservadores, r¨ªe Alexis Deans, nacida y criada en el barrio obrero, junto al estado del Celtic F¨²tbol Club. Tambi¨¦n a eso han sabido sacar jugo los nacionalistas escoceses, que ha impreso camisetas que muestran a una Nicola Sturgeon alabando con un ¡°demonios, s¨ª¡±, la frase con la que la describe David Cameron: ¡°La mujer m¨¢s peligrosa de Reino Unido¡±. Una mujer que, ir¨®nicamente, puede ser hoy el aceite que haga funcionar el engranaje de un parlamento que hace meses luchaba porque Escocia abandonase.
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