La Intifada de los jud¨ªos de origen et¨ªope sacude a la sociedad israel¨ª
Los j¨®venes se rebelan contra la discriminaci¨®n de su comunidad y la violencia policial
Contaba hace 30 a?os Victor Cygielman en este mismo diario que, cuando los primeros et¨ªopes llegaron a Israel, el gran rabino les exigi¨® una conversi¨®n simb¨®lica mediante un ba?o ritual. Fueron los ¨²nicos inmigrantes jud¨ªos que han tenido ser purificados tras la fundaci¨®n del Estado hebreo. ¡°Desde que vivo aqu¨ª, cada d¨ªa he experimentado el racismo en mi vida¡±, reconoc¨ªa esta semana en Jerusal¨¦n Tsega Melaku, que acababa de llegar entonces a la Tierra Prometida en la Operaci¨®n Mois¨¦s, un gigantesco puente a¨¦reo que traslad¨® a miles de jud¨ªos desde Etiop¨ªa, los llamados falashas de la tribu israelita perdida.
Melaku, periodista y activista social, ha salido a dar la cara en nombre de la comunidad de origen et¨ªope ¨Cintegrada por unas 140.000 personas, cerca de un 2% de la poblaci¨®n-, tras el reciente estallido de la protesta de los jud¨ªos africanos contra el racismo y la violencia policial. ¡°Las manifestaciones de los ¨²ltimos d¨ªas han sido s¨®lo el detonante del malestar por los problemas de integraci¨®n acumulados desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas¡±, explica la autora de No en nuestra escuela, libro en el que relata la discriminaci¨®n que sufri¨® en su Etiop¨ªa natal, que abandon¨® con 16 a?os, por pertenecer a una minor¨ªa religiosa. Melaku se dio a conocer ante la opini¨®n p¨²blica israel¨ª durante una campa?a de protesta en 1996 contra el rechazo de la Estrella de David Roja a aceptar las donaciones de sangre de israel¨ªes de origen et¨ªope, al alegar que pod¨ªa estar infectada por VIH.
Las inmediaciones de la residencia del primer ministro en Jerusal¨¦n, primero, y la c¨¦ntrica plaza de Isaac Rabin en Tel Aviv, despu¨¦s, se convirtieron en campo de batalla contra las fuerzas de seguridad durante la Intifada de los j¨®venes de la comunidad et¨ªope. ¡°Han dicho basta, quieren ser iguales a los dem¨¢s en su propio pa¨ªs, pero ya no conf¨ªan en el sistema¡±, sostiene Melaku, que atribuye la radicalizaci¨®n de la protesta a la ruptura de la generaci¨®n de los sabra (nacidos en Israel) con las estructuras de poder patriarcal de la comunidad, que hasta ahora estaba en manos de los l¨ªderes religiosos. ¡°Nuestros padres y nosotros mismos hemos sido m¨¢s sumisos que nuestros hijos¡±, admite.
La protesta afro-israel¨ª estall¨® a comienzos de mes en la Ciudad Santa tras la difusi¨®n de un v¨ªdeo en el que se observa c¨®mo dos agentes apalean a un soldado israel¨ª negro uniformado en Hol¨®n, cerca de Tel Aviv. Ambos polic¨ªas han sido suspendidos de servicio mientras se investiga su conducta por la agresi¨®n al militar de reemplazo Damas Pakada, que fue recibido con un abrazo por Benjam¨ªn Netanyahu en la sede del Gobierno. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, fue a¨²n m¨¢s expl¨ªcito al reconocer que el Estado ha ¡°cometido errores¡± por no haber sabido afrontar los problemas de la minor¨ªa et¨ªope.
¡°Desde que vivo en Israel, cada d¨ªa he experimentado el racismo en mi vida¡±, asegura la activista Tsega Melaku
Un tercio de las familias de la comunidad jud¨ªa africana viven por debajo del umbral de la pobreza, mientras que en el conjunto de la poblaci¨®n este ¨ªndice solo afecta al 15%. Los falashas viven agrupados en los barrios m¨¢s desfavorecidos y mantienen escasa relaci¨®n con otras comunidades israel¨ªes. A t¨ªtulo de ejemplo, en la principal c¨¢rcel para j¨®venes del pa¨ªs, situada en Ofek, en el ¨¢rea de Tel Aviv, un 30% de los reclusos son de origen et¨ªope. Tambi¨¦n este grupo de j¨®venes es el que tiene el mayor ¨ªndice de alistamiento al Ej¨¦rcito, donde conf¨ªan en emprender una carrera profesional sin trabas.
Tras las grandes operaciones de traslado de jud¨ªos africanos en los a?os ochenta y noventa, el Gobierno volvi¨® a conceder en 2010 autorizaci¨®n para inmigrar a otros 8.000 et¨ªopes. Este programa tampoco estuvo exento de pol¨¦mica, el Ministerio de Sanidad tuvo que prohibir en 2013 que las mujeres que iban a instalarse en Israel recibieran inyecciones con anticonceptivos sin su consentimiento.
La periodista Tsega Melaku advierte de que no se pueden establecer similitudes entre las protestas de la comunidad negra en Israel y las de los afroamericanos de Ferguson o Baltimore: ¡°Nosotros vinimos aqu¨ª por propia voluntad, por nuestra religi¨®n y porque nos sent¨ªamos discriminados en Etiop¨ªa¡±. Tambi¨¦n quiere marcar distancias con la situaci¨®n de los inmigrantes clandestinos africanos o la de los palestinos: ¡°Somos ciudadanos israel¨ªes. Yo soy optimista, aunque el Gobierno tiene que tomar medidas para integrar a los j¨®venes en la sociedad¡±. Pero insiste en poder mantener su identidad. ¡°Cuando llegu¨¦ a Israel me pidieron que eligiera un nombre jud¨ªo. Me negu¨¦. Me lo puso mi abuelo, y en nuestra cultura es un don, no s¨®lo una palabra tradicional o bonita¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.