Los autogoles de la superpotencia
La amenaza al poder global de Estados Unidos no viene de Pek¨ªn, sino de Washington
?Seguir¨¢ siendo Estados Unidos el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo? Muchos creen que China le acabar¨¢ robando ese papel, por su inmenso tama?o y su casi milagroso progreso econ¨®mico, social y militar. Pero al gigante asi¨¢tico todav¨ªa le falta mucho para desplazar a EE UU. China a¨²n es muy pobre: su ingreso por persona es equivalente al de Per¨² o al de las islas Maldivas.
Pero si no es China, ?qui¨¦n? ?O es que EE UU seguir¨¢ siendo indefinidamente la superpotencia del planeta? No creo. Su enorme influencia internacional est¨¢ amenazada por divisiones pol¨ªticas internas que ya se han hecho cr¨®nicas y que limitan su capacidad para liderar el mundo. Cuatro ejemplos recientes son muy reveladores. El primero tiene que ver con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una instituci¨®n muy criticada pero que, de no existir, habr¨ªa que crear. El reto no es eliminarla, sino mejorarla. Y eso intent¨® EE UU en 2010 con una serie de reformas destinadas a adecuar a la instituci¨®n al siglo XXI. Entre otros cambios, Barack Obama propuso elevar la participaci¨®n de China en el FMI de un 3,8% al 6% ¡ªlo cual ni siquiera refleja el hecho de que el gigante asi¨¢tico pronto tendr¨¢ la econom¨ªa m¨¢s grande del mundo y que, aun llegando a ese 6%, China seguir¨ªa por debajo del 16,5 % de EE UU¡ª. Las reformas tambi¨¦n permitir¨ªan aumentar el peso dentro del FMI de los pa¨ªses emergentes, que ya representan la mitad de la econom¨ªa mundial. Y todo ello se traducir¨ªa en cambios en la obsoleta composici¨®n del directorio de la instituci¨®n, que todav¨ªa refleja el orden mundial de 1944.
Las propuestas fueron aprobadas por todos los pa¨ªses y solo esperan, para su puesta en pr¨¢ctica, la aprobaci¨®n del Congreso de EE UU. Y eso, desde hace cinco a?os, ha sido imposible lograrlo. Es que Jeb Hensarling no est¨¢ de acuerdo. ?Qui¨¦n? El congresista Hensarling, electo en el Quinto Distrito de Texas, est¨¢ a cargo del comit¨¦ que debe aprobar estas reformas. Y ni a ¨¦l ni a sus aliados del Tea Party les gusta el FMI. As¨ª, un reducido grupo de legisladores tiene la capacidad de impedir que una instituci¨®n vital para la econom¨ªa global pueda reformarse de una manera que claramente conviene tanto al mundo como a EE UU.
El resultado: despu¨¦s de cinco a?os de paciente espera, China fund¨® en 2014 su propia instituci¨®n, el Banco Asi¨¢tico de Inversi¨®n en Infraestructuras (BAII), al que invit¨® a participar como accionistas a otros pa¨ªses. Washington despleg¨® una agresiva campa?a diplom¨¢tica para disuadir a otros Gobiernos de unirse a esa iniciativa. Fracas¨®. Hasta los aliados de siempre, como Reino Unido, Australia u otros pa¨ªses europeos, ignoraron las presiones norteamericanas y hoy forman parte de los 57 fundadores del nuevo banco. Washington tendr¨¢ que limitarse a mirar lo que hace esta instituci¨®n sin poder influir en sus decisiones.
Otro organismo para proyectar la influencia econ¨®mica de EE UU en el mundo es su banco para el financiamiento de las exportaciones, el Eximbank. Un grupo de congresistas amenaza con cerrarlo. No les importa que todos los grandes pa¨ªses exportadores del mundo tengan instituciones parecidas. O que solo en los ¨²ltimos dos a?os China haya prestado 670.000 millones de d¨®lares en apoyo a sus exportaciones, frente a los 570.000 millones concedidos por el Eximbank desde que fue creado por el presidente Franklin D. Roosevelt en 1934.
A veces las situaciones menos visibles para la opini¨®n p¨²blica son las que m¨¢s revelan tendencias futuras. Desde 1959, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es la principal fuente de financiamiento para Am¨¦rica Latina. Recientemente el BID decidi¨® incrementar su capacidad para apoyar al sector privado en la regi¨®n y plante¨® un aumento de capital de 2.000 millones de d¨®lares para tal fin. Esto se logr¨® a pesar de que EE UU se neg¨® a participar. Para mantener su influencia en esta ¨¢rea, Estados Unidos ¡ªel principal accionista del BID¡ª deber¨ªa aportar 39 millones de d¨®lares al a?o durante siete a?os. En cambio, todos los otros pa¨ªses accionistas estuvieron de acuerdo en participar. As¨ª, una combinaci¨®n de ceguera ideol¨®gica del Congreso y la incre¨ªble incompetencia de los bur¨®cratas del departamento del Tesoro hicieron que EE UU perdiera un instrumento m¨¢s para ser relevante en una regi¨®n que, seg¨²n los discursos oficiales, es una prioridad para la Casa Blanca.
Larry Summers, un respetado acad¨¦mico que ha ocupado los m¨¢s altos cargos en el Gobierno de EE UU, escribi¨® hace poco: ¡°Mientras uno de nuestros dos partidos pol¨ªticos se oponga siempre a los acuerdos de libre comercio con otros pa¨ªses y el otro se resista a financiar a las organizaciones internacionales, EE UU no estar¨¢ en posici¨®n de moldear el sistema econ¨®mico mundial¡±.
La amenaza a la supremac¨ªa global de EE UU no viene de Pek¨ªn. Reside en Washington. En el infra-Congreso que puede postrar a la superpotencia.
S¨ªgame en Twitter: @moisesnaim
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.