Los c¨®digos secretos de las maras
Un peluche en la tapa del motor de un taxi, o una mujer vestida con prendas rojas y amarillas en un mercado son se?ales de ataque o extorsi¨®n en Honduras
Un peque?o oso, gato, mono o perro de peluche atado cerca de una ventanilla o a la tapa del motor de un taxi o de un ¨®mnibus del transporte p¨²blico significar¨ªa v¨ªa libre para asaltar a los pasajeros y cobrarse cuotas atrasadas. Una mujer con una bandolera o cartera asida a la cintura, te?ida de rubio y vestida con licras negras o prendas rojas y amarillas significar¨ªa la presencia de una cobradora de ¡°impuesto de guerra¡± o una vendedora de drogas. Son algunos de los nuevos mensajes de las maras en Honduras, visibles para cualquiera, pero solo descifrables para unos pocos.
¡°Los criminales juegan con el p¨¢nico de la poblaci¨®n¡±, afirma el coronel Santos Nolasco, portavoz de la Fuerza de Seguridad Institucional de Honduras, que coordina los aparatos gubernamentales de combate a la delincuencia com¨²n y organizada. ¡°La histeria se vuelve colectiva por un rumor o una informaci¨®n verdadera sobre la disputa que las maras tienen de los territorios y de los mercados¡±, explica Santos.
Estos entresijos y galimat¨ªas podr¨ªan dar lugar a confusiones que detonasen en un ataque rival entre las dos principales pandillas ¡ªla Mara 18 y la Mara Salvatrucha ¡ª y sus ramificaciones, como la temible banda de Los Chirizos. La Mara Salvatrucha ha alertado de que, para evitar confusiones con sus enemigos, estar¨ªa prohibido que las hondure?as vistan de rojo y amarillo, lleven el cabello rubio o bolsos de cordones en caderas al visitar los mercados del peligroso y populoso suburbio de Comayag¨¹ela, cercano a la capital, Tegucigalpa, porque as¨ª acostumbran a ataviarse las novias de Los Chirizos, utilizadas como cobradoras de extorsiones o distribuidoras de drogas. Los Chirizos habr¨ªan ordenado a sus mujeres que se pintaran el cabello de negro.
El rito de los peluches estar¨ªa ligado al soborno que los transportistas ¡ªcomo v¨ªctimas¡ª deben pagar como ¡°cuota semanal¡± a las maras, por lo que la ubicaci¨®n del monigote es un s¨ªmbolo de que es moroso y de que se permite el asalto a los ocupantes del automotor. Pero en la contradictoria puja de ¨®rdenes y contra¨®rdenes, el miedo persiste en esos y otros puntos comerciales sometidos a disputas de las maras ante la vulnerabilidad de empresas, vendedores y clientes.
La historia de las bandas
En una maniobra que oblig¨® a la Polic¨ªa de Honduras a infiltrar agentes encubiertos en mercados y bases de transporte para verificar la magnitud del peligroso aunque sutil mecanismo de comunicaci¨®n, el lenguaje semiclandestino lubric¨® la mortal batalla entre las maras en la disputa y marca o se?alizaci¨®n de territorios en Tegucigalpa y en sus suburbios, y agrav¨® los temores en un pa¨ªs que es uno de los m¨¢s violentos del mundo.
Convertidas en estructuras de la delincuencia organizada transnacional y con fuerza en Honduras, El Salvador y Guatemala, nexos en M¨¦xico y presencia en al menos 35 estados de EE UU, las maras se instalaron hace m¨¢s de 22 a?os en esos pa¨ªses del Tri¨¢ngulo Norte de Centroam¨¦rica con la masiva deportaci¨®n desde suelo estadounidense de migrantes. En un escenario de marginaci¨®n social, crecieron y viven del soborno generalizado.
Datos del Observatorio de la Violencia de la estatal Universidad Nacional Aut¨®noma de Honduras mostraron que de un total de 5.936 homicidios ocurridos en esa naci¨®n en 2014, 1.571 estuvieron relacionados con las maras, sicariato, ajustes de cuentas, robos y extorsiones. Aunque es uno de los pa¨ªses m¨¢s violentos del mundo, Honduras redujo la tasa de homicidios en 2014 a 68 por cada 100.000 habitantes, mientras que en 2013, con un total de 6.757 casos, fue de 79, seg¨²n el Observatorio.
¡°Ya se sabe lo que pasa si no pagas¡±
A bordo de un taxi blanco en el que a diario recorre Tegucigalpa y trata de ganarse la vida como taxista en una ciudad de alto riesgo, el hondure?o Carlos Reina habla de sus pasiones futbol¨ªsticas y de los d¨ªas en que todav¨ªa hace poco tiempo se atrevi¨® a emigrar por tierra a Estados Unidos. Pero tambi¨¦n de las ¡°muchas horas¡± que debe laborar para llevar el sustento a su familia y, adem¨¢s, poder pagar el soborno o ¡°cuota semanal¡±.
Reina relata que ¡°es mentira¡± la versi¨®n de que los taxistas y dem¨¢s transportistas colocaron mu?ecos de peluche en sus veh¨ªculos como se?al para que los mareros asalten a los pasajeros y se cobren las cuotas atrasadas. ¡°Eso es una mentira que han sacado los polic¨ªas. Lo que pasa es que muchos taxistas han hecho eso de colocar los peluches pero es como una moda. Son los mismos polic¨ªas los que han inventado todo eso solo para mentir. Nos quieren desprestigiar¡±, afirma. Preguntado sobre la inseguridad, responde: ¡°Muy mal. Si uno no paga, sabe que tiene que andar con cuidado. Yo pago 1.500 lempiras [unbos 70 d¨®lares¡± a la semana. Pagamos a cinco maras¡±, cuenta y a?ade: ¡°Ya se sabe lo que pasa cuando uno no paga¡±.
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