¡°Estamos tristes y desesperados. Queremos volver a casa¡±
Los nepal¨ªes no regresan a sus casas ante el miedo de que puedan derrumbarse
En Nepal pocos pudieron conciliar el sue?o anoche. Al segundo gran terremoto de este martes le siguieron varias r¨¦plicas en la madrugada, algunas de ellas muy fuertes. En Katmand¨², estos temblores sacaron de sus casas a los que todav¨ªa estaban all¨ª. Muchas viviendas da?adas por el primer se¨ªsmo se cayeron, mientras que otras podr¨ªan derrumbarse en cualquier momento. Pero hubo miles de personas que, aun teniendo una casa que creen firme, decidieron pernoctar al aire libre. ¡°?C¨®mo podemos dormir dentro de un edificio si no sabemos cu¨¢ndo volver¨¢ a temblar? Pens¨¢bamos que ya hab¨ªamos sufrido toda la devastaci¨®n posible en el se¨ªsmo del 25 de abril, pero ayer [por el martes] vimos que todav¨ªa puede ser peor. Con ese miedo en el cuerpo es muy dif¨ªcil volver a la normalidad¡±, explica Vinod Maharjan, una de las m¨¢s de dos mil personas que acampan desde ayer en la explanada de un hospital, en Durbar Marg, en pleno coraz¨®n de la capital.
¡°Por ahora solo tenemos una prioridad: que no nos caiga ning¨²n edificio encima. Por eso hemos dejado nuestras casas y vivimos en la calle¡±, dice sentado sobre el c¨¦sped. Como la mayor¨ªa de gente en la ciudad, el empresario hab¨ªa reanudado apenas su rutina un par de d¨ªas antes del segundo gran temblor, que agreg¨® al menos 65 muertos a la lista de los m¨¢s de 8.000 fallecidos del primero. A su lado est¨¢ su familia, unas 20 personas, que, como la mayor¨ªa de las nepal¨ªes, son extensas. Los hermanos viven con sus esposas y sus hijos en la casa de sus padres. Ahora todos comparten sobre sus cabezas una lona impermeable.
Estas lonas se han vuelto en las ¨²ltimas semanas uno de los art¨ªculos de m¨¢s demanda en Nepal. Tras el primer temblor escasearon. Ahora se consiguen con m¨¢s frecuencia a trav¨¦s de dos frentes opuestos: las ONG, que las dan gratis, o algunos vendedores, que han hecho su agosto porque las venden a un precio mucho m¨¢s alto de lo normal en los mercados locales. Fuera de una tienda un hombre explica que pag¨® lo equivalente a 14 euros por un pl¨¢stico de no muy buena calidad. ¡°Pero no tengo otra opci¨®n, tenemos que quedarnos fuera de casa y llueve casi a diario¡±, lamenta. Aunque ahora es solo llovizna, en junio llegar¨¢ el monz¨®n y entonces nadie sabe si los refugios temporales ser¨¢n suficientes. Las tiendas de campa?a con el logo de la Cruz Roja de China tambi¨¦n cubren la explanada de los refugiados por los terremotos.
El otro art¨ªculo que es cada vez m¨¢s usado en la ciudad tras los terremotos son las mascarillas. La gente se cubre la boca esperando as¨ª evitar los brotes de enfermedades que se temen que pueden surgir.
En Katmand¨² las clases media y baja est¨¢n hermanadas por endebles refugios de pl¨¢stico. Las familias pasan el tiempo haciendo te chai o cocinando. ¡°Adem¨¢s de tristes estamos desesperados. Queremos volver a nuestra casa. Queremos ver si no ha sufrido da?os, como la de nuestros vecinos¡±, explica Sarjina Stapit, que trabaja en una compa?¨ªa de finanzas.
Esta imagen de pl¨¢sticos de colores, azul, amarillo y gris se repiten por toda la ciudad. En aceras, en rotondas, en parques, cerca del campo de golf o del aeropuerto.
Los problemas que repiten las personas que han decidido pasar fuera la noche al aire libre son el acceso a fuentes de agua, a ba?os y los mosquitos. ¡°Pero eso no es nada ante el riesgo de quedar aplastado bajo un edificio¡±, dice Pravina, otra moradora temporal de acera. Lo mismo pensaron los que se atrevieron a quedarse en sus casas cuando tuvieron que salir despavoridos y medio vestidos a las dos de la ma?ana cuando los despert¨® la primera y m¨¢s fuerte de las r¨¦plicas. Muchos, durmiendo bajo pl¨¢stico o bajo techo, coinciden en un deseo: que la tierra deje de moverse. Pero nadie sabe cu¨¢ndo.
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