Memoria de azahar antiguo en Jaffa
El exnegociador palestino Nabil Shaat recorre la vieja ciudad ¨¢rabe donde vivi¨® su ni?ez
¡°Los que hemos vivido en una ciudad con puerto siempre echaremos de menos el mar¡±, reflexiona en voz alta ante el decorado otomano de la plaza del Reloj de Jaffa el exnegociador palestino Nabil Shaat. Naci¨® en 1938 en Safed, Galilea, hoy territorio de Israel, y pas¨® gran parte de su ni?ez en esa antigua ciudad, entonces de poblaci¨®n mayoritariamente ¨¢rabe y que ahora forma parte del ¨¢rea metropolitana de Tel Aviv.
¡°Cuando las tropas israel¨ªes avanzaron hacia el puerto cundi¨® el p¨¢nico y miles de civiles huyeron¡±, evoca el actual responsable de relaciones internacionales del partido Fatah los acontecimientos del 15 de mayo de 1948, cuando entr¨® en vigor la partici¨®n de la Palestina bajo mandato brit¨¢nico para que surgiera el Estado de Israel. Cerca de 700.000 palestinos tuvieron que abandonar sus tierras y sus casas. ¡°Casi todos acabaron viviendo cerca del mar, llegaron en barcas de pescadores hasta Gaza o Beirut, o se instalaron en Alejandr¨ªa, como mi familia¡±, recuerda.
¡°?Est¨¢ casi todo igual que entonces! ?A¨²n sigue all¨ª mi colegio!¡±, exclama con una sonrisa. Cuando se cumplen 67 a?os de la llamada Nakba (desastre o cat¨¢strofe, en ¨¢rabe), Nabil Sahat pasea de nuevo por las calles de Jaffa ¨Ccuenta con un permiso especial para desplazarse, en calidad de alto cargo de la Administraci¨®n palestina, emitido por las autoridades israel¨ªes¡ª en la emocionada visita de un septuagenario a los paisajes de su infancia. Un privilegio que pocos de los m¨¢s de cinco millones de palestinos que viven en Gaza, Cisjordania y el exilio pueden disfrutar.
¡°Pude regresar por primera vez en 1994, poco despu¨¦s de que comenzaran a aplicarse los Acuerdos de Oslo¡±, explica a las puertas de la escuela Tabita, regentada por monjas cat¨®licas escocesas. ¡°Los militares israel¨ªes estaban muy preocupados, quer¨ªan evitar que me agredieran las bandas de jud¨ªos extremistas reci¨¦n llegados entonces de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. As¨ª que llegu¨¦ a mi antigua ciudad con una caravana de veh¨ªculos de escolta. Parec¨ªa una manifestaci¨®n para celebrar mi vuelta¡¡±, bromea mientras el colegio de La Salle, donde su hermano estudi¨® con religiosos franceses.
¡°Pude regresar por primera vez en 1994, poco despu¨¦s de que comenzaran a aplicarse los Acuerdos de Oslo¡±, explica a las puertas de la escuela de su infancia
El veterano dirigente palestino encamina sus pasos hacia el distrito donde se hallaba la casa de su familia. ¡°Todo esto eran antes campos con los c¨¦lebres naranjos de Jaffa¡±, se?ala unos bloques de viviendas. ¡°El olor a azahar lo llenaba todo en primavera, esa mi memoria m¨¢s viva de mi ni?ez¡±, confiesa Shaat, que prosigui¨® sus estudios en Egipto tras la Nakba antes de graduarse en la Universidad de Pensilvania.
¡°Form¨¦ parte de la delegaci¨®n palestina en la Conferencia de Paz de Madrid, pero no particip¨¦ directamente en las negociaciones de Oslo¡±, precisa. Despu¨¦s fue ministro de Cooperaci¨®n Internacional en el primer Gobierno palestino de Yasir Arafat, en 1994, y titular de Exteriores con Mahmud Abbas en 2003.
Pragm¨¢tico. Culto. Moderado. Shaat ha sido ante todo un negociador apreciado por los diplom¨¢ticos estadounidenses e israel¨ªes. ¡°Despu¨¦s de la II Guerra Mundial Jaffa era una ciudad moderna. Las ¨²ltimas pel¨ªculas se estrenaban al mismo tiempo que en El Cairo o en Beirut. Y como dos de mis t¨ªos era los propietarios del teatro Alhambra nunca me faltaban las entradas¡¡±, detalla con una expresi¨®n de felicidad reencontrada en el cruce del bulevar Nusa (hoy de Jerusal¨¦n) donde se hallaba el teatro. Nada le marc¨® m¨¢s en aquellos a?os que la conmoci¨®n que caus¨® en provinciana Jaffa la actuaci¨®n de la legendaria cantante egipcia Um Kulzum, precisamente en el escenario del Alhambra.
Nabil Sahat encuentra al final la casa de su familia en una bocacalle ajardinada del gran bulevar. El chaletito con pretensiones neocl¨¢sicas est¨¢ ocupado por un centro de d¨ªa para drogodependientes de la municipalidad de Tel Aviv. Los empleados se quedan sorprendidos al enterarse de que un alto cargo de Ramala vivi¨® all¨ª. ¡°No, no voy a reclamar la propiedad, ?Para qu¨¦?¡±, reconoce el antiguo negociador. Muchos refugiados palestinos a¨²n conservan las llaves de las casas que abandonaron hace 67 a?os por si alg¨²n d¨ªa pueden volver.
¡°Estuvimos a punto de lograrlo en la Conferencia de Taba [ciudad tur¨ªstica egipcia en el mar Rojo], en 2001. Nunca hemos estado m¨¢s cerca de hallar una salida a la cuesti¨®n de los refugiados. Shlomo Ben Ami [ministro de Exteriores] se esforz¨® para conseguir que nos pusi¨¦ramos de acuerdo en la definici¨®n del problema. Pero poco despu¨¦s se celebraron elecciones en Israel y¡¡±. Shaat se resigna a volver al presente mientras entra en un restaurante de pescado del puerto de Jaffa: ¡°Con Netanyahu hay ninguna oportunidad de negociar la paz. ?l es el Caballo de Troya de la guerra¡±.
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