Chile: esencia de mujer
Resulta muy gratificante encontrar un gobernante que parece haber entendido por qu¨¦ el pueblo le niega la confianza
En este cambiante mundo estamos ante una coyuntura in¨¦dita. Cuatro de los pa¨ªses latinoamericanos m¨¢s importantes ¡ªM¨¦xico, Argentina, Brasil y Chile¡ª sufren una profunda y definitiva crisis institucional, de identidad y de credibilidad de sus sistemas pol¨ªticos. Am¨¦rica Latina est¨¢ enferma de corrupci¨®n.
En un continente en el que el presidente de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, asegura que el problema de la corrupci¨®n es un tema cultural, resulta muy gratificante encontrar un gobernante que parece haber entendido por qu¨¦ el pueblo le niega la confianza, algo que podr¨ªa conectar con el futuro.
Michelle Bachelet (¡°ll¨¢mame Michelle¡±, como le gusta decir a la presidenta chilena) intent¨®, en una entrevista en televisi¨®n tras el esc¨¢ndalo por los supuestos casos de corrupci¨®n, explicar lo inexplicable: ?Por qu¨¦ la corrupci¨®n es inherente a cualquier sistema de Gobierno? En la conversaci¨®n, como si fuera producto de una iluminaci¨®n, anunci¨® que pedir¨ªa la renuncia de su Gabinete. Durante 108 horas, todos dejaron su cargo. Despu¨¦s reubic¨® a algunos y destituy¨® a cinco de sus integrantes.
Vamos construyendo un gueto. Dentro, la clase pol¨ªtica y los partidos. Fuera, el pueblo
Dudo mucho de que Bachelet lo tuviera previsto. Sin embargo, considero que hay una generaci¨®n ¡ªla de los supervivientes de las barbaridades de las d¨¦cadas de los setenta y los ochenta¡ª cuyo principal c¨®digo de comportamiento es la est¨¦tica. La est¨¦tica se convierte en ¨¦tica. Bachelet gan¨® las elecciones prometiendo una nueva constituci¨®n y un nuevo pa¨ªs. Sabe que el Chile que fue posible por el pacto entre malos y buenos est¨¢ terminado y que la clase pol¨ªtica no basta para encauzar las demandas de la gente.
De lo que no era tan consciente es de que la quintaesencia del fallo sist¨¦mico de la pol¨ªtica actual iba a llegarle por la v¨ªa m¨¢s insospechada. De golpe, la presidenta chilena se encontr¨® sentenciada por el fruto de su vientre. Su hijo fue acusado de corrupci¨®n por tr¨¢fico de influencias.
En ese momento, Bachelet se dio cuenta de que estaba contribuyendo a lo mismo por lo que ha sido presidenta dos veces, lo mismo por lo que vio asesinar a su padre, lo mismo por lo que tuvo que exiliarse, es decir, estaba siendo c¨®mplice de la destrucci¨®n de la credibilidad pol¨ªtica, solo por el hecho biol¨®gico m¨¢s determinante de la especie humana: la maternidad.
No pod¨ªa cesar a su hijo de ser su hijo, no pod¨ªa cesarse a s¨ª misma de ser madre, pero s¨ª pod¨ªa hacer el sacrificio de pedir la renuncia de todo su Gobierno, acabando adem¨¢s con la ¨¦poca de la concertaci¨®n y la convivencia entre lo malo y lo bueno.
Es la prueba para saber si es posible establecer un nuevo di¨¢logo y un nuevo contrato?
Bachelet ha hecho un Gobierno dialogante. El problema es que, en la concepci¨®n del mundo pre-Internet, lo dialogante se entend¨ªa en relaci¨®n con los partidos. Ahora, el mundo pos-Internet impone que el di¨¢logo sea con las sociedades y ese es el punto de quiebra porque todas las sensibilidades pol¨ªticas pretenden estar en el Gobierno, pero eso no basta. Hay que crear unas reglas de juego para que la gente no siga sintiendo que se le roba, se le enga?a y se le estafa.
Vamos construyendo un enorme gueto. Dentro de la jaula, los partidos y la clase pol¨ªtica. Fuera ¡ªchillando¡ª, el pueblo que recibe la informaci¨®n y que rechaza (de momento en forma de hashtags, pero ya veremos cu¨¢nto tiempo dura eso), un juego en el que al final no le llega nada o lo que le llega le suena a nada por la creencia de que quienes mandan y se lo llevan todo son otros.
La manera en que Bachelet ha resuelto la crisis lleva a una reflexi¨®n profunda. Se cort¨® la mano derecha porque al acabar con su Gobierno acab¨® con su presidencia y con la constituci¨®n de la concertaci¨®n.
Este caso trasciende a Chile, como Pinochet trascendi¨® la brutalidad de las dictaduras. Ambos han tenido actuaciones sin complejos. Pinochet fue un dictador de voz blanda y de actuar duro. Bachelet tuvo un acto extraordinario, tratando de frenar la corrupci¨®n. No se puede seguir conviviendo y gobernando pretendiendo que muchos padezcan para que pocos se salven. Los sistemas no merecen el holocausto de las sociedades.
Chile siempre se ha puesto como ejemplo en todo el continente. Funciona m¨¢s como un land alem¨¢n que como un pa¨ªs latinoamericano. Ahora, la crisis no es de abajo arriba, se origina desde arriba recogiendo la ola de abajo, pero sobre todo, proclamando que ya no es posible seguir as¨ª ni con la constituci¨®n, ni con el acuerdo, ni con el di¨¢logo. Tras la reacci¨®n de Bachelet, todos los partidos est¨¢n metidos en la misma piscina y huelen a la misma loci¨®n.
Lo que ha pasado en Chile es importante como reacci¨®n, pero, sobre todo, como prueba para saber si es posible o no establecer un nuevo di¨¢logo y un nuevo contrato con unas sociedades que rechazan a sus dirigentes, aunque todav¨ªa no hayan sido capaces de encontrar m¨¦todos alternativos de gobierno.
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