Una bala en el coraz¨®n de monse?or Romero
El arzobispo, asesinado en 1980, ser¨¢ beatificado el s¨¢bado ante m¨¢s de 300.000 personas que llegar¨¢n de todo el mundo
A las 6 y 25 minutos de la tarde del 24 de marzo de 1980, el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero y Gald¨¢mez fue asesinado de un balazo certero al coraz¨®n. Solo una bala, calibre 22 explosiva, necesit¨® el francotirador para dar muerte al religioso que defend¨ªa a los campesinos pobres y a todas las v¨ªctimas de las graves violaciones a los derechos humanos que fueron cometidos por el ej¨¦rcito de la dictadura o por los comandos urbanos de la guerrilla.
D¨ªas antes, en los principales diarios de El Salvador, se incitaba a actuar para acallar a Romero. Los columnistas lo calificaban como alguien ¡°demagogo y violento¡ que estimul¨® desde la catedral la adopci¨®n del terrorismo¡±. ¡°Ser¨¢ conveniente que la Fuerza Armada empiece a aceitar sus fusiles¡¡±, dec¨ªa otra columna firmada. Cosas parecidas se profesaban en la radio y en la televisi¨®n en contra del ¡°sotana roja¡±. Ni se diga en los incontables an¨®nimos que el prelado recibi¨®, y que ordenaba tirar a la basura a su hermano menor Santos Gaspar. ¡°A los que me ofenden, ya los perdon¨¦¡±, dijo Romero tres d¨ªas antes de morir.
A una distancia de 35 a?os de su martirio Oscar Arnulfo Romero ser¨¢ beatificado este s¨¢bado ante m¨¢s de 300.000 personas que llegar¨¢n de todos los rincones de El Salvador y del extranjero. El Vaticano determin¨® que este salvadore?o universal fue asesinado por odio a la fe, lo que lo convierte en m¨¢rtir de la Iglesia Cat¨®lica.
Leonor, una joven que ten¨ªa entonces 23 a?os de edad, presenci¨® el crimen. Tiene a¨²n temores de contar su testimonio por el peligro de vivir en un pa¨ªs en el que se cometen 20 asesinatos diarios, con una poblaci¨®n de 6.000.000 de habitantes, cifra menor a la que reside en toda el ¨¢rea metropolitana de Madrid. Seg¨²n narr¨® a un diario salvadore?o, hab¨ªa llegado a la Capilla del Hospitalito para cancerosos de la Divina Providencia, de pura casualidad. No sab¨ªa que el Arzobispo oficiar¨ªa una misa en recordaci¨®n de la madre del periodista Jorge Pinto, due?o del diario opositor El Independiente.
Leonor se sorprendi¨® al ver en persona al Arzobispo. Observ¨® que le¨ªa su homil¨ªa, cuando de pronto levant¨® la mirada y en ese momento se escuch¨® como un fuerte mortero (pirot¨¦cnico) que hizo eco en la peque?a capilla. Las monjas y las personas que estaban adelante se levantaron; dos se?ores comenzaron a hacer fotos y Leonor volvi¨® la vista hacia atr¨¢s. Alcanz¨® a ver la espalda de un hombre que caminaba apresurado con un arma en la mano. En ese instante no tuvo reacci¨®n m¨¢s que taparse la boca y llorar. Eran las 6.25, de acuerdo al testimonio que recoge LaPagina.com.sv.
El pecado de Romero fue haber enviado, unos d¨ªas antes de su muerte, una carta al presidente Jimmy Carter , de Estados Unidos, exigi¨¦ndole que suspendiera la ayuda militar al Gobierno.
Aquella mujer nunca volvi¨® a la Divina Providencia y explic¨® lo siguiente: de vez en cuando sue?a que est¨¢ en una capilla y que observa cuando un hombre mata al sacerdote, s¨®lo que en sus sue?os la v¨ªctima es su padre, un hombre que a¨²n vive y que por azares de la vida tambi¨¦n se llama ?scar Romero, como monse?or.
La Comisi¨®n de la Verdad, constituida tras la finalizaci¨®n de la guerra civil para investigar los m¨¢s grandes cr¨ªmenes de lesa humanidad, concluy¨® que el exmayor ya fallecido Roberto D?Aubuisson orden¨® el asesinato de Romero hombres de su entorno que actuaron como ¡°escuadr¨®n de la muerte¡±. Se menciona a los capitanes ?lvaro Saravia y Eduardo ?vila, as¨ª como a civiles Fernando Sagrera y Mario Molina. Ellos habr¨ªan garantizado la ejecuci¨®n y el pago de los honorarios del francotirador. Se especula sobre tres personas que podr¨ªan haber sido: un dentista y un soldado salvadore?o o un militar argentino, pero no hay certeza.
Tambi¨¦n la referida comisi¨®n narra que el 24 de marzo de 1989 el Arzobispo Romero ¡°fue ultimado por un asesino profesional quien, de un solo disparo, desde un veh¨ªculo rojo, Volkswagen, de cuatro puertas, ubic¨® un solo proyectil calibre 22 caus¨¢ndole la muerte como consecuencia de una profusa hemorragia.
El ¡°pecado¡± de Romero que derram¨® el vaso fue haber enviado, unos d¨ªas antes de su muerte, una carta al presidente Jimmy Carter?, de Estados Unidos, exigi¨¦ndole que suspendiera la ayuda militar al Gobierno. Pero el 23 de marzo, la cosa subi¨® de tono: desde el p¨²lpito Romero llam¨® a las bases militares a desobedecer las ¨®rdenes superiores: ¡°¡ante una orden de matar que d¨¦ un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: No matar. Ning¨²n soldado est¨¢ obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios¡±.
Asesinato de un santo en la impunidad
Benjam¨ªn Cu¨¦llar, activista reconocido en defensa de los Derechos Humanos, explica que la impunidad se ha mantenido desde que Romero fue asesinado. ¡°El juez Atilio Ram¨ªrez Amaya, del Tribunal Cuarto de lo Penal, a tres d¨ªas de hacerse cargo del caso, sufri¨® un atentado. Como consecuencia de ello renunci¨® al caso y se fue al exilio¡±.?
El procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, David Morales, ha exigido al Estado que reabra el caso de Romero y que se anule la Ley de Amnist¨ªa de 1993, promulgada despu¨¦s de publicado el informe de la Comisi¨®n de la Verdad. Sin embargo, Cu¨¦llar no es muy optimista: ¡°Los graves violadores, que cometieron cr¨ªmenes de lesa humanidad, tanto del ej¨¦rcito como de la guerrilla, tienen un pacto en el que se perdonaron entre ellos y castigaron a las v¨ªctimas¡±.
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