Burkina Faso exhuma los restos de Sankara, el Che Guevara de ?frica
Se inician los trabajos para analizar los restos del expresidente, s¨ªmbolo de la revoluci¨®n en el continente, asesinado en 1987
La revoluci¨®n del pasado octubre est¨¢ quebrando el hielo que manten¨ªa congelada la historia de Burkina Faso. Este martes se han iniciado los trabajos para la exhumaci¨®n de los restos del expresidente Thomas Sankara (1983-1987), considerado el Che Guevara de ?frica, uno de los grandes l¨ªderes del continente africano asesinado en circunstancias nunca esclarecidas un d¨ªa antes de que su gran amigo y compa?ero de armas, Blaise Compaor¨¦, tomara el poder, en octubre de 1987, tras un golpe de Estado. Las labores de exhumaci¨®n est¨¢n siendo llevadas a cabo por tres m¨¦dicos, uno franc¨¦s y dos burkineses, en presencia de un representante del actual Gobierno transitorio y un juez de instrucci¨®n.
Entre el asesinato de Sankara, dirigente revolucionario y panafricanista, y la revuelta popular del mes de octubre pasado, que lo recuper¨® como s¨ªmbolo, un solo hombre dirigi¨® el pa¨ªs, el mismo Compaor¨¦. Y durante sus 27 a?os de gobierno -hasta que el pueblo le derrocara en una fulminante insurgencia- no se permiti¨® que la justicia investigara el crimen.
¡°Ni siquiera estamos seguros de que su cuerpo est¨¦ enterrado aqu¨ª¡±. Samsk, l¨ªder del movimiento civil Balay Citoyen que barri¨® a Compaor¨¦, se indigna despu¨¦s de desmoronarse, a los pies de la humilde tumba de Sankara. Algunas cabras pasean por el dejado cementerio cuando me acompa?a a visitar la sepultura, a las afueras de la capital, Ouagadoudgou. ¡°Es un s¨ªmbolo nacional y un h¨¦roe para los africanos. Un hombre digno. ?C¨®mo puede estar condenado a un vertedero c¨®mo ¨¦ste?¡±. Al acercarnos, pausadamente, al ¨²nico lugar donde le puede rendir homenaje, el corpulento artista se dobla y versa un llanto. ¡°Blaise urdi¨® un plan maquiav¨¦lico pero no tuvo en cuenta a los herederos de Sankara¡±. Y son muchos burkineses los que esperan la verdad.
La hermana de Sankara emana una elegante sencillez. Blandine asume que la verdad puede ser muy dolorosa pero necesita saber qu¨¦ pas¨® y qui¨¦n dio la orden de matar a su hermano ¡°para poder hacer el luto y recuperar la paz interior¡±. ¡°Hemos o¨ªdo todo tipo de especulaciones y suposiciones, historias muy duras, sin saber cu¨¢nto hay de cierto. ?Fue Blaise [Compaor¨¦] quien dio la orden?¡±, se pregunta. Cuando se hunde en los recuerdos me parece adivinar los rasgos del l¨ªder entra?able con car¨¢cter que a¨²n cautiva a j¨®venes desde Congo hasta Senegal, del pol¨ªtico antiimperialista que no se mord¨ªa la lengua ni delante de Fran?ois Mitterrand.
Para la familia fue una ¡°alta traici¨®n a nivel pol¨ªtico y humano¡± porque Blaise ¨CBlandine le sigue llamando por el nombre de pila- era como ¡°un hermano m¨¢s¡±. Pasaba tiempo en su hogar, era muy cercano a sus padres y ¡°a veces nos visitaba m¨¢s a menudo que el propio Thomas¡±, recuerda Blandine. Sankara ya no est¨¢, pero Compaor¨¦ s¨ª. Para Blandine Sankara, ¡°hay uno que sigue en vida y que probablemente podr¨ªa explicarnos alg¨²n detalle¡±. Pero no lo ha hecho ni oficial ni oficiosamente durante todos estos a?os.
Con el asesinato de Thomas Sankara la familia perdi¨® dos ¡°hijos¡±; el pa¨ªs, a su presidente, y el continente, perdi¨® un s¨ªmbolo tan o m¨¢s venerado que Nelson Mandela.
La autoridades nacidas de la revuelta contra Compaor¨¦ autorizaron en marzo la exhumaci¨®n de los restos, lo que lleva a abrir ahora las puertas a reactivar la justicia, inmovilizada por el principal sospechoso. Con ello se determinar¨ªa si el que se enterr¨® es realmente el cuerpo de Sankara y se podr¨ªa seguir con la investigaci¨®n. Pero la promesa ha generado una esperanza ba?ada de escepticismo. Las autoridades actuales son de transici¨®n, un gobierno temporal que hace de puente hasta las pr¨®ximas elecciones, previstas para el pr¨®ximo noviembre y los avances sobre el caso Sankara podr¨ªan de nuevo quedar sepultados a media carrera pol¨ªtica.
Mientras tanto, el hombre que ha callado durante tres d¨¦cadas, Blaise Compaor¨¦, se ha instalado en un c¨¦ntrico barrio de Abidjan, en la vecina Costa de Marfil. Su esposa, marfile?a, y acusada por muchos de ser el art¨ªfice de la presunta traici¨®n, hace 30 a?os, ha vuelto a casa, a una ciudad donde muchos siguen creyendo que se decidi¨®, con la complicidad internacional, el crimen no resuelto m¨¢s c¨¦lebre de ?frica, junto al del congole?o Patrice Lumumba.
La verdad no es solo, para Blandine, una necesidad personal sino una deuda hist¨®rica de la que ¡°depende la paz de Burkina Faso¡±.
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