Jes¨²s no fue a la marcha de Jes¨²s
?D¨®nde estar¨ªa ayer Jes¨²s, a qui¨¦n se le quiso coronar como rey de los puros y de los satisfechos?
Bastar¨ªa echar un vistazo a algunos de los hechos y dichos de Jes¨²s tal como aparecen en la Biblia para imaginarse que, de haber estado presente, habr¨ªa huido de la Marcha apote¨®sica del jueves realizada en su honor.
Habr¨ªa huido para encontrarse, en la periferia de la ciudad, con la caravana de excluidos por los evang¨¦licos fundamentalistas, todos los diferentes y perseguidos por los poderes conservadores con quienes, sin embargo, Jes¨²s se entend¨ªa mejor que con los sacerdotes y doctores del Templo.
La Marcha para Jes¨²s llevaba como t¨ªtulo ¡°Exaltando al Rey de reyes¡±, y en ¨¦l se oyeron gritos, entre otros, contra la prostituci¨®n, las drogas y las nuevas familias formadas por gais o lesbianas.
Brasil merece ser visto como un pa¨ªs tolerante y moderno sin obsesiones contra los que practican diferentes sexualidades
En la gran marcha para Jes¨²s se escuchaban los ecos de intolerancia e indignaci¨®n contra la liberadora publicidad de la firma Boticario, en la que parejas de hombres y parejas de mujeres se cambian regalos con naturalidad y afecto y que los evang¨¦licos han intentado impugnar ante la justicia.
La Biblia est¨¢, sin embargo, cuajada de historias de amor entre personas del mismo sexo, como los casos de las mujeres Rut y Noem¨ª, o David y Jonathan. Y hasta de Jes¨²s con el disc¨ªpulo Juan, a qui¨¦n los evangelios presentan como un caso especial de amor. Juan era para Jes¨²s el ¡°amado¡± y ¡°preferido¡±. Y los ap¨®stoles se besaban entre ellos.
Jes¨²s ?no soportaba la hipocres¨ªa de los hombres de Iglesia, como muchos pastores de hoy, que se cre¨ªan due?os de la verdad y hasta de la vida y los afectos de la gente
El pastor Esteban Hern¨¢ndez, de la Iglesia Renacer, ha anunciado que las im¨¢genes de la Marcha para Jes¨²s ser¨¢n llevadas a 170 pa¨ªses. Su deseo es que Brasil no sea visto en el exterior, entre otras cosas, como ¡°el pa¨ªs de las prostitutas¡±.
En verdad, como Brasil merece ser visto dentro y fuera de sus fronteras es como un pa¨ªs tolerante y moderno sin esas obsesiones contra los que practican diferentes sexualidades, a quienes se sigue matando, o contra las prostitutas, a las que Jes¨²s amaba y defend¨ªa contra la hipocres¨ªa de los fariseos, llegando a decir que Dios las prefer¨ªa a ellos.
No como un pa¨ªs que castiga a¨²n como crimen la libertad de la mujer de decidir sobre el fruto de su vientre si as¨ª se lo exige su conciencia.
Ni un pa¨ªs hip¨®crita en materia del uso de las drogas o que a¨²n no ha sido capaz de legislar la legitimidad de nuevas formas de familia, queriendo, como lo hacen los evang¨¦licos, imponer a toda la sociedad un solo tipo de familia tradicional con gestos y gui?os de dictadura que recuerdan la tr¨¢gica y asustadora posici¨®n pol¨ªtica de las llamadas rep¨²blicas isl¨¢micas.
Como ha escrito oportunamente en este diario mi compa?era Carla Jim¨¦nez lo que la democracia brasile?a conquistada con tantas luchas y muertes no merece es que ¡°la hipocres¨ªa pueda dominar el d¨ªa a d¨ªa cotidiano del pa¨ªs¡±.
Brasil fue visto siempre por nosotros los extranjeros como un pa¨ªs acogedor y tolerante en materia de fe y de costumbres. Resulta hoy triste y preocupante que sea justamente desde los templos de donde lleguen gritos de guerra contra los diferentes, contradiciendo a Isa¨ªas que profetizaba la llegada de un Mes¨ªas, no discriminador ni intolerante, sino que abrazar¨ªa a todas las razas y pueblos con sus propias identidades: ¡°Mi casa ser¨¢ llamada la casa de oraci¨®n para todos los pueblos¡± (Is. 56)
Jes¨²s hubiese huido ayer de la Marcha que pretend¨ªa presentarlo y consagrarlo como ¡°Rey de reyes¡±, ya que durante su vida, ya lo hab¨ªa hecho cuando la multitud, en busca de milagros, quiso hacerlo rey. Lo cuenta el evangelista Juan: ¡°La gente, al ver el milagro que hab¨ªa hecho Jes¨²s (el de la multiplicaci¨®n de los panes) dec¨ªa: ¡°Este es el profeta que tiene que venir al mundo¡±. Y Jes¨²s, d¨¢ndose cuenta de que quer¨ªan llev¨¢rselo para hacerlo rey, se retir¨® s¨®lo al monte¡±.
Jes¨²s nunca busc¨® el poder. No lo tem¨ªa pero tampoco lo amaba.
Como en vida, si los evang¨¦licos deseasen hacerle de nuevo rey de reyes, Jes¨²s s¨®lo aceptar¨ªa serlo de aquellos a quienes algunos de los pastores de sus iglesias, discriminan y humillan.
Si hay algo que revelan con claridad meridiana los textos sagrados es que Jes¨²s lo que no soportaba era la hipocres¨ªa de los hombres de Iglesia que se cre¨ªan entonces, como muchos pastores o obispos de hoy, due?os de la verdad y hasta de la vida y los afectos de la gente.
En una Marcha en honor de Jes¨²s, mejor que gritar contra las prostitutas, el aborto o contra la homosexualidad, seguramente ¨¦l hubiese preferido leer en las pancartas y consignas algunas frases de su famoso discurso contra la hipocres¨ªa, recogido por el evangelista Mateo (23, 1-39), como estas:
- ¡°!Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hip¨®critas que limpi¨¢is por fuera el vaso y el plato pero por dentro est¨¢is llenos de rapi?a y codicia!¡±
- ¡°!Ay de vosotros que por fuera parec¨¦is justos ante los hombres pero por dentro est¨¢is llenos de cr¨ªmenes!¡±
- ¡°Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, que descuid¨¢is lo m¨¢s importante de la ley como la justicia y la misericordia¡±.
Una de las grandes consignas de Jes¨²s, en qui¨¦n se inspiran todas las iglesias cristianas, era aquella de ¡°misericordia quiero y no sacrificios¡±.
Los te¨®logos de la liberaci¨®n, primero condenados por el Vaticano y en fase de rehabilitaci¨®n por el papa Francisco, siempre sostuvieron que la gran revoluci¨®n del Crucificado fue el haber desviado el eje de la fe de los ritos a la defensa de la vida y de la libertad, del altar a la calle. Y en la calle, los preferidos de aquel rey sin corona y sin casa fueron siempre los que a¨²n hoy siguen siendo los excluidos de la sociedad.
?D¨®nde estar¨ªa ayer Jes¨²s durante la marcha que quiso colocarle de nuevo la corona del rey de los bienpensantes, los puros y los satisfechos?
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