Del ¡®on-line¡¯ a lo presencial
El antiguo maestro se ha convertido en un gu¨ªa, una voz, una imagen, unas l¨ªneas
El mundo de la ense?anza se ha transformado radicalmente con la implantaci¨®n, extensi¨®n y triunfo de la modalidad on-line y el periodismo no pod¨ªa ser ajeno a esa evoluci¨®n revolucionaria. La semana pasada asist¨ª a un seminario donde pusieron nombre a cosas que uno sab¨ªa vagamente, pero a la que les faltaba fijaci¨®n sobre el terreno. Y lo resumir¨¦ con una expresi¨®n afortunada: ¡®El maestro ha muerto, viva el gestor de aprendizaje aut¨®nomo¡¯. De acuerdo, pero con una importante nota al pie. En la dualidad entre lo presencial, que en periodismo para nada ha muerto, y la prestidigitaci¨®n electromagn¨¦tica, queda bastante por decir.
La clase magistral, la de la universidad de cuando yo empec¨¦ a ir a ella en los a?os 60, aquella en la que el profesor llegaba, soltaba su perorata, no le daba la palabra a nadie y desaparec¨ªa por donde hab¨ªa venido ¡ªinefable Lu?o Pe?a¡ª, de acuerdo, ha fallecido, y solo hay que celebrar que sea as¨ª. Pero aunque no hubiera desencadenado su furia Internet sobre nosotros, esa inexistente o hipost¨¢tica relaci¨®n profesor-alumno se habr¨ªa desvanecido igualmente, porque ya no est¨¢ la madalena para esos tafetanes. En periodismo, si la hubo alguna vez, tambi¨¦n habr¨ªa sido as¨ª.
La ense?anza on-line, en l¨ªnea, como se dice en pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, supone el segundo gran movimiento descentralizador y democratizador de la docencia, tras la difusi¨®n de la ense?anza m¨¢s o menos universal y gratuita el siglo pasado. No hace falta desplazarse, jugar a la loter¨ªa de que le toquen a uno profesores de calidad, y todo ello en c¨®modos plazos a precios en muchos casos m¨®dicos. El antiguo maestro se ha convertido en un gu¨ªa, una voz, una imagen, sobre todo unas l¨ªneas, de las que hay que tomar nota para dirigirse uno mismo en el estudio de que se trate. De un ser de carne y hueso el profesor, ya no maestro, se ha convertido en un m¨¦dium, el artista de la huija que exhorta a los esp¨ªritus a que se comuniquen. Esta modalidad, con todas sus ventajas, ha triunfado ya y no hay que discutir sobre ello. Pero tambi¨¦n es un factor m¨¢s que incide para subrayar el clasismo en la ense?anza. Nada sustituye a ir a Harvard, y lo mejor de lo presencial, igual que ocurri¨® con las escuelas aristocr¨¢ticas del Antiguo R¨¦gimen, se ve realzado y distinguido por el solo hecho de que casi todo el mundo opere de forma inal¨¢mbrica. Esto es cierto que puede predicarse tambi¨¦n de muchas profesiones liberales y no imagino c¨®mo se puede llegar a ser m¨¦dico on-line, aunque s¨ª aprenderse cientos o miles de p¨¢ginas de anatom¨ªa o patolog¨ªas varias. Pero, en llegando al periodismo las excepciones, dir¨ªa yo, que se multiplican.
La ense?anza on-line supone el segundo gran movimiento descentralizador y democratizador de la docencia
Y que no se me malinterprete. Se puede estudiar periodismo on-line con resultados tan brillantes o mejores que con cualquier otro soporte; pero acontece que la carga acad¨¦mica del periodismo si la comparamos con la de Medicina, Arquitectura, Derecho etc. es claramente menor y, sobre todo, est¨¢ fuertemente supeditada a la pr¨¢ctica. Aqu¨ª se me responder¨¢ que esa pr¨¢ctica es perfectamente funcional en el universo electromagn¨¦tico, e incluso que el hecho de tener que hacer de gestor de su propio aprendizaje obliga al alev¨ªn de informador a espabilarse y desarrollar aptitudes de improvisaci¨®n e instinto muy propias del periodista profesional. Pero la verdadera pr¨¢ctica es mucho m¨¢s que unos ejercicios teledirigidos.
Lo presencial en la docencia period¨ªstica tiene una doble cara: el aula de una escuela especializada que posea las herramientas necesarias para reproducir lo m¨¢s fielmente posible el trabajo en un peri¨®dico, y su prolongaci¨®n natural que es la redacci¨®n del peri¨®dico en s¨ª misma. El primer car¨¢cter presencial del que he hablado, el de la escuela especializada como el master de diversos peri¨®dicos espa?oles, soy tambi¨¦n consciente de que es m¨¢s o menos clonable por medio de sesiones en las que los alumnos ven al profesor en una videoconferencia, pueden interactuar con ¨¦l y, en definitiva, tener una imagen del otro, lo que siempre es bueno. Pero si la presencia f¨ªsica es m¨¢s o menos reemplazable por la imagen televisada, la inmersi¨®n en una redacci¨®n no tiene imitaci¨®n posible. S¨¦ que en otras carreras la desembocadura en la pr¨¢ctica es tambi¨¦n imprescindible; pero se me perdone si opino que en periodismo lo que se produce es una transubstanciaci¨®n, la conversi¨®n de la carne mortal en carne de periodista y de la sangre, azul o roja, en lo que antes era tinta y ahora no s¨¦ c¨®mo llamarlo. Unos se transubstancian y otros no, y la peculiaridad de esta profesi¨®n es que tanto los que experimentan esa transformaci¨®n eucar¨ªstica como los que no, podr¨¢n, sin embargo, ganarse la vida como periodistas. Y, por otra parte, no creo que nadie haya podido comulgar en l¨ªnea.
Lo presencial no es por definici¨®n mejor ni peor que cualquier otra f¨®rmula, y una buena docencia auto-gerenciada puede ser tan buena como las presencialidades m¨¢s reputadas. Pero s¨ª que hay algo que no tiene clonaci¨®n posible. La ansiada palmadita en la espalda del redactor jefe, cuando te la has merecido.
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