Democracia e injerencia
Las cuatro rondas de negociaci¨®n han permitido fijar el futuro funcionamiento de las legaciones y los l¨ªmites a la intervenci¨®n de EE UU en la pol¨ªtica cubana
Las cuatro rondas de conversaciones previas a lareapertura de embajadas entre Estados Unidos yCuba fueron de amplio espectro y permitieron definir el r¨¦gimen interior de las futuras legaciones y abordar asuntos de profundo calado. Entre ellos la demanda de democracia en Cuba y los l¨ªmites de la injerencia norteamericana para conseguirla. El cruce de mensajes y mensajeros, y los viajes a La Habana de congresistas dem¨®cratas y republicanos complementaron el trabajo t¨¦cnico de las delegaciones oficiales presididas por Roberta Jacobsen y Josefina Vidal.
Los progresos de la interlocuci¨®n binacional tras medio siglo de ruptura diplom¨¢tica y el masivo apoyo internacional a las aperturas sociales y econ¨®micas fomentadas por Ra¨²l Castro refuerzan la tesis de quienes consideran que la eventual transici¨®n de Cuba hacia el pluralismo pol¨ªtico no podr¨¢ ser impuesta por la fuerza. Ser¨¢ consecuencia de la inercia de las liberalizaciones en curso y de las decisiones del gobierno y el Partido Comunista de Cuba (PCC), previsiblemente urgidos por la realidad econ¨®mica y por el dinamismo de una sociedad que acabar¨¢ reclamando mayores cotas de participaci¨®n en los asuntos p¨²blicos.
Los cabos por atar han sido numerosos y complejos. Uno de los m¨¢s conflictivos fue el referido a la libertad de movimientos de los funcionarios norteamericanos en la isla, que EE UU exigi¨® fuera total. Cuba objet¨® acusando a Washington de haber promovido durante d¨¦cadas sublevaciones en la isla vulnerando los l¨ªmites establecidos en la Convenci¨®n de Viena sobre Relaciones Diplom¨¢ticas y Consulares: la no intervenci¨®n en los asuntos internos del Estado receptor. Cuba retras¨® algunas cesiones en ese punto hasta su salida de la lista de pa¨ªses patrocinadores del terrorismo, el 29 de mayo.
Uno de los asuntos m¨¢s espinosos fue definir la capacidad de movimiento de los diplom¨¢ticos en la isla
Estados Unidos exigi¨® tambi¨¦n la importaci¨®n en Cuba, sin trabas, de los suministros requeridos por su legaci¨®n. ¡°Queremos abrir una embajada, pero completa¡±, declar¨® el senador dem¨®crata Patrick Leahy la pasada semana en La Habana, acompa?ado por su compa?ero de partido Ben Cardin, y por Dean Heller, republicano de Nevada.
Desde hace m¨¢s de dos decenios, los diplom¨¢ticos cubanos en Washington y Naciones Unidas no pueden moverse m¨¢s all¨¢ de un radio de 30 kil¨®metros desde sus sedes, ni los estadounidenses traspasar el extrarradio de la capital cubana. Vidal ofreci¨® una f¨®rmula intermedia: la ¡°notificaci¨®n de viaje¡±. Jacobsen se opuso a sabiendas de que su aceptaci¨®n ser¨ªa munici¨®n para quienes, en el Partido Republicano y en otros ¨¢mbitos de EE UU, reprochan a Obama haber cedido mucho recibiendo poco a cambio
Desde la Guerra Fr¨ªa
El cruce de acusaciones de espionaje y subversi¨®n ha sido constante desde la apertura de las Secciones de Intereses, en 1977, concebidas para superar la ruptura diplom¨¢tica de 1961, despu¨¦s de que Fidel Castro se coaligara a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en plena Guerra Fr¨ªa. Gobernaba el dem¨®crata James Carter (1977-81) y la libertad de movimientos de los diplom¨¢ticos de ambos pa¨ªses era total. La soluci¨®n estall¨® con los republicanos Ronald Reagan (1981-89) y George W. Bush (20O1-2009), que intensificaron la cruzada contra el castrismo, financiando a la oposici¨®n y endureciendo el embargo de 1962. Argumentaron que era imposible la convivencia con una dictadura que organizaba frentes antiestadounidenses en Am¨¦rica Latina, ?frica y Asia.
La Secci¨®n de Intereses de La Habana fue uno de los arietes. Uno tras otro, fueron descubri¨¦ndose planes made in usa para fomentar revueltas en la isla o arruinarla. Fracasadas las iniciativas desestabilizadoras, Obama opt¨® por la avenencia, que fructifica ahora sin despejar los interrogantes de fondo sobre la relaci¨®n de dos vecinos a¨²n distantes pero ahora un poco menos.
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