El rastreo de los 43 revela a Iguala como un campo de fosas comunes

Lo que era un hecho sabido por las constantes referencias a hallazgos de fosas ajenas al caso Iguala durante el rastreo de los 43 estudiantes desaparecidos, ha sido confirmado ahora con datos por el Gobierno de M¨¦xico: el rastreo de los j¨®venes de la escuela de Ayotzinapa ha llevado a dar con 60 fosas en las que hab¨ªa 129 cad¨¢veres, todos sin relaci¨®n con el caso. Es decir, antes de la tragedia de los estudiantes el municipio de Iguala ya era un campo de fosas comunes.

De acuerdo con las cifras aportadas por la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica (PGR) a la agencia Associated Press (AP) a trav¨¦s de una petici¨®n de informaci¨®n amparada por la Ley de Transparencia, en el periodo de b¨²squeda desde octubre de 2014 (d¨ªas despu¨¦s de la desaparici¨®n de los 43 estudiantes el 26 de septiembre) hasta el 13 de julio de 2015 hab¨ªan sido encontrados los restos de 92 hombres y 20 mujeres. De otros 17 a¨²n no se han podido determinar el g¨¦nero, y del total de los 129 se ha podido identificar a 16 personas.

Ninguno de esos restos se corresponde con los de los 43 estudiantes, cuyos cuerpos, seg¨²n la versi¨®n oficial, fueron incinerados en un basurero por los narcos que los secuestraron y quedaron reducidos a ceniza y a huesos dif¨ªciles de identificar por el grado de combusti¨®n que sufrieron. Hasta el momento s¨®lo uno de los 43?ha sido identificado entre esos restos.

La PGR advierte en el informe entregado a AP que el n¨²mero de fosas en el municipio de Iguala (120.000 habitantes, sur de M¨¦xico, a dos horas en coche de M¨¦xico DF) podr¨ªa ser mayor al registrado hasta ahora, dado que sus datos s¨®lo incluyen aquellas en cuyo an¨¢lisis participaron peritos de la Procuradur¨ªa. La PGR no indica cu¨¢l es el n¨²mero de fosas del que han tenido noticia y en el que sus peritos no intervinieron.

El municipio de Iguala ha sido en los ¨²ltimos a?os zona de lucha entre dos facciones de narcos, un grupo conocido como Guerreros Unidos (supuesto culpable de la tragedia de los estudiantes) y otro llamado Los Rojos. El caso de los alumnos de la escuela de magisterio de Ayotzinapa ha demostrado que incluso las autoridades locales eran parte del ecosistema criminal, pues los 43 fueron retenidos primero por polic¨ªas municipales y entregados a continuaci¨®n a sus compinches de Guerreros Unidos.

En un reportaje publicado en este diario se mencionaba el testimonio de un hombre que vio en persona c¨®mo el propio exalcalde de Iguala Jos¨¦ Luis Abarca -ahora detenido- ejecutaba a un dirigente campesino, Arturo Hern¨¢ndez Cardona, y lo dejaba en una fosa: "Vi c¨®mo le apuntaba a la cabeza, en la mejilla izquierda, y le disparaba. Una vez ca¨ªdo en la fosa, le volvi¨® a disparar".

En las labores de b¨²squeda del caso Iguala junto a las autoridades participaron grupos de polic¨ªas comunitarios (agentes rurales civiles). Ellos, conocedores de la zona, tambi¨¦n fueron clave a la hora de dar con fosas clandestinas.

Lo que era un secreto a voces antes del caso de los estudiantes fue aflorando a golpe de pico a cada jornada de trabajo que transcurr¨ªa, como se describi¨® en aquellos momentos este peri¨®dico en otro art¨ªculo titulado Un cementerio llamado Iguala: "Un hombre con la camisa empapada de sudor cava un hoyo entre unos matorrales. Otro que observa la escena, con casco y chaleco fluorescente, cree haber visto algo: "Eh, para. Un momento". Agarra un hueso, lo posa en una piedra y explica a los que est¨¢n arremolinados en torno al agujero: "Esta persona tuvo que ser asesinada hace dos o tres a?os. Lo trocearon con un machete. Pueden ustedes observar el corte limpio". Los cerros que rodea la ciudad de Iguala (...) est¨¢n sembrados de cad¨¢veres an¨®nimos".