?Fuera Correa, Fuera!
El corre¨ªsmo, que prometi¨® m¨¢s democracia pero que forj¨® un r¨¦gimen autoritario, se siente acorralado
Hace un a?o parec¨ªa inconcebible que los ciudadanos ecuatorianos salieran masivamente a protestar en contra del presidente Correa. Este hab¨ªa gobernado en una coyuntura de bonanza petrolera en la que la mayor parte de ecuatorianos, sobre todo los grandes grupos econ¨®micos, ganaron. Correa ten¨ªa y a¨²n tiene en sus manos todos los poderes del estado: el poder judicial est¨¢ presidido por su secretario particular y poblado por jueces sumisos al ejecutivo, el fiscal de la naci¨®n es su ex embajador en Espa?a y su movimiento pol¨ªtico, que hace las veces de partido, tiene mayor¨ªa absoluta en el legislativo.
A lo largo de ocho a?os Correa mont¨® una mara?a de leyes y decretos que le permitieron controlar a la sociedad civil, a los movimientos sociales y a la esfera p¨²blica. Mont¨® un emporio de medios estatales y cre¨® instituciones y leyes para vigilar los medios privados provocando su autocensura. Parec¨ªa que el corre¨ªsmo se perdurar¨ªa en el tiempo.
Pero el gigante ten¨ªa pies de barros. La excesiva personalizaci¨®n del poder en Correa y las diferencias irreconciliables entre las facciones de su movimiento que s¨®lo tienen en com¨²n su lealtad al l¨ªder, le llevaron a proponer modificar la constituci¨®n aprobada en su mandato para buscar su reelecci¨®n indefinida. Luego de ocho a?os no ten¨ªa un partido pol¨ªtico. Si bien se crearon movimientos sociales paralelos desde el poder, estos no tienen la fuerza de convocar a que sus militantes salgan a las calles.
Durante la bonanza petrolera no se ahorr¨® ni un centavo. Se gast¨® todo en obras fastuosas y en incrementar la burocracia. Como era de esperarse la bonanza no dur¨® para siempre. En lugar de recortar el gasto el gobierno se endeud¨®, sobre todo con China. La recesi¨®n ya se siente en la industria de la construcci¨®n que pas¨® de la burbuja a la crisis.
Con la intenci¨®n de mantener su imagen de gobierno progresista Correa envi¨® leyes a la Asamblea para regular la plusval¨ªa de los bienes ra¨ªces e incrementar los impuestos a la herencia. Estas medidas provocaron que la clase media, que se siente ahogada en impuestos y regulaciones estatales, salga a las calles.
De a poco se ha ido perdiendo el miedo. En un principio la gente gritaba en las calles ¡°abajo el se?or presidente de la Rep¨²blica¡±
Segu¨ªan los pasos de la izquierda y de los movimientos sociales que han sido las v¨ªctimas de un gobierno que dice ser progresista. Por casi un a?o han salido a las calles los sindicatos, protestando la prohibici¨®n de que los empleados p¨²blicos se sindicalicen, los ind¨ªgenas y ecologistas han protestado contra el extractivismo y la destrucci¨®n de reservas naturales con mega proyectos y en contra de leyes que ponen el agua al servicio de las grandes mineras. Los maestros, por los ataques a su sindicato y el traspaso de sus fondos de pensiones privadas al estado.
De a poco se ha ido perdiendo el miedo. En un principio la gente gritaba en las calles ¡°abajo el se?or presidente de la rep¨²blica¡± con el tiempo el grito se transform¨® en ¡°fuera Correa¡±. El gobierno torpemente descalific¨® a las protestas como gestoras de un golpe de estado, cada s¨¢bado el presidente descalifica e insulta a sus opositores, incrementado su rabia y resistencia.
Ahora est¨¢ creando grupos de choque que puedan llenar los espacios p¨²blicos para vitorearlo. La lucha pol¨ªtica no se da en las instituciones de la democracia que est¨¢n en manos del presidente sino que en las calles. Partidarios y opositores se carean con insultos. Por lo pronto no ha habido violencia y la polic¨ªa los ha mantenido aparte. Ni la visita del Papa Francisco calm¨® los ¨¢nimos. Los opositores en Quito pifiaron y gritaron la consigna unificadora cuando pasaba una limosina en la que asumieron viajaba Correa detr¨¢s del Papa.
El movimiento ind¨ªgena prepara caminatas que llegar¨¢n a Quito el 13 de agosto, fecha en que los sindicatos y gremios han convocado un paro nacional. Las demandas de los opositores son variopintas y reflejan los agravios a varios sectores. Les unifica su rechazo a las enmiendas constitucionales que permitir¨¢n la reelecci¨®n indefinida de Correa. Sin canales institucionales de dialogo, la calle ser¨¢ el espacio en que se midan las fuerzas con el peligro de que se den episodios de violencia. Se incrementa la tentaci¨®n autoritaria de que los civiles llamen a los militares para que les resuelvan sus problemas.
El corre¨ªsmo, que prometi¨® m¨¢s democracia pero que forj¨® un r¨¦gimen autoritario, se siente acorralado y parece no dudar¨¢ en reprimir con tal de permanecer en el poder a cualquier costo.
Carlos de la Torre es Profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad de Kentucky.
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