Ni?os del mundo: estamos protegiendo su futuro
El comercio internacional de armas sin regulaci¨®n alimenta una violencia innecesaria
Hace veintiocho a?os, en este mismo mes, una mujer ind¨ªgena se encontraba en la plaza en la ciudad de Guatemala, mirando como los presidentes de Am¨¦rica Central sal¨ªamos a la calle luego de firmar los Acuerdos de Paz que pondr¨ªan fin a las guerras civiles en nuestra regi¨®n. Cuando me aproxim¨¦ a ella, tom¨® mis manos en las suyas y me dijo: ¡°Gracias, se?or Presidente, por mi hijo que se encuentra luchando en las monta?as, y por el hijo que llevo en mi vientre.¡±
No necesito decirles que desde ese momento me he preguntado que habr¨¢ pasado con los hijos de esa mujer. Nunca los conoc¨ª, pero esos ni?os del conflicto nunca est¨¢n lejos de mis pensamientos. Esos ni?os y otros como ellos constituyeron el objetivo del tratado de paz que yo hab¨ªa redactado. Fueron sus verdaderos autores, su raz¨®n de ser. De ellos eran las vidas detr¨¢s de cada letra que escribimos en cada p¨¢gina, detr¨¢s de cada palabra que negociamos. Para los presidentes que firmamos el tratado, lograr la paz era el desaf¨ªo m¨¢s importante de nuestras vidas. Para esos ni?os, era una cuesti¨®n de vida o muerte.
Pero nuestra victoria de paz en 1987 no protegi¨® totalmente a esos ni?os o a millones m¨¢s como ellos, porque las armas que entraron a nuestra regi¨®n durante los conflictos no desparecieron cuando se iz¨® la bandera blanca. A?os despu¨¦s de que los proveedores de armas abastecieron a ej¨¦rcitos o fuerzas paramilitares durante la d¨¦cada de los ochenta, esas armas fueron descubiertas en las manos de las pandillas que recorr¨ªan los campos de Nicaragua, o en manos de chicos adolescentes en las calles de San Salvador y Tegucigalpa. Otras armas fueron enviadas a guerrilleros o grupos paramilitares, como los carteles de drogas, en Colombia, listos para destruir todav¨ªa m¨¢s vidas. Hemos entrado a una nueva era de paz, pero las armas del pasado se convirtieron en grilletes en nuestros pies.
Al mirar lo que sucede en mi regi¨®n, tambi¨¦n me di cuenta que el comercio internacional de armas, sin regulaci¨®n alguna, estaba alimentando una violencia innecesaria como ¨¦sta en todo el mundo. Durante la historia moderna, le hemos dicho, en efecto, a los ni?os del mundo que mientras regulamos el comercio internacional de armas y textiles y de cualquier otro producto bajo el sol, no nos interesa regular el comercio internacional de armas letales, aunque esas armas sean vendidas a dictadores o a otros transgresores de derechos humanos, o colocadas directamente en las manos de ni?os soldados.
Por ello, en 1997, empezamos a trabajar en lo que ser¨ªa luego el tratado sobre el comercio de armas. R¨¢pidamente se me unieron otros galardonados con el Premio Nobel de la Paz, y luego amigos y aliados en todo el mundo. En la v¨ªspera de Navidad del a?o 2014, el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas finalmente entr¨® en vigencia. Y este mes, en Canc¨²n, M¨¦xico, se celebra la primera Conferencia de Partes del Tratado, con el fin de iniciar su implementaci¨®n.
Nunca pens¨¦ que ver¨ªa este d¨ªa y estoy encantado de que sea una realidad. Tambi¨¦n estoy m¨¢s determinado que nunca a asegurar que el Tratado desarrolle todo su potencial.
El Tratado es un arma poderosa, pero ¨²nicamente proteger¨¢ a nuestros ni?os si lo hacemos efectivo. Solamente proteger¨¢ a nuestros ni?os si lo implementamos a cabalidad. Solamente proteger¨¢ a nuestros ni?os si logramos que el consenso no sea usado como una excusa para la inacci¨®n. Insto a las 72 naciones que han ratificado el Tratado para que definan una alternativa al consenso, a fin de que una parte no pueda paralizar su implementaci¨®n. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, y en este caso, cuando vidas humanas dependen de una resoluci¨®n r¨¢pida de los conflictos pendientes, la inacci¨®n ser¨ªa lo contrario de lo perfecto.
Debemos continuar haciendo o¨ªr nuestra voz ante la tremenda oposici¨®n de grupos que contin¨²an oponi¨¦ndose al tratado, alegando que infringe su soberan¨ªa nacional. De hecho, es todo lo contrario: ninguna definici¨®n cuerda de soberan¨ªa nacional incluye el derecho a vender armas para la violaci¨®n de derechos humanos en otros pa¨ªses. Una naci¨®n dispuesta a realizar tal acto no se est¨¢ defendiendo... est¨¢ infringiendo la soberan¨ªa de las otras naciones que solamente desean vivir en paz.
Tambi¨¦n debemos evitar usar el terrorismo en el mundo actual como una excusa para la falta de regulaci¨®n. La famosa frase de Cicer¨®n ¡°silent enim leges inter armas¡±- las leyes callan cuando las armas hablan¨C ha sido usada con frecuencia para reforzar la idea de que las leyes no deben aplicarse durante tiempos de guerra. Pero es m¨¢s bien en tiempos de guerra que se requiere que la ley se aplique con m¨¢s fuerza. Cuando las armas circulan libremente y llegan a las peores manos posibles, la ley debe hablar. Cuando las vidas de inocentes corren peligro debido a la ausencia de regulaci¨®n, la ley debe hablar.
Y nosotros debemos hablar hoy: a favor de este Tratado crucial y su r¨¢pida y efectiva implementaci¨®n. Si lo hacemos, entonces cuando los ni?os de los conflictos nos busquen pidiendo gu¨ªa y liderazgo, ya no desviaremos nuestra mirada con verg¨¹enza. Podremos decirles, por fin, que estamos protegiendo su futuro, que estamos alerta, que finalmente alguien est¨¢ listo para actuar.
Oscar Arias S¨¢nchez es Premio Nobel de la Paz 1987 y presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y de 2006 a 2010
*Art¨ªculo para la Primer Conferencia de Estados Parte del Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas/Agosto de 2015
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