Armas de fuego, el debate aplazado
El debate sobre la regulaci¨®n de las pistolas en Estados Unidos est¨¢ bloqueado pese al goteo de matanzas
Despu¨¦s de cada matanza en Estados Unidos el ritual es similar. Algunas voces, alg¨²n columnista y alg¨²n pol¨ªtico, posiblemente el presidente Barack Obama, pide un reflexi¨®n sobre la conveniencia de regular las pistolas. Pero la discusi¨®n pronto queda enterrada por otros debates. El pa¨ªs pasa p¨¢gina.
Un hombre mata a veinte ni?os en una escuela primaria de Connecticut y el debate sobre las armas se desv¨ªa hacia el debate sobre la salud mental, o sobre la necesidad de armar a los profesores para proteger a sus alumnos. Un racista blanco mata a nueve personas en una iglesia negra en Carolina del Sur y lo que ocupa a pol¨ªticos y comentaristas no son las armas sino la urgencia de prohibir s¨ªmbolos del Sur esclavista de EE UU como la bandera confederada. Un hombre mata a dos periodista en directo, como ha ocurrido esta semana en Virginia, y las peticiones para abordar ¡ªesta vez s¨ª, por fin, de una vez¡ª el problema de las armas de fuego, se escuchan con sordina y se diluyen al instante. El tema, en relaci¨®n al homicidio de Virginia, no es la pistola, sino la habilidad del culpable para difundir su acci¨®n en las redes sociales.
La ¨²ltima vez que la regulaci¨®n de las armas de fuego figur¨® en la agenda pol¨ªtica fue a principios de 2013, despu¨¦s de la matanza de la escuela Sandy Hook de Newtown, en Connecticut. Obama impuls¨® una reforma . La reforma habr¨ªa prohibido los rifles de estilo militar, limitado las balas que caben en un cargador y reforzado los controles a la compraventa en ferias y por internet. El Congreso abort¨® la iniciativa. Ha sido una de las mayores derrotas de Obama y seguramente la ¨²ltima oportunidad de este presidente para modificar, aunque sea levemente, un statu quo en los pa¨ªses industrializados.
Primera anomal¨ªa. En Estados Unidos hay entre 270 y 310 armas de fuego, seg¨²n datos del Pew Research Center Es decir, aproximadamente una por habitante. Ning¨²n pa¨ªs tiene tantas. El siguiente, en armas por habitante, es Yemen. Lo que propicia esta situaci¨®n es una interpretaci¨®n particular de la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n. La enmienda es ambigua. "Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no debe ser infringido". La idea de que esta enmienda garantiza el derecho de los individuos, y no de una milicia, se consolid¨® en los a?os setenta, en plena ola de crimen. Esta interpretaci¨®n cuenta con el aval del Tribunal Supremo.
Segunda anomal¨ªa. Estados Unidos, al mismo tiempo que es el n¨²mero uno en posesi¨®n de armas de fuego, lo es en tasa de homicidios entre los pa¨ªses ricos. En Estados Unidos hay 29,7 homicidios con arma de fuego por cada mill¨®n de habitantes. En Alemania, 1,9, seg¨²n datos de la publicaci¨®n vox.com. M¨¢s de 10.000 personas mueren al a?o en EE UU en homicidios con armas de fuego, seg¨²n el Centro para la Prevenci¨®n y el Control de las Enfermedades.
Estos datos no significan lo mismo para los detractores y partidarios de la Segunda Enmienda. Los primeros ven un v¨ªnculo causal entre la sobreabundancia de armas y la elevada tasa de homicidios. La diferencia entre Estados Unidos y el resto de pa¨ªses desarrollados es, sencillamente, que aqu¨ª hay m¨¢s armas a mano. A m¨¢s armas, m¨¢s homicidios, indica la l¨®gica. Podr¨ªa a?adirse: a m¨¢s armas, m¨¢s violencia policial. Si la polic¨ªa estadounidense tiene el gatillo f¨¢cil, es en parte porque cualquier agente en este pa¨ªs vive con el miedo permanente de que cualquier persona con la que se cruce puede ir armada.
Los partidarios de las armas se?alan que, precisamente, el crimen en Estados Unidos ha bajado durante veinte a?os mientras el n¨²mero de armas de fuego en manos privadas no dejaba de aumentar y las leyes que controlan las armas se relajaban. Otro argumento: las pistolas no matan; matan las personas. Llevado al extremo --y algunos defensores de las armas lo hacen¡ª- este argumento podr¨ªa llevar a deducciones inquietantes: puesto que el n¨²mero de homicidios supera con tanto margen el de otros pa¨ªses, el estadounidense ser¨ªa un pueblo que se distinguir¨ªa por su violencia. M¨¢s argumentos. Imagin¨¦monos que se aprobaseuna ley que prohibiese las armas de fuego en manos privadas. ?Qu¨¦ hacer con las cerca de 300 millones actuales? ?Retirarlas de circulaci¨®n? ?C¨®mo? ?Yendo casa por casa a requisar las pistolas?
La Segunda Enmienda se aprob¨® en 1792 como una garant¨ªa para quienes tem¨ªan que la Constituci¨®n concediese poder excesivos al Gobierno federal, poderes que pudieran derivar en una tiran¨ªa. El argumento de la tiran¨ªa ¡ªlos reg¨ªmenes totalitarios son los m¨¢s estrictos en la prohibici¨®n de las armas para sus ciudadanos¡ª tambi¨¦n es habitual.
Un libro reciente, This nonviolent stuff¡¯ll get you killed (Con esto de la no violencia te acabar¨¢n matando), del veterano activista por los derechos civiles Charles E. Cobb Jr., recuerda c¨®mo, para los negros del Sur en las d¨¦cadas de la segregaci¨®n, las armas pod¨ªan ser necesarias para protegerse de los ataques racistas. La frase del t¨ªtulo se la dijo un granjero negro de Mississippi a Martin Luther King. Despu¨¦s de un ataque a su casa en Montgomery (Alabama), el propio reverendo King pidi¨® al sheriff de, donde viv¨ªa, el permiso para poseer un arma. Le fue denegado. Pero en su casa guardaba varias armas de fuego, escribe Cobb. Lo ¨²nico que puede detener a un malo con pistola es un bueno con pistola¡±, suele decir Wayne LaPierre, jefe del grupo de presi¨®n Asociaci¨®n Nacional de Rifle.
Los m¨¢s optimistas en favor de la regulaci¨®n creen que la demograf¨ªa acabar¨¢ precipitando el cambio. Hoy circulan m¨¢s armas que nunca pero el porcentaje de propietarios respecto a la poblaci¨®n total desciende. Estados Unidos se transforma, y el nuevo pa¨ªs ¡ªm¨¢s joven, urbano y multicultural¡ª no est¨¢ tan apegado a las pistolas como la Am¨¦rica blanca y rural. Pero nada indica que vaya a cambiar la legislaci¨®n. Para un candidato al Congreso, movilizar votantes prometiendo m¨¢s control sobre las armas no es una f¨®rmula de ¨¦xito. Y el presidente est¨¢ atado de manos. Si nada cambi¨® despu¨¦s de la matanza de ni?os Newtown, ser¨¢ dif¨ªcil que ocurra en el futuro pr¨®ximo.
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