Un negro en eterno exilio
El largo viaje de Carlos Moore, el activista e intelectual que denunci¨® el racismo en Cuba y pas¨® su vida perseguido por los dos lados de la Guerra Fr¨ªa

A los 22 a?os, Carlos Moore ya hab¨ªa vivido m¨¢s que la mayor¨ªa de la gente en una existencia entera. Ya hab¨ªa conocido el hambre y la violencia en la peque?a ciudad cubana donde naci¨®, ya hab¨ªa deseado no ser negro y se hab¨ªa esforzado por alisarse el pelo, aclararse la piel con productos arriesgados y desachatarse la nariz con pinzas, ya hab¨ªa emigrado a los Estados Unidos y hab¨ªa descubierto la lucha por los derechos civiles, hab¨ªa sentido fascinaci¨®n por Patrice Lumumba, el famoso l¨ªder congole?o, y hab¨ªa planeado un ataque contra el consulado belga en Nueva York para vengarse del asesinato del activista, ya hab¨ªa sentido encanto por la revoluci¨®n tras la reuni¨®n con Fidel Castro, se hab¨ªa convertido en comunista y hab¨ªa regresado a Cuba para cooperar con el proceso revolucionario, ya hab¨ªa descubierto que el r¨¦gimen cubano era tan racista como el que hab¨ªa derribado, ya hab¨ªa sido encarcelado una vez por denunciar que el racismo persist¨ªa en la revoluci¨®n, ya hab¨ªa sido condenado a cuatro meses en un campo de trabajos forzados por segunda vez por la misma raz¨®n, despu¨¦s de dirigirse al propio Fidel Castro en p¨²blico, ya hab¨ªa hecho una confesi¨®n para que no lo mataran, diciendo que se hab¨ªa equivocado y que no hab¨ªa racismo en Cuba, ya se hab¨ªa refugiado en la embajada de Guinea cuando se dio cuenta de que ser¨ªa ejecutado de todos modos, ya hab¨ªa huido a Egipto y luego a Francia, sin ning¨²n documento, ya hab¨ªa sido rechazado por un Jean-Paul Sartre convencido de que ¨¦l era un ¡°agente del imperialismo¡±, ya ha sido acogido por uno de los ide¨®logos de la negritud, el gran poeta surrealista de Martinica Aim¨¦ C¨¦saire, ya se hab¨ªa convertido en guardaespaldas del activista negro Malcolm X, cuando este estuvo en Par¨ªs, y ya hab¨ªa sufrido de todas las formas por el asesinato del mismo. Todo eso sucedi¨® hasta sus 22 a?os. Despu¨¦s sucedi¨® mucho m¨¢s.
Carlos Moore tiene hoy 72 a?os. Y lanza en Brasil su autobiograf¨ªa: Pich¨®n: raza y revoluci¨®n en Cuba, por la editorial Nandyala, gracias a una financiaci¨®n colectiva, y en los Estados Unidos en 2008, el mismo a?o en que Barack Obama se convert¨ªa en el primer negro elegido presidente de la mayor potencia global. El prefacio es de Maya Angelou (1928-2014), artista y activista, ella misma una leyenda, que desempe?¨® un papel crucial para que el entonces joven Moore descubriese su identidad y la realidad brutal de las mujeres negras.
Para alcanzar la trayectoria de Carlos Moore, hay que entender que, como hijo de inmigrantes jamaiquinos, ocupaba el pelda?o m¨¢s bajo de la escala racial de la sociedad cubana. Peor que un negro cubano era un negro inmigrante de las dem¨¢s islas del Caribe. En su libro aparecen genocidios de inmigrantes negros en Cuba de los cuales la mayor¨ªa jam¨¢s ha o¨ªdo hablar. A los 13 a?os, el padrastro de su madre ya la hab¨ªa violado y la hab¨ªa dejado embarazada. Con un hijo del incesto, ella se cas¨® con otro inmigrante jamaicano. Moore nacer¨ªa a?os despu¨¦s, entre varios hermanos. Y jam¨¢s entendi¨® por qu¨¦ su madre lo rechazaba y le daba palizas hasta el punto de dejarlo encamado durante d¨ªas, cubierto de heridas y hematomas, que incluso lo llevaron a desarrollar una especie de reacci¨®n convulsiva. El peque?o Moore cavaba agujeros en el patio, para tratar de escapar de esa madre. Su fotograf¨ªa era la ¨²nica que no estaba colgada en la casa de la familia.
Un d¨ªa, la madre se fue y los abandon¨® a todos. Y ¨¦l solo descubrir¨ªa mucho m¨¢s tarde, ya en la edad adulta, la ra¨ªz de la violencia materna inscrita, mediante palizas cotidianas, en el cuerpo de su hijo. La vida de Carlos Moore tambi¨¦n puede contarse por medio de una larga traves¨ªa en busca de una madre y de una identidad.
Hace algunos a?os, tras sufrir una embolia pulmonar y coquetear con la muerte durante tres semanas, Carlos Moore cuenta que decidi¨® seguir el consejo de su buen amigo, el escritor estadounidense Alex Haley (1921-1992), autor de La autobiograf¨ªa de Malcolm X, y escribir sus memorias. Decidi¨® entonces trasladarse a Brasil, donde vive desde 2000 en Salvador, con su compa?era, la guadalupense Ayeola. De su primer matrimonio tiene un hijo que vive en los Estados Unidos. En Brasil, acogi¨® a una ni?a que viv¨ªa en una favela y hoy ya es adulta y hace doctorado. Tiene siete libros publicados, cinco de ellos traducidos al portugu¨¦s y lanzados en Brasil. Uno de ellos, Fela, esta vida puta, es la impresionante biograf¨ªa de Fela Kuti (1938-1997), el creador del afrobeat, con quien tuvo una amistad profunda. Entre sus varios exilios, Moore hizo dos doctorados en la Universidad de Par¨ªs VII, el primero en Etnolog¨ªa, el segundo en Humanidades.
Carlos Moore eligi¨® Brasil, donde ten¨ªa amigos como Abdias do Nascimento (1914-2011), para recogerse y escribir su autobiograf¨ªa con tranquilidad, en un pa¨ªs donde era casi un desconocido. Pronto se dio cuenta de que Brasil viv¨ªa un punto de inflexi¨®n en la lucha contra el racismo, con las cuotas raciales y las dem¨¢s acciones afirmativas. Como hizo a lo largo de toda su vida, se comprometi¨®. Su libro Racismo y Sociedad (2012), se ha convertido en una referencia y ha despertado controversias. Carlos Moore est¨¢ lejos de despertar sentimientos un¨¢nimes, tanto dentro como fuera del movimiento negro, lo que no parece preocuparle. Se convirti¨® en uno de los pensadores negros dedicados a ese tiempo hist¨®rico muy particular de Brasil, definido por Moore como ¡°el momento en el que las m¨¢scaras comenzaron a caer¡±.
Desde la infancia, Carlos Moore quer¨ªa huir, una fuga profunda, con varios sentidos simult¨¢neos. Acab¨® por pasarse la vida huyendo de perseguidores de todos los lados del espectro ideol¨®gico. Esa fuga interminable parece haberlo llevado a s¨ª mismo, el ¨²nico lugar de llegada que importa.
La entrevista a continuaci¨®n se realiz¨® durante seis horas, en dos d¨ªas consecutivos de la semana pasada, durante la estancia de Carlos Moore en S?o Paulo, para el lanzamiento de Pich¨®n. En ella, ¨¦l habla de racismo, trayectoria, identidad, mujer negra, exilio, as¨ª como de las realidades del continente africano y de pa¨ªses como Cuba, los Estados Unidos y Brasil. Por su relato desfilan personajes que son iconos de la historia mundial del siglo 20, pero que tal vez la mayor¨ªa de los no negros desconozca, porque esta es una historia borrada por aqu¨ª, o jam¨¢s contada.
A primera vista, lo que llama la atenci¨®n de este negro de tantos mundos es su levedad, que sorprende en alguien que carga una trayectoria tan pesada y adem¨¢s trae en el cuerpo las cicatrices de la violencia que comenz¨® a sufrir a manos de su propia madre. Moore es acogedor, cari?oso y sonriente, jam¨¢s esquiva una pregunta dif¨ªcil, y su fuerza aparece cuando no est¨¢ de acuerdo con su interlocutor y le da una respuesta demoledora. Est¨¢ claro que, como se ver¨¢, no tiene tiempo para conversaciones superficiales.
1) El primer exilio de un negro: el del ser
Pregunta. ?Por qu¨¦ eligi¨® Pich¨®n como t¨ªtulo de este libro?
Carlos Moore. El editor estadounidense quer¨ªa quitar ese t¨ªtulo, diciendo que no era un t¨ªtulo comercial. Le dije que no lo cambiar¨ªa, porque le puse ese t¨ªtulo para que la gente se preguntase: ?qu¨¦ es pich¨®n? Pich¨®n, en la Cuba de mi infancia, significaba ¡°cr¨ªo de buitre¡±. Solo m¨¢s tarde, como adulto, vine a descubrir su significado m¨¢s neutral, que era el de cr¨ªo de cualquier ave. En Cuba era el t¨¦rmino que utilizaban para humillarnos. Aquellos negros que ven¨ªan del Caribe eran buitres, porque eran negros y tambi¨¦n porque se dec¨ªa que les robaban los empleos a los cubanos y que com¨ªan carro?a. Y esta fue la palabra que m¨¢s me doli¨®. Que me insultasen llam¨¢ndome ¡°negro de mierda¡± era normal. De modo general, los blancos estaban acostumbrados a llamarles ¡°negros de mierda¡± a todos los negros. Pero solo a algunos negros los llamaban pich¨®n, a aquellos que eran hijos de inmigrantes caribe?os negros, gente venida de Hait¨ª, Jamaica, Barbados... Los negros cubanos ostentaban nombres como Gonz¨¢lez, D¨ªaz, Hern¨¢ndez y as¨ª por el estilo. Pero un negro con el nombre Moore ya se sab¨ªa que no era cubano, aunque poco importara que hubiera nacido en Cuba y que hubiera pasado 100 a?os all¨ª. Hab¨ªa un odio profundo, racista, dentro de la sociedad cubana, para con los hijos de aquellos inmigrantes negros, a los que se consideraban m¨¢s primitivos, m¨¢s b¨¢rbaros, m¨¢s africanos. M¨¢s negros. Su negrura era exponencialmente mayor, en el sentido negativo. As¨ª que me dije: ¡°Si ese es el t¨¦rmino que m¨¢s me hiri¨®, durante mi infancia, es el que quiero utilizar como t¨ªtulo del libro¡±. No lo quitar¨ªa por nada del mundo.
P. Usted tuvo una vida de exilios. Pero, desde ni?o, parece que usted ya se ve¨ªa como exiliado, en un sentido m¨¢s profundo. Un exiliado de la piel, de la lengua, de los nombres, ya que hab¨ªa un rechazo a su nombre, porque revelaba que sus padres eran inmigrantes jamaicanos. ?C¨®mo es eso?
CM. Todos aquellos que nacemos negros de este lado del Atl¨¢ntico ya nacemos dentro de un gran exilio. Un enorme exilio involuntario, forzado. Y a partir de ah¨ª, vienen todos los dem¨¢s exilios que proceden de ¨¦l y que por su vez crean otros nuevos lugares de exilio. Pronto me di cuenta de que no ten¨ªa ninguna conexi¨®n con el mundo, a no ser una conexi¨®n ficticia que el mundo blanco me obligaba a aceptar, a querer ser como ¨¦l. Ah¨ª ya se creaba un corte fundamental, que era el corte conmigo mismo. Yo no sab¨ªa qui¨¦n era, porque quer¨ªa ser otro. Porque ese otro era lo bueno, lo bonito, lo que todo el mundo quer¨ªa ser. Cuando era peque?o, rechac¨¦ a mi madre r¨¢pidamente debido a toda su brutalidad. Y en su lugar cre¨¦ a otra madre en mi imaginaci¨®n. Aunque nunca habl¨¦ de ese punto en el libro, la verdad es que cre¨¦ otra madre imaginaria, que era totalmente blanca, rubia, de ojos azules, o sea, una mujer como las que yo ve¨ªa en las revistas cubanas.
"Todos los negros nacen en un gran exilio forzado"
P. Su madre era una mujer brutal, pero cuando usted cre¨® a una madre imaginaria, cre¨® a una madre blanca, en vez de a una madre negra. Eso viene de otra brutalidad, ?verdad?
CM. S¨ª. Me retiraba al fondo del jard¨ªn para hablar con esa madre imaginaria, que era cari?osa conmigo, siempre sonriente y de voz suave, y ella y yo hac¨ªamos todo juntos. Esa madre de fantas¨ªa me tra¨ªa regalos, me tra¨ªa unos bizcochos que me gustaban mucho. Por la noche, yo me met¨ªa en la oscuridad del fondo del patio, entre dos cocoteros, y ah¨ª esa madre ven¨ªa a visitarme. Yo ten¨ªa unos siete a?os, y ella era real para m¨ª. Siempre me preguntaba si estaba contento. Y yo le dec¨ªa que quer¨ªa escaparme de all¨ª, le ped¨ªa que ella me ayudase a fugarme. Durante toda mi infancia, mi obsesi¨®n era fugarme, escapar. Largarme de all¨ª fue el deseo m¨¢s poderoso de mi infancia.
P. ?Huir de qu¨¦? ?Y hacia d¨®nde?
CM. Yo pretend¨ªa caminar, caminar, caminar, caminar toda la noche, hasta llegar al puerto. All¨ª podr¨ªa esconderme entre aquellos enormes sacos de az¨²car, en uno de aquellos buques. Y aquel buque me llevar¨ªa a aquel pa¨ªs que era m¨ªtico para m¨ª, que eran los Estados Unidos. Le dec¨ªa a mi madre blanca: ¡°Ll¨¦vame, ll¨¦vame por la mano¡±. Y ella me dec¨ªa que no, que no pod¨ªa. A veces yo me quedaba esper¨¢ndola y ella no ven¨ªa. Yo estaba totalmente alienado de m¨ª mismo. Quer¨ªa ser blanco, solo quer¨ªa tener amigos blancos, quer¨ªa cambiar de piel, quer¨ªa cambiar de pelo, quer¨ªa cambiarlo todo. Ese fue mi primer exilio, un exilio ontol¨®gico. Normalmente las personas saben lo que son, ellas son lo que son, no se plantean ese asunto. Pero yo no lo sab¨ªa, no quer¨ªa ser lo que era y, por el hecho de no querer ser aquello que era, llegu¨¦ a no saber ni qui¨¦n era.
P. ?C¨®mo es no saber lo que se es?
CM. Pues uno siente constantemente que le falta algo (la voz de Moore se vuelve inestable). No tengo la piel correcta, no tengo la nariz correcta, no tengo los labios correctos, no tengo el cuerpo correcto, no los tengo. Todo denota falta. Lo ¨²nico que me salv¨® durante esa infancia fue mi inteligencia (la voz se restablece). Porque en la escuela yo pod¨ªa abstenerme de estudiar, y, sin embargo, me daba bien en los ex¨¢menes, incluso mejor que los blanquitos que se pasaban el tiempo estudiando.
P. Y cuando usted se miraba al espejo, ?qu¨¦ ve¨ªa?
CM. Me ve¨ªa como alguien grotesco, siempre feo. Y adem¨¢s era bizco. As¨ª que la gente siempre me dec¨ªa: ¡°Pich¨®n, pich¨®n, pich¨®n...¡± Yo ni me miraba al espejo. Y como en mi casa no hab¨ªa ninguna foto m¨ªa, eso reforzaba mi idea de ser feo. Yo pensaba que era algo solo conmigo, no ten¨ªa a¨²n esa percepci¨®n de que as¨ª se consideraba a todos los negros.
P. Su madre negra, concreta, parece haber sido una persona ambigua. Al mismo tiempo que ella le daba palizas constantemente y le alisaba el pelo, era ella quien se enfrentaba a los blancos y lo incentivaba a enfrentarse a ellos. ?C¨®mo usted coexist¨ªa con esa ambig¨¹edad?
CM. Ella fue la primera persona que me habl¨® de la esclavitud. La ¨²nica que me ense?¨® a resistir, la ¨²nica que me dijo que ten¨ªa que enfrentarme a este mundo. Mi padre era todo lo contrario, buscaba solo la aprobaci¨®n de los blancos. Y los blancos dec¨ªan que yo era la verg¨¹enza de mi padre. Pero de mi madre ten¨ªan miedo. Ellos tem¨ªan que ella los afrontase, porque hac¨ªa esc¨¢ndalos con cualquiera. Los esc¨¢ndalos de mi madre, en aquella peque?a ciudad, eran may¨²sculos. Pero yo s¨®lo consegu¨ªa acercarme a ella los domingos, cuando ella lloraba porque estaba escuchando ¨®pera en la radio. Se quedaba escuchando esa m¨²sica, zurciendo la ropa y llorando. En aquellos momentos, ella me tocaba, era cari?osa conmigo.
¡°Mi madre me daba palizas y me alisaba el pelo, pero tambi¨¦n me ense?¨® a resistir y a enfrentarme a los blancos¡±
P. ?Hoy en d¨ªa, como ve a esa madre?
CM. La veo con comprensi¨®n, porque fue una mujer violada por su padrastro a los 13 a?os. Mi hermano mayor es el hijo de esa violaci¨®n. Mi madre lleg¨® de Jamaica y, en pocos meses, ya hab¨ªa sido violada y se hab¨ªa quedado encinta. Estoy escribiendo otro libro, llamado ¡°Las huellas del caos¡±, que habla de esas realidades hist¨®ricas. En este libro, mis padres son los protagonistas. Por medio de ellos, voy a hablar de la vida de todos los dem¨¢s. De esa pobreza inmensa, dram¨¢tica. Del odio que enfrentaron en Cuba por ser negros inmigrantes de islas caribe?as, considerados b¨¢rbaros y primitivos. Poco antes de su muerte, habl¨¦ con mi madre en los Estados Unidos, en Nueva Jersey, donde ella estaba viviendo. Fue mi amigo, el escritor Alex, quien me dijo: ¡°Tienes que saber lo que sucedi¨®¡±. As¨ª que fui a hablar con ella, y despu¨¦s con mi padre, que viv¨ªa en Brooklyn. Fue entonces cuando me enter¨¦, por medio de ella, de que no era hijo de mi padre, sino de su mejor amigo, a quien mi padre le hab¨ªa confiado a su familia. Eso sucedi¨® cuando mi padre tuvo que partir en busca de trabajo y pas¨® mucho tiempo sin volver. Ella, llena de hijos, pens¨® que ¨¦l hab¨ªa muerto. Y cuando al fin mi padre regres¨®, ella estaba encinta de este amigo. El beb¨¦ era yo. Pero eso no lo supe si no a los 40 a?os. Despu¨¦s fui a hablar con mi padre. ?l estaba sentado, tomando el sol. Ya estaba ciego. ?l me dijo que mi madre nunca deber¨ªa hab¨¦rmelo contado, porque ten¨ªan un acuerdo sobre eso. Pero la nuestra era una ciudad peque?a, y me hab¨ªa pasado toda la vida pele¨¢ndome con los otros ni?os porque le llamaban puta a mi madre y no sab¨ªa por qu¨¦. ¡°Puta, puta, puta¡±. Y aquellos dos hombres casi se mataron a causa de aquel embarazo. Yo grab¨¦ toda la conversaci¨®n con mi madre y con mi padre. Mi madre me cont¨® las cosas horribles por las que hab¨ªa pasado. Toda el hambre que hab¨ªa pasado. Y los ni?os, llegando uno tras otro, porque no sab¨ªan c¨®mo evitarlos. Ella estaba perpetuamente encinta. Entonces me di cuenta del horror que hab¨ªan sido sus vidas. Eran vidas tr¨¢gicas.
?P. Pero su padre, este que le cre¨®, al contrario de su madre, lo acept¨® por completo como hijo, ?no?
CM. Fui su favorito. Todav¨ªa recuerdo el olor de aquellos tabacos que ¨¦l fumaba, y hasta hoy me encantan los tabacos por eso, son lo ¨²nico que fumo. Hasta me acuerdo del perfume que mi padre usaba, era un perfume que de vez en cuando le tra¨ªan de los Estados Unidos. Cuando hablamos, le di las gracias por todo el amor que me hab¨ªa dado. Le dije lo mucho que lo amaba. Le dije: ¡°T¨² eres mi pap¨¢¡±. Y con eso el ciclo estaba cerrado.
2) La mujer negra: la m¨¢s aplastada entre los aplastados
P. Por lo que se puede notar en su autobiograf¨ªa, esa escisi¨®n entre la madre blanca buena y la madre negra mala impact¨® en la elecci¨®n de sus parejas sexuales, ?c¨®mo fue eso?
CM. Eso es verdad, porque esa afectividad se transfiri¨® a aquellas mujeres blancas que conocer¨ªa en mi vida, que ten¨ªan aquel fenotipo que correspond¨ªa a esa visi¨®n de lo que para m¨ª era la belleza. Todo lo que ten¨ªa que ser era bueno en la cama con ellas. No era una relaci¨®n en el sentido de tener intimidad y explorar profundamente al otro. Era una performance sexual. Eran relaciones sexuales como de ficci¨®n. Cada encuentro con una mujer blanca era como en una novela. Eran mujeres que no sab¨ªan nada sobre las cuestiones raciales, solo quer¨ªan un buen sexo, un negro en la cama que alimentase sus fantasmas sobre el macho negro. Y ellas, a su vez, alimentaban mis propios fantasmas. Y estos fantasmas estaban relacionados con esa otra visi¨®n, que podr¨ªa incluso considerarse incestuosa, ya que esas mujeres correspond¨ªan a aquella mujer m¨ªtica creada en mi infancia. Que era buena conmigo, que me tra¨ªa regalos. Yo ve¨ªa el sexo como un gran regalo. La relaci¨®n profunda solo comenz¨® a existir cuando pas¨¦ a conocer a mujeres negras, que ten¨ªan conciencia de su negritud, que estaban debati¨¦ndose con el problema de la identidad y que me forzaron a debatirme con el problema de mi propia identidad como negro. Ah¨ª fue donde comenz¨® el otro combate.
?P. ?La historia de su madre le llev¨® a la historia de la mujer negra?
CM. S¨ª. Comenc¨¦ a entender la historia de la mujer negra a partir de Maya Angelou y de las otras escritoras negras, amigas de ella, que luego alcanzar¨ªan la fama. En Nueva York, eran las mujeres con las que pas¨¦ a convivir, sin darme cuenta de la importancia literaria que ten¨ªan. Por eso, tengo una deuda con las mujeres negras que no tiene precio, porque me llevaron a comprender qui¨¦n era yo. Y, por ello, tengo el deber de participar en esta lucha para que la mujer negra recupere la dignidad ante esta sociedad, una dignidad que le robaron brutalmente hace 400 a?os.
"El racismo ya ha determinado que las blancas son para casarse, las mulatas para fornicar y las negras para trabajar"
P. ?Cu¨¢l es el papel de un hombre negro ante la indignidad sufrida por la mujer negra?
CM. La mujer negra experimenta una situaci¨®n de profunda soledad. Ella es rechazada universalmente, es pisoteada. Para ser un negro consciente, un ser humano consciente, un hombre negro tiene que tener en cuenta ese aspecto. No puede seguir siendo un c¨®mplice de ese aplastamiento hist¨®rico de la mujer negra. La mujer negra es el ser humano m¨¢s aplastado de todas las categor¨ªas de personas marginadas del mundo. Y no se puede ignorar eso. Por eso, Obama hizo algo extraordinario al llevar a esa mujer negra, de piel negra, a la Casa Blanca, como su esposa, como madre de sus hijas, cuando en realidad, la sociedad no hab¨ªa programado eso. La sociedad hab¨ªa programado que alguien de ese nivel, con ese ¨¦xito, llevase autom¨¢ticamente a una rubia a la Casa Blanca. Obama tambi¨¦n rompi¨® un tab¨² y se convirti¨® no solo en el primer presidente negro, sino tambi¨¦n en el hombre negro que le devolvi¨® a la mujer negra el sentido de la autoestima y del respeto que esa mujer debe tener, en primer lugar. El sistema racista ya hizo inviable la relaci¨®n entre el hombre negro y la mujer negra desde los tiempos de la esclavitud. El racismo ya determin¨® que las blancas son para casarse, las mulatas para fornicar y las negras para trabajar. Hace cuatro siglos que esa es la ley. As¨ª es que, cuando un hombre negro, consciente, como yo, entiende lo que todo eso significa, comienza a tener otra mirada hacia la mujer negra. Empieza a buscar el di¨¢logo con esa mujer, en vez de pisotearla, en vez de reproducir toda la historia de aplastamiento. Es un di¨¢logo muy dif¨ªcil, porque, durante cuatro siglos, el hombre negro y la mujer negra no tuvieron una situaci¨®n que permitiese ese di¨¢logo. Para derribar el racismo es indispensable que el hombre negro y la mujer negra tengan esa conversaci¨®n.
3) La Cuba de Fidel: un r¨¦gimen que reprodujo el racismo
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® escribir esta autobiograf¨ªa?
CM. En 1996 tuve una embolia pulmonar y estuve entre la vida y la muerte durante tres semanas en un hospital de Trinidad y Tobago, donde trabajaba como profesor universitario de relaciones internacionales. Pens¨¦ que, si muriese, todo aquello que necesitaba decir acerca de mi experiencia con la revoluci¨®n cubana se perder¨ªa. La gente tiene una idea de que fue una revoluci¨®n generosa, correcta con todo el mundo. Y fue la peor de las represiones contra los homosexuales, contra los negros. As¨ª que pens¨¦ que, si yo sobreviviese, saldr¨ªa de la universidad e ir¨ªa a un lugar donde nadie me conociese como militante, para escribir este libro. Eleg¨ª Salvador de Bah¨ªa. Bah¨ªa, para m¨ª, es como si fuese un pa¨ªs. La culinaria, la m¨²sica, el candombl¨¦... Quer¨ªa un lugar donde pudiese vivir tranquilamente y terminar esta obra.
P. ?Qu¨¦ agujero se abre en su vida cuando usted descubre que la revoluci¨®n cubana est¨¢ reproduciendo el racismo?
CM. Fue un choque. Yo ten¨ªa una necesidad ontol¨®gica de que blancos y negros, juntos, pudiesen cambiar la sociedad. Cuando descubr¨ª que estaban todos mintiendo, que estaban destruyendo las organizaciones negras, destruyendo las religiones africanas, designadas como santer¨ªa, destruyendo todo lo que era negro, porque no quer¨ªan convivir con esas diferencias, porque quer¨ªan crear a un nuevo negro, a un negro sumiso, a un negro comunista, fue un gran choque. Lo que estaban proponiendo era un negro sin color, un cubano sin color. Pero yo quer¨ªa mi identidad, yo no quer¨ªa rebajarme a la categor¨ªa de un ser sin color. Hab¨ªa este discurso de que ¨¦ramos todos cubanos, solo que el color cubano segu¨ªa siendo el blanco, ya que solo hab¨ªa un negro en posici¨®n de mando, entre todos, que era manipulado por Fidel, como yo ya me hab¨ªa dado cuenta en los Estados Unidos. As¨ª que me dije: ¡°no¡±. Pero fue un gran choque llegar a la conclusi¨®n de que estos dirigentes blancos no ten¨ªan la menor intenci¨®n de convivir con gente como yo. No puedo ni describir lo que Fidel Castro significaba para m¨ª. ?l simbolizaba la revoluci¨®n, y la revoluci¨®n era para m¨ª como una madre sustituta. Era aquella cosa de que pod¨ªa entregarme y amar y ser amado por ella. Ser aceptado y amado por ella. Aceptado del modo como yo era. Y que ella nunca m¨¢s ir¨ªa a rechazarme. Y entonces me la encuentro y, de repente, me percato de que ella me rechaza, tal cual yo soy. Y es por eso que cometo esas imprudencias locas que voy a cometer, porque estoy convencido de que Fidel Castro no forma parte de eso. Yo estaba convencido de que Fidel estaba rodeado de los blancos racistas de siempre, que no eran la revoluci¨®n. Cuando descubr¨ª que Fidel era aquel que realmente estaba al frente de todo eso, ah¨ª me romp¨ª en pedazos... Todo eso me sucedi¨® cuando no ten¨ªa ni 20 a?os.
"El racismo se ha reforzado en todos los espacios en la Cuba de hoy"
P. Usted hizo una confesi¨®n en la que negaba el racismo en Cuba, para escapar de un encarcelamiento m¨¢s o de algo peor. ?C¨®mo se siente con relaci¨®n a eso?
CM. Muchas veces me he preguntado por qu¨¦ no acept¨¦ que me fusilasen en vez de confesar lo que ellos quer¨ªan que confesase. Muchas veces me he preguntado esto. Y no tengo ninguna respuesta, a no ser aquella que me forj¨¦. Lo que aconteci¨® es que lleg¨® un momento en el que sab¨ªa que la muerte estaba all¨ª y que, para evitarla, solo ten¨ªa que mentir. Y ese fue el momento en el que me dije a m¨ª mismo: ¡°Voy a mentir. Porque aquellos que me est¨¢n pidiendo que mienta son mentirosos. As¨ª que no estoy traicionando absolutamente nada¡±. Nunca dije el nombre de nadie, nunca impliqu¨¦ a nadie. Me impliqu¨¦ a m¨ª mismo, diciendo: ¡°Fui yo¡±. Asum¨ª toda la responsabilidad. El r¨¦gimen cubano puede ense?ar ese documento en cualquier momento y solo mostrar¨¢ que Carlos Moore dijo que lo hizo solo.
P. Usted volvi¨® a Cuba hace algunos a?os para una visita, se reencontr¨® con sus hermanos y conoci¨® a su familia por parte del padre biol¨®gico. ?C¨®mo ve la Cuba de hoy?
CM. La Cuba de hoy es mucho m¨¢s compleja que la de cuando yo estaba denunciando el racismo en aquellos tiempos. El hecho de negar la existencia del racismo hizo que el este ocupase todos los espacios. Entonces el racismo se reforz¨® en Cuba. No se expresa de la misma manera como se expresaba antes de la revoluci¨®n, mediante la segregaci¨®n racial en los lugares p¨²blicos. Pero la segregaci¨®n racial hoy es tan fuerte como aqu¨ª en Brasil. En el poder pol¨ªtico, econ¨®mico, en cosas tan simples como el contenido de la televisi¨®n. Es muy fuerte. La ¨²nica gran diferencia que existe en la Cuba de hoy es que hay un n¨²mero significativo de negros que pertenecen a una clase media que ha estudiado. Mis propios hermanos, por ejemplo, son todos profesionales. La raz¨®n de esto es que, para sobrevivir, el r¨¦gimen tuvo que crear toda una clase de profesionales negros cubanos.
P. ?Y ese no es un cambio importante?
CM. S¨ª que es un cambio importante, porque esa nueva clase de profesionales negros entrar¨¢ en colisi¨®n violenta con la Cuba que ahora est¨¢ surgiendo con Ra¨²l Castro, que es esa Cuba capitalista, al estilo chino. Porque esa es una Cuba que excluye totalmente a los negros profesionales y no profesionales. Y ah¨ª va a producirse una colisi¨®n, porque ahora hay una masa de negros que meditan sobre su situaci¨®n. Y el r¨¦gimen cubano va a tener que hacerle frente a un problema enorme. De la misma manera que Brasil, hoy, est¨¢ afrontando un problema cada vez m¨¢s fuerte, que es el refuerzo de esa clase media negra que es cada vez m¨¢s consciente de su situaci¨®n.
"Los pueblos ponen la revoluci¨®n en movimiento, y en seguida aquellos que manipulan los aparatos de control la asesinan"
P. Y ?c¨®mo ve usted a Fidel Castro, ese hombre que acab¨® teniendo una gran importancia tambi¨¦n en su vida?
CM. Fidel hizo algo muy importante para Cuba, la revoluci¨®n fue importante. A pesar de todas las cosas que han sucedido, yo nunca habr¨ªa preferido una Cuba sin revoluci¨®n. La revoluci¨®n era necesaria, en Cuba, y se convirti¨® en aquello en lo que se convirti¨®. La revoluci¨®n muri¨®, fue destruida, fue asesinada, pero el per¨ªodo durante el cual la revoluci¨®n existi¨®, como una esperanza que uni¨® realmente a este pueblo, que les permiti¨® a los negros so?ar con una sociedad nueva y que les permiti¨® a muchos blancos so?ar con una sociedad en la que esas diferencias raciales y ese conflicto racial pudiesen superarse, ese fue un momento importante. Todas las reformas m¨¢s estructurales que la Revoluci¨®n hizo, como la de la salud y la de la educaci¨®n, tambi¨¦n fueron importantes. El hecho de que Fidel Castro fuese un dirigente que tuvo el coraje de desafiar a los Estados Unidos tambi¨¦n fue importante. Ahora bien, esa militarizaci¨®n exigida por la resistencia contra los Estados Unidos convirti¨® a la sociedad cubana en una Esparta y destruy¨® todos los espacios de expresi¨®n civil, que no volver¨ªan nunca.
P. Usted hace una diferencia entre la revoluci¨®n y el r¨¦gimen. ?Cu¨¢l es?
CM. La revoluci¨®n es una esperanza colectiva. El ser humano est¨¢ constantemente buscando ampliar los par¨¢metros de la libertad de su existencia, y la revoluci¨®n es ese momento. ?Hubo una revoluci¨®n rusa? S¨ª que la hubo. ?Muri¨®? S¨ª que muri¨®. ?Hubo una revoluci¨®n china? S¨ª que la hubo. ?Muri¨®? S¨ª que muri¨®. ?Fue asesinada? S¨ª que fue asesinada. Los pueblos ponen la revoluci¨®n en movimiento, y, en seguida, aquellos que manipulan los aparatos de control la asesinan. As¨ª que es siempre ese vaiv¨¦n. Ese conflicto, esa contradicci¨®n.
4) Encuentros con Malcolm X y Aim¨¦ C¨¦saire, desencuentro con Sartre
P. Usted pas¨® por una experiencia muy particular, la de vivir en un mundo polarizado, que era el mundo de la Guerra Fr¨ªa, y ser sospechoso a ambos lados, perseguido por ambos lados, sin lugar en ninguno de ellos. ?C¨®mo es esa experiencia de encarnar un no lugar, en el sentido m¨¢s profundo?
CM. Hubo personas que me acusaron de ser un agente del imperialismo, por un lado, y otras que me acusaron de ser un agente del comunismo, por el otro lado. Al mismo tiempo. Me sent¨ª v¨ªctima de una injusticia total. Hasta el punto de que no pod¨ªa resistir m¨¢s. Uno no consigue probar nada. Cuanto m¨¢s intenta probar algo, m¨¢s le dicen que est¨¢ camuflando la verdad. Me di cuenta de que, para aquellos que se dicen de izquierda, o para aquellos que se dicen de derecha, no importa para nada la verdad. Para ellos, la verdad es algo relativo. Uno tiene un adversario, entonces lo elimina de la forma m¨¢s eficaz. Y esa manera m¨¢s eficaz es mediante calumnias. Pero esas mentiras destruyen al ser humano que es el blanco de esos ataques. Hubo momentos en los que sent¨ª que no podr¨ªa aguantar m¨¢s. Recuerdo al menos tres momentos en los que contempl¨¦ seriamente la posibilidad de quitarme la vida.
P. ?Podr¨ªa describir uno de esos momentos?
CM. La ¨²ltima vez que me encontr¨¦ en esa situaci¨®n, le habl¨¦ francamente a mi pareja actual, Ayeola. Me sent¨¦ con ella en un jard¨ªn, en Guadalupe, y le dije: ¡°No puedo continuar m¨¢s, y no consigo ni siquiera explicarte el dolor que estoy sintiendo¡±. Ella me mir¨® y dijo: ¡°Est¨¢ bien. Entonces hazlo. Lo entender¨¦. Si est¨¢s sintiendo tanto dolor hasta el punto de querer abolir tu existencia, debes hacerlo¡±. Esa fue la cosa m¨¢s maravillosa que alguien podr¨ªa haber hecho por m¨ª. Me sent¨ª libre, liberado, realmente libre. Y esa autorizaci¨®n, de la mujer que me amaba, hizo que algo se rompiese a partir de ah¨ª. Y empec¨¦ a vivir tranquilo, sabiendo que, en cualquier momento, podr¨ªa quitarme la vida. Fueron pasando los meses, los a?os... Y eso me ayud¨® a afrontar esa situaci¨®n de cerco permanente.
P. En el lanzamiento de su libro, en una librer¨ªa de S?o Paulo, usted dijo que la persona que m¨¢s le marc¨® fue Aim¨¦ C¨¦saire. ?Por qu¨¦?
CM. Porque era un hombre con una calma extraordinaria en medio de todos los conflictos. Pertenec¨ªa al Partido Comunista y sali¨® por una cuesti¨®n ¨¦tica, la invasi¨®n de Hungr¨ªa, y pasaron a atacarlo violentamente. Y lo atacaron tambi¨¦n los de la derecha, porque estaba siempre predicando una especie de socialismo de la negritud, para Martinica y para otros pa¨ªses negros. Me impresion¨® mucho su discurso sobre la cuesti¨®n colonial, especialmente aquella parte fant¨¢stica que me abri¨® ventanas, cuando dijo: ¡°?Por qu¨¦ est¨¢n condenando a Hitler? Eso es mentira. ?C¨®mo pueden condenar a Hitler, cuando ustedes hicieron la trata de esclavos, cuando ustedes colonizaron toda ?frica? Trabajos forzados, genocidios... Ustedes no pueden decir nada contra Hitler. Hitler son ustedes¡±. ?Y tambi¨¦n dijo: ¡°Lo ¨²nico que pueden decir sobre Hitler es que les doli¨® que matase a blancos! ?Ah... eso s¨ª que pueden decirlo! Pero no confiesan que para ustedes el ¨²nico delito que Hitler cometi¨® fue haberles aplicado a blancos, durante un corto per¨ªodo de tiempo, aquellos m¨¦todos que ustedes les reservaban hasta entonces a los negros, desde hac¨ªa siglos¡±. Esa argumentaci¨®n me impresion¨® much¨ªsimo. Produjo una explosi¨®n en mi cabeza.
"Para aquellos que se dicen de derecha o de izquierda, no importa la verdad. Si tienen un adversario, lo eliminan de la forma m¨¢s eficaz: mediante calumnias"
P. ?Y c¨®mo fue su ¡°no encuentro¡± con Sartre?
CM. Cuando llego a Par¨ªs, busco a Aim¨¦ C¨¦saire y finalmente nos reunimos, y ¨¦l me escucha acerca de lo que est¨¢ sucediendo en Cuba. Y, al final, afirma: ¡°No me quiero creer todo lo que me has dicho, no me lo quiero creer. Pero me lo creo¡±. Entonces me dijo que necesitaba ver a varias personas, entre ellas a Sartre. Un joven escritor, amigo ¨ªntimo de Sartre, organiz¨® ese encuentro, en un caf¨¦. Yo ve¨ªa a Sartre all¨ª, con sus amigos, mientras aquel amigo en com¨²n fue a decirle que yo estaba all¨ª y que quer¨ªa hablar con ¨¦l. De inmediato, Sartre empez¨® a gesticular y a decir que no con la cabeza. El amigo volvi¨®, entonces, y me explic¨®: ¡°Sartre dijo que no te va a recibir, porque no habla con agentes del imperialismo¡±. Imag¨ªnense que Simone de Beauvoir y Sartre son gente a la que amo, son personas que liberaron mentes. Sartre fue aquel que abraz¨® la negritud, que escribi¨® un texto hermos¨ªsimo que se llama ¡°Orfeo Negro¡±, donde les explica a los intelectuales blancos, de izquierda y liberales, lo que es la negritud. Dijo cosas luminosas. Ese Sartre era fundamental en mi vida. As¨ª que, para m¨ª, fue una traici¨®n. Como si alguien me apu?alase. ?l tuvo una reacci¨®n de conquistador, de no querer escucharme. Eso fue muy duro para m¨ª. Sin embargo, eso no cambi¨® que ¨¦l siguiese siendo fundamental en mi vida, en mi desarrollo como ser humano. As¨ª como Simone de Beauvoir. Siento mucho amor por esos dos... mucho amor.
P. ?Cu¨¢l fue su experiencia con Malcolm X?
CM. Cuando lo conoc¨ª, como l¨ªder en los Estados Unidos, no era su amigo. La amistad lleg¨® en aquellos momentos dram¨¢ticos en los que ¨¦l estaba caminando hacia la muerte. En aquel entonces, ¨¦l estaba obsesionado con poder apoyar r¨¢pidamente la insurrecci¨®n en el Congo. Yo ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os y pens¨¦ que lo menos que pod¨ªa hacer era darle todo mi apoyo a Malcolm para que ¨¦l pudiese reunir a voluntarios. Entonces pas¨¦ a ayudar a reclutar a esas personas. Durante el per¨ªodo que pas¨® en Francia me ocup¨¦ de su seguridad, durmiendo inclusive en su suite en el hotel. Es decir, ¨¦l dorm¨ªa y yo me quedaba despierto. Despu¨¦s de que ¨¦l despertase, yo dorm¨ªa durante algunas horas. ?l se hac¨ªa cargo de sus asuntos y despu¨¦s busc¨¢bamos un lugar para que ¨¦l desayunase, porque ten¨ªa miedo de que lo envenenasen en el hotel. Eran los ¨²ltimos momentos de Malcolm, y ¨¦l lo sab¨ªa. Me dijo que solo ten¨ªa horas o d¨ªas, que estaba yendo hacia la muerte. Me dec¨ªa constantemente: ¡°Tienes que prestar atenci¨®n a lo que te estoy diciendo, porque es la ¨²ltima vez que voy a poder hablar as¨ª¡±. Entonces ¨¦l empez¨® a hablarme de todo: de la mujer, de la vida, de la revoluci¨®n, de c¨®mo organizar los grupos en la clandestinidad... Era un hombre muy generoso. No era una persona efusiva, no era una persona de abrazos, era un hombre muy contenido. Todo se concentraba en sus ojos, en el modo de sonre¨ªr. Y ten¨ªa una gran paciencia. Yo pod¨ªa hablar durante media hora y ¨¦l no me interrump¨ªa nunca. Se quedaba all¨ª, atento a todo lo que yo o alguna otra persona estaba diciendo. La gente tiene una visi¨®n de Malcolm solo como aquel gran agitador y todo lo dem¨¢s, pero Malcolm era un hombre muy tranquilo, muy generoso, muy cari?oso...
P. ?Y c¨®mo recibi¨® la noticia de su asesinato?
CM. Cuando me enter¨¦ de su muerte hac¨ªa fr¨ªo en Par¨ªs y sal¨ª a caminar durante horas. Aquel fue uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles para m¨ª. Ten¨ªa 22 a?os. Cuando asesinaron a Patrice Lumumba, yo solo quer¨ªa venganza. Am¨¦ a Lumumba sin haberlo visto jam¨¢s, lo amaba por las cosas que dec¨ªa. Hab¨ªa una fragilidad en Lumumba. Era un hombre delgado, alto, pero cuando dec¨ªa que crear¨ªa una naci¨®n en la que se respetase a los negros y a la que todos los negros, de cualquier parte del mundo, podr¨ªan ir, es decir, el Congo, fue una revelaci¨®n para m¨ª, a los 18 a?os. Sin embargo, con Malcolm el sentimiento fue de impotencia total, porque yo hab¨ªa convivido con ¨¦l y lo amaba. Me acuerdo de un momento en el que le estaba presentando a reclutas para el Congo y una de las j¨®venes, que prestar¨ªa ayuda como enfermera, le interrumpi¨®. Me enoj¨¦: ¡°No interrumpa al brother Malcolm. ¡°Malcolm par¨®, me mir¨®, meti¨® la mano en el bolsillo, sac¨® una moneda de un d¨®lar y dijo: ¡°Brother Carlos, ?qu¨¦ hay al otro lado de esta moneda?¡± Le dije que no lo sab¨ªa. Y Malcolm me respondi¨®: ¡°Entonces, nunca m¨¢s interrumpas a una mujer, porque la mujer siempre ve la otra cara de la moneda¡±. Nunca me olvid¨¦ eso.
5) Brasil, la mayor¨ªa negra y la creciente tensi¨®n racial
P. Usted ha investigado el racismo en varios pa¨ªses, en cuatro continentes. ?Qu¨¦ es el racismo, desde su punto de vista?
CM. El racismo no es una simple tejedura de prejuicios aberrantes, ni una confabulaci¨®n ideol¨®gica desechable. Tampoco es una realidad oportunista surgida hace poco, y mucho menos una ¡°enfermedad¡±. Se trata de una estructura de origen hist¨®rico, quedesempe?a funciones beneficiosas para un grupo, que por medio ¨¦l construye y mantiene el poder hegem¨®nico sobre el resto de la sociedad. Ese grupo usa el racismo como instrumento a trav¨¦s de las instituciones y organiza, por medio del imaginario social, una tela de pr¨¢cticas de exclusi¨®n. De ese modo, preserva y ampl¨ªa los privilegios sociales, el poder pol¨ªtico y la supremac¨ªa total adquiridos hist¨®ricamente y transmitidos de generaci¨®n en generaci¨®n. En una sociedad ya multirracial y mestiza, servir¨ªa para preservar el monopolio de los recursos para el segmento racial dominante. Ser¨ªa un sistema total que se articula desde el principio mediante tres instancias operativas entrelazadas, pero distintas: 1) las estructuras pol¨ªticas, econ¨®micas y jur¨ªdicas de mando de la sociedad; 2) el imaginario social total, que controla el orden simb¨®lico; y 3) los c¨®digos de comportamiento que rigen la vida interpersonal de los individuos que forman parte de esta comunidad. Por lo tanto, no se puede atacar el racismo en una sola dimensi¨®n, porque nada va a cambiar. Hoy en d¨ªa, el racismo ha alcanzado tal grado de sofisticaci¨®n que se niega a s¨ª mismo y finge que no existe. Negar la existencia del racismo, transformarlo en un tab¨² social, tratarlo como una ¡°aberraci¨®n¡± o reducirlo a la ¡°discriminaci¨®n¡± y al ¡°prejuicio¡± es la mejor manera de encubrirlo y protegerlo en cuanto estructura sist¨¦mica. Por eso, siempre que el ser humano lo niega o lo simplifica, est¨¢ autom¨¢ticamente en ¡°complicidad sist¨¦mica¡± con ¨¦l.
P. Y ?c¨®mo ve usted el racismo en el Brasil actual?
CM. Los blancos y los negros est¨¢n librando aqu¨ª una batalla terrible. Y los blancos ni siquiera saben que est¨¢n enfrascados en esa lucha. Algunos lo saben y fingen que la lucha no existe. Pero solo una minor¨ªa, muy peque?a, es consciente de esa lucha y sabe que es una lucha. La mayor¨ªa no quiere ni saber de ella.
¡°En Brasil, el racismo es la leche que amamanta al negro todos los d¨ªas¡±
P. ?Hay alguna peculiaridad en el racismo de Brasil?
CM. No estoy buscando ning¨²n lugar id¨ªlico, eso no existe para m¨ª. Lo que estoy diciendo en mi libro Racismo y sociedad es que tenemos que pensar el racismo a partir de los modelos. El racismo aqu¨ª en Brasil corresponde a un modelo espec¨ªfico, y ese modelo vino de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Es el modelo de una esclavitud ya naturalizada, donde los negros crecen dentro de la esclavitud, los negros se saben esclavos. Donde hay un sistema clientelista, donde hay una serie de gradaciones de colores. Esta es una esclavitud que tiene mil a?os de osificaci¨®n. En ella, el subalterno dentro del sistema acepta su actividad, ve eso como normal. En este modelo, el racismo es la leche que amamanta al negro todos los d¨ªas.
P. ?Un racismo naturalizado?
CM. S¨ª. Por eso, todo el mundo quer¨ªa esa limpieza del vientre, de la barriga. Las mujeres negras buscaban constantemente que sus hijos saliesen de la esclavitud. ?Y cu¨¢l era la ¨²nica salida? Era que fuesen mulatos. Una situaci¨®n de transacci¨®n sexual entre el hombre blanco y la mujer negra. Porque aqu¨ª, cuando uno habla de mestizaje, habla de una forma general, habla sin decir que aquel que est¨¢ mestizando es el hombre blanco. No es el hombre negro el que est¨¢ mestizando a la raza blanca, sino el hombre blanco el que est¨¢ mestizando a la raza negra. Cuando llegan los espa?oles y los portugueses es lo primero que hacen con las nativas y con las africanas. La mujer blanca viene despu¨¦s, con el sistema ya estabilizado. As¨ª que este es un modelo mucho m¨¢s dif¨ªcil, porque todo se naturaliza, todo est¨¢ normado. En ese contexto, las cosas fluyen, la sangre est¨¢ fluyendo dentro del sistema de una manera normal.
¡°La penetraci¨®n de los negros en las universidades, mediante las cuotas raciales, fue vivida por la sociedad blanca como una violaci¨®n¡±
P. Parece que algo fuerte est¨¢ sucediendo en Brasil en este momento, en lo que se refiere al racismo, aunque muchos blancos no lo vean o no lo quieran ver. ?En qu¨¦ medida esto est¨¢ relacionado con la primera generaci¨®n de negros que lleg¨® a la universidad mediante las cuotas raciales?
CM. Esa relaci¨®n es real. Por eso hay tanto p¨¢nico. Yo llegu¨¦ aqu¨ª en un momento en el que el p¨¢nico comenzaba a desencadenarse. El movimiento negro hizo un trabajo colosal en este pa¨ªs. Y lleg¨® a interferir en los partidos. Luego, cuando vi a esos j¨®venes negros entrar en la universidad y llevar con ellos el candombl¨¦, las favelas, los quilombos... La universidad entr¨® en estado de choque. Ellos eran un cuerpo extra?o que hab¨ªa entrado all¨ª, y me di cuenta de eso. Ellos no eran vistos como estudiantes, sino como soldados de un ej¨¦rcito extranjero. Eran vistos como invasores de la universidad. Me percat¨¦ de que ese espacio sacrosanto, blanco, se hab¨ªa desacralizado. Ante eso, comenz¨® una reacci¨®n tan fuerte, contraria, que continu¨® aumentando hasta nuestros d¨ªas. Volvi¨¦ndose m¨¢s compleja, convirti¨¦ndose en todo tipo de oposici¨®n, con una m¨¢scara pol¨ªtica. Por primera vez los blancos en este pa¨ªs oyeron decir que los negros eran mayoritarios. La poblaci¨®n blanca parece vivir eso como una violaci¨®n. La raza negra es un falo y la sociedad blanca es una enorme vagina. Hay una tensi¨®n constante. Esa penetraci¨®n en las universidades se vio, simb¨®licamente, como algo muy, muy, muy profundo. Por eso, inmediatamente, la repulsa fue general, dentro de la sociedad blanca. Con las cuotas raciales y las dem¨¢s acciones afirmativas se despertaron fuerzas que nadie conoc¨ªa. Me di cuenta de que hab¨ªa un potencial real de cambio que actuaba dentro de la sociedad. En este punto es donde empec¨¦ a ver, a sentir, que este pa¨ªs ten¨ªa la posibilidad de cambiar esta situaci¨®n. Las m¨¢scaras han empezado a caer. Y Brasil es un pa¨ªs de m¨¢scaras, tantas m¨¢scaras...
P. ?Es importante que las m¨¢scaras caigan?
CM. Es important¨ªsimo. La sociedad estadounidense, por ejemplo, tiene esa posibilidad tan grande de discutir y de avanzar en esta cuesti¨®n tan dif¨ªcil, que es la cuesti¨®n racial, porque las m¨¢scaras all¨ª se arrancan con mayor facilidad. Ya son varias generaciones discutiendo abiertamente la cuesti¨®n racial. Aqu¨ª, no. All¨ª, cuando se mata a ocho, a nueve negros en una iglesia, se dice claramente que los mataron por ser negros. Punto final. Aqu¨ª, si queman a un indio, lo quemaron por alguna otra raz¨®n. Matan al negro y es lo mismo. Pero las m¨¢scaras est¨¢n comenzando a caer.
¡°Al romper el mito de la democracia racial, el movimiento negro rompi¨® la ideolog¨ªa sobre la que se sostiene este pa¨ªs¡±
P. ?El mito de la democracia racial es una m¨¢scara que cae?
CM. Al romper el mito de la democracia racial, el movimiento negro rompi¨® la ideolog¨ªa sobre la que se sostiene este pa¨ªs. Este pa¨ªs siempre se present¨® ante el mundo entero como el ¨²nico pa¨ªs en el que todo va bien entre blancos y negros. Y mismo los negros fuera de este pa¨ªs se lo cre¨ªan. Todo el mundo hablaba de Brasil como un milagro, hasta que los negros de aqu¨ª, en d¨¦cadas de combate, al fin rompieron el mito de la democracia racial. Que este mito vuelva ya es imposible. Tendr¨¢n que inventar algo nuevo.
6) Los blancos y la negociaci¨®n del poder
P. ?Qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s de que las m¨¢scaras hayan terminado de caer?
CM. No s¨¦ lo que va a venir... Porque esos son los momentos en los que puede suceder lo mejor o lo peor.
P. ?Y qu¨¦ ser¨ªa lo mejor y qu¨¦ ser¨ªa lo peor?
CM. Lo mejor ser¨ªa una discusi¨®n, dentro de este pa¨ªs, en la que se debata claramente cu¨¢les son los problemas. En la que cada uno diga lo que tiene dentro. En la que cada uno diga lo que tiene que proponer. En la que cada uno diga cu¨¢l es su relaci¨®n con este pa¨ªs. La cuesti¨®n racial se sobrepone a todas las dem¨¢s consideraciones: de sexo, de g¨¦nero, de nacionalidad, de religi¨®n... Estamos llegando a un momento en el que se est¨¢n diciendo estas cosas. Algunas personas ya se dan cuenta de que este es un pa¨ªs en el que la mayor¨ªa es negra y eso funda un p¨¢nico existencial enorme, dentro de esa parte de la poblaci¨®n blanca, en la que la m¨ªstica de la cuesti¨®n racial est¨¢ enraizada, como en Sud¨¢frica. Vi esa misma reacci¨®n en Sud¨¢frica, cuando se empez¨® a hablar de la transferencia de poder. La minor¨ªa blanca nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de s¨ª misma como una minor¨ªa, ni se hab¨ªa visto a s¨ª misma como una minor¨ªa. En el Brasil de los ¨²ltimos 15 a?os, la conciencia de que los blancos son una minor¨ªa, en un pa¨ªs que es en su mayor¨ªa negro, est¨¢ creciendo. Surge entonces un p¨¢nico existencial, que est¨¢ delineado por una consideraci¨®n racial.
¡°El descubrimiento de que los negros son mayor¨ªa en Brasil gener¨® un p¨¢nico existencial en la parte blanca de la sociedad¡±
P. ?Usted cree que hay en Brasil un Apartheid, con la diferencia de que no est¨¢ en la ley?
CM. Aqu¨ª el Apartheid no es jur¨ªdico. Pero est¨¢ en todas partes, en todos los lugares de poder y de decisi¨®n. Solo no consta en las leyes porque, dentro del modelo ib¨¦rico, el Apartheid se basa en un consentimiento social. Los negros saben d¨®nde est¨¢n los espacios de los blancos. Los blancos, a su vez, saben d¨®nde est¨¢n los espacios de los negros. Cada cual, negro y blanco, sabe d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites m¨¢s all¨¢ de los cuales el negro no debe ir. Todo el mundo sabe cu¨¢l es su lugar, y el lugar del blanco es siempre hegem¨®nico. Pero, ahora, por primera vez en la historia de este pa¨ªs, ha llegado el momento de cuestionar eso.
¡°En los pr¨®ximos 15 a?os, la mayor¨ªa negra tendr¨¢ que estar reflejada en todas las instancias de poder¡±
P. Usted dijo que lo mejor que podr¨ªa suceder ser¨ªa una discusi¨®n abierta, donde a las cosas se las llamase por su nombre. ?Y qu¨¦ es lo peor que podr¨ªa suceder?
CM. Lo peor ser¨ªa lo que sucedi¨® en Alemania. El racismo es fascismo. El racismo es nazismo. Solo que estamos acostumbrados a pensar en el nazismo como campos de exterminio. Pero el nazismo no se restringe a los campos de exterminio, este es solo su momento extremo. El exterminio simb¨®lico y f¨ªsico, sin los campos, est¨¢ sucediendo todos los d¨ªas. Y se acepta ese nazismo cotidiano, el nazismo de todos los d¨ªas. Porque la sociedad blanca dominante lo est¨¢ viendo como una respuesta a la ¡°agresi¨®n¡± de los negros, que est¨¢n llegando cada vez m¨¢s cerca de aquello que no deben tener, que es el poder. Ya existe la idea, dentro de la naci¨®n, de que tarde o temprano los blancos tendr¨¢n que negociar aqu¨ª el poder pol¨ªtico y econ¨®mico, tal como lo negociaron en Sud¨¢frica. Tarde o temprano eso va a suceder. En los pr¨®ximos 15 a?os, seguro, la mayor¨ªa negra tendr¨¢ que estar reflejada en todas las instancias del poder pol¨ªtico. Nunca el blanco de este pa¨ªs pens¨® en t¨¦rminos de negociaci¨®n racial. ?Con qui¨¦n ir¨ªa a negociar? ?Y por qu¨¦? Ahora, por primera vez, esa idea est¨¢ entrando, simb¨®licamente, en las cabezas, porque existe una contestaci¨®n negra. A veces aflora como una protesta por algo que est¨¢ sucediendo en la televisi¨®n, en la que los negros dicen: ¡°No queremos eso¡±. Y en la que los blancos dicen: ¡°?Qu¨¦ derecho tienen ellos a decir lo que quieren o no quieren? Es solo televisi¨®n...¡± Pero los negros dicen que no quieren ese tipo de ocio. Y entonces los blancos dicen que es fascismo de los negros. Esto demuestra que hay un momento de confrontaci¨®n obvio. Visual. Los extranjeros ven eso con m¨¢s facilidad que los brasile?os. Llegan aqu¨ª y ven que la tensi¨®n es cada vez mayor. El Brasil de hoy ya no es el Brasil de hace 15 a?os.
P. Usted dice que no le gusta el concepto de tolerancia. ?Por qu¨¦?
CM. La palabra tolerancia transmite rechazo. Y transmite imposici¨®n de todo un modo que determina aquel que dice tolerar. Voy a tolerar, pero el modo bueno es el m¨ªo. Para m¨ª, lo importante es el comercio con el diferente. Esa espiritualidad, que no tiene nada que ver con la religi¨®n, que es sentir la conexi¨®n con todos los dem¨¢s que no conozco. Quiero conocer y tener una relaci¨®n con el diferente, como diferente. Quiero poder formar parte de su mundo tambi¨¦n. En la medida en que pueda. Y quererlo tambi¨¦n en mi mundo. En la medida en que ¨¦l tambi¨¦n pueda. Es muy arrogante decir eso de tolerar. Cuando alguien dice, aqu¨ª en Brasil, que tolera a los negros, que no tiene nada contra los negros, uno ya sabe que quien est¨¢ hablando es racista. Y ha llegado el momento de rasgar esas m¨¢scaras. Diga usted, entonces, francamente, que no le gustan los negros, que cree que son sucios, que huelen mal, que son peligrosos, que hay que cortarlos y castrarlos, tambi¨¦n intelectualmente. Los negros son una amenaza para el mundo occidental, especialmente para Brasil. Y Brasil se elige a s¨ª mismo como parte del mundo occidental. Los blancos de este pa¨ªs se consideran representantes tropicales del mundo occidental. As¨ª que sus reacciones son las reacciones del mundo occidental. Y el mundo occidental se considera hoy invadido por los negros y por los ¨¢rabes. En la Alemania nazi, se convirti¨® a los jud¨ªos en negros. Y, cada vez que conviertes a un grupo blanco en negro, tienes que subir el espacio del grupo blanco a otro nivel, por eso Hitler cambi¨® a ario. Ahora est¨¢n convirtiendo a los ¨¢rabes en negros, entonces tienen que cambiar la dimensi¨®n blanca a otra dimensi¨®n, la suprablanca. Porque los ¨¢rabes son blancos en sus pa¨ªses. Y los blancos aqu¨ª en Brasil consideran que est¨¢n siendo invadidos por los negros.
P. ?C¨®mo est¨¢ produci¨¦ndose ese proceso de ¡°m¨¢s blanco¡± en Brasil?
CM. Ahora est¨¢ habiendo un problema aqu¨ª en Brasil. En la medida en que los negros que tienen la piel clara comienzan a decir que son negros, ya empiezan a acercarse demasiado. As¨ª que los blancos tienen que cambiar de categor¨ªa. Tomemos (la cantante) Fabiana Cozza (una de las amigas que hospedaron a Moore en S?o Paulo), por ejemplo, que insiste en que la reconozcan como negra, y quiere hacer valer su negritud. Al adoptar esta actitud, est¨¢ subvirtiendo el sistema. Y esto est¨¢ sucediendo cada vez m¨¢s. Solo que este sistema se cre¨® exactamente para lo contrario. Para que cada vez que un negro tuviese la piel m¨¢s clara, reforzase el sistema de la blancura en este pa¨ªs. Ahora estamos viendo un desplazamiento de la categor¨ªa ¡®blanco¡¯, o sea, de la blancura, a un nivel superior de barbarie. Eso es lo que estamos viendo en estos momentos: un desplazamiento de la blancura en este pa¨ªs. Porque el negro est¨¢ llegando demasiado cerca. El esquema raciol¨®gico brasile?o est¨¢ rompi¨¦ndose y creando una profunda angustia dentro de esa sociedad blanca. Esta angustia est¨¢ expres¨¢ndose de muchas formas.
¡°Los blancos van a tener que negociar el poder en Brasil, como sucedi¨® en Sud¨¢frica. Ya no hay como ¡®blanquear¡¯ m¨¢s el pa¨ªs¡±
P. ?Cu¨¢l debe ser el papel de un blanco en el Brasil de hoy, en lo que se refiere al racismo?
CM. Brasil es un lugar muy particular, en lo que se refiere a las relaciones raciales. Particular no por las razones que los blancos argumentan, diciendo que las cosas suceden de una manera diferente al resto del mundo. No. Aqu¨ª, las cosas suceden como lo hacen en todas las dem¨¢s partes del mundo. La opresi¨®n del negro es brutal, es severa, es terrible. Aqu¨ª se ha confinado al negro a los peores lugares, en el imaginario, en el espacio f¨ªsico, en todos los espacios. Pero Brasil ocupa un lugar muy particular en el sentido de que este es el lugar donde los negros son la mayor¨ªa. Y eso quiere decir que los blancos no van a cambiar de pa¨ªs. Los blancos de Sud¨¢frica no cambiaron de pa¨ªs. Tuvieron que pactar. Y los blancos de Brasil tendr¨¢n que pactar con la mayor¨ªa negra de aqu¨ª. Porque es una mayor¨ªa negra que constituye cada vez m¨¢s una mayor¨ªa. Y este proceso ya no se puede revertir, porque ya no hay la posibilidad de una inmigraci¨®n blanca a este pa¨ªs. Se acab¨® cualquier posibilidad de una inmigraci¨®n europea hacia aqu¨ª. As¨ª que los blancos y los negros est¨¢n aqu¨ª en una competici¨®n demogr¨¢fica, y los blancos ya la han perdido. Los negros han vuelto a ser mayor¨ªa en este pa¨ªs. Como eran mayor¨ªa al fin de la esclavitud. Despu¨¦s de la abolici¨®n, los blancos manejaron esa realidad mediante la importaci¨®n de millones de europeos. Les daban todas las ventajas y privilegios a esos europeos, para que se asentasen aqu¨ª y, al mismo tiempo, expulsasen a los negros de todas las ¨¢reas de la vida civil, esperando que se extinguiesen. Porque el plan era ese, era eug¨¦nico. Y los blancos pobres iban mestizando a las mujeres negras, para llegar a una poblaci¨®n de piel clara, que pudiese ser considerada como blanca, para reconstituir la mayor¨ªa blanca en el pa¨ªs. Ahora bien, esa mayor¨ªa negra, que va a constituir cada vez m¨¢s una mayor¨ªa, es cada vez m¨¢s consciente de su negritud, de sus derechos, y consciente del hecho de que tiene que gobernar este pa¨ªs. Tarde o temprano, habr¨¢ que negociar.
P. ?Y sobre qu¨¦ bases se producir¨¢ esa negociaci¨®n?
CM. Es una negociaci¨®n en torno a qu¨¦ tipo de pa¨ªs queremos. Es una conversaci¨®n profunda. No se trata simplemente de aquella conversaci¨®n sobre el capitalismo. Hay que salir de una conversaci¨®n sobre el capitalismo, el socialismo, que era aquella polarizaci¨®n que ten¨ªamos hasta ahora y que se basaba en el ¡°queremos el comunismo o queremos el capitalismo¡±. Ahora no. La conversaci¨®n es sobre qu¨¦ tipo de pa¨ªs queremos. Ahora es cuando esa conversaci¨®n ha comenzado de verdad en Brasil. Qu¨¦ tipo de pa¨ªs nos va a permitir vivir de una manera correcta, aqu¨ª, con todos los recursos naturales que tenemos. Creo que este es un pa¨ªs que re¨²ne muchas condiciones para que se llegue a un di¨¢logo. Y solo se llega a ese di¨¢logo por medio de una confrontaci¨®n en la que las m¨¢scaras caigan y los negros expresen lo que ellos desean que este pa¨ªs sea.
¡°Para una parte de los blancos, descubrirse como opresores es un gran problema. Esos blancos ¨¦ticos ser¨¢n una reserva moral importante¡±
P. ?Y cu¨¢l ser¨ªa el papel ¨¦tico de un blanco en este momento?
CM. Esta situaci¨®n ya est¨¢ teniendo un impacto en las conciencias de algunos blancos, que est¨¢n comenzando a darse cuenta de que este mundo en el que est¨¢n viviendo no es aquel mundo en el que pensaban que viv¨ªan. Est¨¢n viviendo, de hecho, en un mundo que es un horror para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. As¨ª que, en estas circunstancias, tendr¨¢ que haber una convergencia entre dos tipos de conciencias: una conciencia surgida de las exigencias ¨¦ticas, de una parte de la poblaci¨®n blanca, que se encuentra en contradicci¨®n consigo misma, en lo individual, y otra conciencia de la parte restante que no tiene esa exigencia ¨¦tica. Tener una visi¨®n de s¨ª mismo forma parte del ser humano. Cuando ciertos blancos descubren que forman parte de un bando de opresores, para ellos es un gran problema. Pero, para muchos, eso no va a tener ninguna importancia, porque los privilegios son tan grandes que no constituye un problema. He visto este problema hacerse cada vez mayor para los blancos de este pa¨ªs que se encuentran en contradicci¨®n ¨¦tica consigo mismos. As¨ª que creo que esta situaci¨®n va a crecer. Si yo no hubiera visto este proceso ocurrir en otros lugares, no pod¨ªa manifestarme con la confianza con la que me estoy manifestando ahora. No voy a decir que los blancos van a cambiar, digo que ciertos blancos van a cambiar. Y que ellos constituir¨¢n una reserva moral importante en este pa¨ªs.
7) Las dos ?fricas: la m¨ªtica y la real
P. Hay esa dimensi¨®n m¨ªtica de ?frica como origen. Pero, cuando se trata de ?frica, son varias ?fricas. ?Cu¨¢l fue su encuentro ¡ªo su enfrentamiento¡ª al andar por tantas de ellas?
CM. Cuando salgo de Cuba, voy a Egipto, pero ah¨ª no encuentro ?frica, encuentro el mundo ¨¢rabe. Vivo un a?o en Egipto, dentro del mundo ¨¢rabe. Llego al ?frica real cuando voy a Nigeria por primera vez. Y all¨¢ me encuentro con un ?frica terrible. Un ?frica de dirigentes completamente c¨ªnicos, corruptos, mercenarios, asesinos. Es un choque muy grande. Porque hasta entonces mi l¨®gica era la del enfrentamiento con el mundo blanco. Y all¨¢ era el enfrentamiento con el mundo blanco, a¨²n, pero a trav¨¦s de aquella cosa de (Frantz) Fanon: ¡°Piel negra, m¨¢scaras blancas¡±. Aquellas clases dirigentes totalmente occidentalizadas estaban oprimiendo al pueblo. Resolv¨ª este conflicto uni¨¦ndome al ?frica de la resistencia. Si yo no hubiese abrazado de inmediato la causa popular en ?frica, me habr¨ªa sentido totalmente destruido. Me habr¨ªa convertido en un c¨ªnico total.
¡°Inventamos un ?frica m¨ªtica para resistir durante 400 a?os en un sistema que dec¨ªa que no ¨¦ramos humanos¡±
P. ?Qu¨¦ papel ocup¨® esa ?frica m¨ªtica en la resistencia de los negros a lo largo de la historia?
CM. Tuvimos que inventar un ?frica m¨ªtica para resistir durante 400 a?os. No fue f¨¢cil atravesar 400 a?os sin ninguna referencia positiva acerca de ti, de la raza negra. Tuvimos que inventar un ?frica que sirviese como apoyo moral y espiritual. Un ?frica que nos dijese, que nos informase constantemente de que ¨¦ramos seres humanos, viviendo 400 a?os en un sistema que nos dec¨ªa que no ¨¦ramos humanos. En el que el blanco era el ¨²nico que constitu¨ªa una referencia de lo que es humano, de lo que es bello, de lo que es bueno, de lo que es justo, de lo que es limpio, y uno... apenas suciedad. ?Qui¨¦n resiste a eso? As¨ª que tuvimos que inventar un ?frica que mantuvimos en secreto, como las religiones. Las religiones tambi¨¦n tuvieron ese papel de darnos esas referencias, de que no ¨¦ramos suciedad... basura.
P. ?Y el ?frica real?
CM. Hoy en d¨ªa, necesitamos decir: ¡°A¨²n necesitamos ese mundo m¨ªtico. Pero ahora, tenemos que mirar hacia el mundo real. El ?frica de hoy es esta. Donde a los pueblos los est¨¢n masacrando esos canallas. Millonarios, mercenarios y totalmente vendidos al extranjero. Y las guerras civiles son por eso¡±. As¨ª que hab¨ªa que hacer las dos cosas: abrazar el ?frica m¨ªtica para desmitificar esa ?frica cruel. Tener fuerzas para llegar hasta aqu¨ª, para luego tener fuerzas para afrontar la realidad de hoy. Hoy me siento muy c¨®modo. Voy a ?frica con frecuencia, pero s¨¦ cu¨¢l es mi lugar. No voy all¨¢ a confraternizar con las ¨¦lites africanas. Las ¨¦lites africanas son ¨¦lites enemigas. Voy all¨¢ para hacer algo muy preciso. S¨¦ d¨®nde est¨¢ mi l¨ªnea de demarcaci¨®n.
8) Conclusiones del exilio: donde lo humano es real
P. Cuando leemos su autobiograf¨ªa, parece que son tantas vidas en una sola. En las ¨²ltimas p¨¢ginas del libro, usted escribe: ¡°Fue una historia casi inveros¨ªmil¡±. Y los acontecimientos y las personas involucradas son tantos que podemos llegar a tener esa impresi¨®n. ?Por qu¨¦ los lectores deben creer la historia que usted cuenta?
CM. No, ellos no deben creerla. En primer lugar, no trato de convencer a nadie. El libro fue escrito simplemente porque alguien me llev¨® a escribirlo, alguien me dijo: ¡°Tienes que contar eso que sucedi¨®¡±. Y comenc¨¦ a contar lo que sucedi¨®. Eso fue lo que pas¨®. Y si el Gobierno Cubano tiene pruebas de que eso no haya sucedido, que las presente. Y si otras personas tienen pruebas de que eso no haya sucedido, que las presenten tambi¨¦n. Pero, que yo sepa, esa fue la experiencia que tuve. Eso fue lo que le pas¨® a mi madre, a mi padre, el modo como crec¨ª, el modo como me rebel¨¦, la forma en que me fui a los Estados Unidos y la manera en que un d¨ªa una mujer lleg¨® y me cambi¨® toda la vida. Y as¨ª como fue lo cuento... lo estoy contando. Yo podr¨ªa haber cambiado mi historia muchas veces. El r¨¦gimen cubano me dio muchas posibilidades de entrar. Mi hermano se fue a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se gradu¨® ingeniero, regres¨® a Cuba y entr¨® en el Partido Comunista. Todos mis hermanos y hermanas est¨¢n dentro del sistema. Pero yo opt¨¦ por una vida de resistencia, porque era lo que sent¨ªa. Y eso dio en lo que dio.
P. Y cuando usted mira hacia esa vida tan inmensa, ?qu¨¦ ve?
CM. Yo no cambiar¨ªa mi vida. Cuando uno est¨¢ sintiendo la presi¨®n y el dolor, quiere que esa presi¨®n y ese dolor cesen. Pero las oportunidades que yo ten¨ªa de hacerlos cesar no eran dignas. As¨ª que me negu¨¦ a tomar esas v¨ªas. Pero tuve mil oportunidades de ser un chivato, de satisfacer a la Inteligencia Francesa, que me estaba interrogando continuamente. Me expulsaron de varios pa¨ªses, pero podr¨ªa haberme acomodado. Podr¨ªa haber cambiado el desenlace de mi historia much¨ªsimas veces. Pero uno no est¨¢ haciendo una historia. Est¨¢ viviendo una vida.
¡°Uno no est¨¢ haciendo una historia. Est¨¢ viviendo una vida¡±
P. ?Y cu¨¢l es la diferencia?
CM. La vida es todos los d¨ªas y es una vida de opciones. Ahora mismo tengo opciones ante m¨ª. Por ejemplo, podr¨ªa callarme aqu¨ª en Brasil. Lo m¨¢s prudente ser¨ªa callarme aqu¨ª en Brasil. Porque pueden echarme de Brasil en 24 horas. Denuncio el racismo aqu¨ª desde hace 15 a?os y ciertos hasta podr¨ªan acusarme de interferir en la vida dom¨¦stica del pa¨ªs. Es una opci¨®n. Podr¨ªa optar por no hacer eso. Sencillamente, por vivir tranquilo en Brasil. En ning¨²n momento la polic¨ªa vino a mi casa a decirme qu¨¦ hacer o qu¨¦ no hacer. En ning¨²n momento el Gobierno Brasile?o interfiri¨® en la vida de mi familia. Entonces, ?por qu¨¦ voy a denunciar, meterme en una situaci¨®n en la que pongo mi propia paz en riesgo? Porque mi opci¨®n es mantenerme fiel a esta vida que tengo hasta ahora. Porque es la ¨²nica cosa que me da paz. Si hago cualquier otra cosa, no me quedo en paz.
¡°No me defino por nacionalidades. Mi lugar es el de vivir de acuerdo con mi ¨¦poca¡±
P. ?Usted se siente exiliado, hoy?
CM. Me sentir¨¦ exiliado siempre. El exilio ya ha dejado de ser para m¨ª algo burocr¨¢tico. Algunas personas cubanas dicen: ¡°?l no es un exiliado porque puede volver a Cuba¡±. Vuelvo a Cuba condicionalmente. Ellos me dicen que no puedo vivir all¨¢, residir all¨¢. Pero esa es una cuesti¨®n burocr¨¢tica. Y ma?ana ellos pueden cambiarla tambi¨¦n. Pero no va a cambiar la manera como me siento. Formo parte de una tribu de humanos que no se sienten bien con ninguno de estos sistemas. Que est¨¢n inc¨®modos con este tipo de mundo en el que estamos viviendo. No me conformo con este Brasil que estoy viendo. Y si ma?ana salgo de Brasil y me voy a Trinidad y Tobago, me voy a Senegal, me voy a Sud¨¢frica, tambi¨¦n me sentir¨¦ inc¨®modo con la situaci¨®n de esos pa¨ªses. Me sentir¨¦ inc¨®modo en Uganda, como me sentir¨¦ inc¨®modo en cualquiera de esos lugares. As¨ª que pienso que mi verdadero lugar es vivir conforme a mi ¨¦poca. Y mi ¨¦poca es la de afirmar ciertas cosas que deber¨ªan ser evidentes, pero que no lo son tanto. Afirmar que hay posibilidades de que la sociedad pueda funcionar de otro modo. Mi ¨¦poca es la de decir ¡°no¡±. La de resistir.
P. Usted afirm¨® que lo m¨¢s importante es vivir de acuerdo con su ¨¦poca. ?Qu¨¦ significa eso hoy en d¨ªa?
CM. Mi esperanza se funda en lo posible. Creo que es posible que el hombre y la mujer lleguen a entender que la opresi¨®n que el hombre ha creado es totalmente contraproducente. No creo que el masculinismo, el machismo y el sexismo sean situaciones que no puedan extirparse de nuestra experiencia humana. Creo que es posible que negros y blancos puedan verse de otra manera. Creo que es posible parar las guerras, esas guerras sin sentido. No estoy diciendo que tenga una soluci¨®n, eso ser¨ªa diferente. Pero creo que es posible sobreponerse a todos los conflictos, que son conflictos religiosos, en torno a cosas que nosotros creamos, porque los dioses fueron creados por nosotros, totalmente creados por nosotros. No es el momento de afiliarme a una facci¨®n o a otra facci¨®n. Mi momento es el momento de las posibilidades.
P. Usted dijo que, en su infancia, no sab¨ªa qui¨¦n era. Hoy en d¨ªa, ?lo sabe?
CM. S¨ª, lo s¨¦ perfectamente.
P. ?Y qui¨¦n es usted?
CM. Soy un negro, que naci¨® en Cuba, pero que super¨® su cubanidad. Cuba ya no es la ¨²nica referencia para m¨ª. Es la referencia de donde nac¨ª, de donde est¨¢ enterrada toda mi infancia, todo aquello que me form¨®, pero Cuba no es el lugar que conforma mi ser, mi identidad hoy en d¨ªa. Mi identidad atraviesa fronteras, atraviesa muchas culturas, es algo mucho m¨¢s flexible. Me siento muy bien donde quiera que est¨¦. Me reinvento donde est¨¦ viviendo, porque fundo una familia de amigos. As¨ª que no tengo esa angustia con la que viven los cubanos que est¨¢n en el exterior, de volver a Cuba. Estoy en Brasil, vivo el momento de Brasil, vivo los problemas de Brasil. Y, cuando me vaya de Brasil, har¨¦ exactamente lo mismo. Cuando estaba en Nigeria, En Senegal, tambi¨¦n me involucrar¨¦ en la lucha pol¨ªtica de esos pa¨ªses. Dondequiera que vaya, me involucro en las luchas de aquel momento. No quiero estar inmerso en una nostalgia permanente. Los cubanos que viven fuera de Cuba siempre muestran esa nostalgia del pa¨ªs: solo quieren escuchar m¨²sica cubana, comer comida cubana... La referencia de mi vida es mucho mayor que Cuba, mucho mayor que Brasil, mucho mayor que cualquier pa¨ªs. Un pa¨ªs, por si solo, nunca podr¨ªa concentrar la referencia de lo que es mi vida, de lo que es mi identidad.
P. ?Y cu¨¢l es la referencia de su identidad?
CM. Aquello que me hace sentirme bien. Como dije antes, es estar de acuerdo con mi ¨¦poca. As¨ª que todo aquello que perturba esa forma de vivir entra en conflicto conmigo de un modo inmediato y profundo. Por eso no necesito definiciones ideol¨®gicas. La gente me pregunta: ¡°?Pero eres de izquierda o de derecha?" Constantemente me piden que me defina en t¨¦rminos de derecha o de izquierda. Esas distinciones yo las conoc¨ªa antes, me defin¨ªa de ese modo. Pero ?d¨®nde est¨¢ la l¨ªnea de demarcaci¨®n entre la izquierda y la derecha? Vemos a veces a derechistas comport¨¢ndose como izquierdistas en la cuesti¨®n racial. Y a izquierdistas comport¨¢ndose como derechistas, cuando se trata de esa misma cuesti¨®n. Yo conozco a izquierdistas que son homof¨®bicos. Conozco a derechistas que son homof¨®bicos. Los izquierdistas y los derechistas se encuentran en tantos puntos... Lo que estoy diciendo es que lo m¨¢s importante para m¨ª es la l¨ªnea de divisi¨®n ¨¦tica, ciertas cosas en mi vida que considero inviolables.
P. Que son...
CM. Me refiero a la necesidad de la diferencia. Repito eso constantemente. Porque, para m¨ª, eso es lo m¨¢s importante. A partir del momento en el que no se respeta la diferencia, tengo que entrar en guerra. Por eso entro en guerra con el mestizaje. Porque est¨¢ diciendo que no tengo el derecho a tener el fenotipo que tengo, de tener el pelo crespo que tengo y de ser respetado tal como soy. Que tengo que tener el pelo diferente, alisado, que no tengo que tener la piel negra, que mis hijos tienen que ser cada vez m¨¢s blancos para que se les respete dentro de la sociedad. Y yo digo que no. Digo que no, en absoluto. No me rindo a eso. Mis hijos tienen que ser respetados tal y como nacen, con la piel negra, con el pelo crespo, con los labios gruesos, con la nariz de la forma que la tengan. Tienen que ser respetados de la manera que son. As¨ª que esa es la l¨ªnea de demarcaci¨®n m¨¢s fina en mi vida. Es la que define pr¨¢cticamente todas las opciones que hago en la vida.
¡°Me he encontrado: puedo mirar todas las diferencias y no sentirme amenazado por ninguna de ellas¡±
P. ?El respeto a la diferencia?
CM. Absolutamente. El hecho de haber sido proscrito de Cuba durante 34 a?os me hizo comprender que la nacionalidad es un juego, es una broma. Que las fronteras son cosas totalmente artificiales, que se erigieron y se convirtieron en realidades sacrosantas. Y que esas fronteras no eran nada, porque en cada frontera por la que pasaba me paraban, yo era un sospechoso. Entr¨¦ en una tribu de sospechosos. Me di cuenta de que toda esa fuerza emocional de ser cubano, de ser brasile?o, de ser estadounidense, se basaba en puros mitos que los seres humanos hab¨ªan erigido como una forma de movilizarse contra otros seres humanos. Yo viajaba con un documento de las Naciones Unidas, pasaba mucho tiempo en cada frontera, esperando a que pudiesen reconocer que ese documento era aut¨¦ntico. Eso me dejaba mucho tiempo para reflexionar sobre la condici¨®n humana. A lo largo de los a?os, aquellas categor¨ªas de definici¨®n de separaci¨®n fueron cayendo, una a una. La religi¨®n, la nacionalidad, la casta, la clase social... Seg¨²n iban cayendo, tuve que buscar cu¨¢l era el sustituto real. No el sustituto ideol¨®gico, sino d¨®nde se encontraba el momento cr¨ªtico del ser humano, fuese el que fuese. ?D¨®nde un ser humano era real? Llegu¨¦ a este punto en el que estoy, en el que me identifico y me siento bien. Creo que me he encontrado. Me gusta qui¨¦n soy. Creo que me he encontrado en la vida, me he encontrado en el universo, en el sentido m¨¢s amplio. Me he encontrado en aquel espacio en el que me siento bien, que es este espacio en el que puedo mirar todas las diferencias, todas ellas, y no sentirme amenazado por ellas. No me siento amenazado por ninguna diferencia.
P. ?Y d¨®nde un ser humano es real?
CM. Nosotros pertenecemos a una especie. Sin embargo, no tenemos conciencia de ello. Tenemos la conciencia de las definiciones ideol¨®gicas, pero la conciencia de la especie no existe. Ser humano implica cierta solidaridad y, para m¨ª, la solidaridad es un deber. El deber de mirar a otro ser humano que est¨¢ siendo aplastado, excluido, que est¨¢ sufriendo discriminaci¨®n, y colocarse a su lado. En nombre de esta especie. Formamos todos parte de esta especie, amenazada, incluso, a causa de todo lo que nosotros mismos hacemos. Cuando oigo a Obama decir que el principal problema que tenemos no es el terrorismo, sino el cambio clim¨¢tico, entonces ¨¦l toca algo en m¨ª que yo alcanc¨¦ a duras penas, despu¨¦s de 34 a?os de rechazos en todos los sentidos. Tenemos que ser solidarios entre nosotros, tenemos que llegar a un acuerdo. Para defender la existencia aqu¨ª, sobre la Tierra. Si vamos a continuar existiendo, o no, es, a final de cuentas, lo m¨¢s importante. Lo m¨¢s importante de todo es eso: sentir solidaridad por gente que nunca vas a conocer, por personas que a¨²n est¨¢n por venir y con las que no vas a encontrarte. Y a los que tenemos que dejarles, como legado, una Tierra habitable.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos y de la novela Uma duas. Sitio web:desacontecimentos.com. Email: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: brumelianebrum.
Traducci¨®n: ?scar Curros.
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