Carta abierta a la presidenta Michelle Bachelet
El pol¨ªtico y economista Diego Arria escribe sobre el silencio de los l¨ªderes de Am¨¦rica Latina en el caso de Leopoldo L¨®pez
Do?a Michelle Bachelet Jeria
Presidenta de Chile
Palacio de La Moneda
Santiago
Distinguida Presidenta Bachelet:
He le¨ªdo sus palabras pronunciadas en el acto "Asilo y Refugio 1973-1990" de homenaje a representantes de la comunidad internacional que refugiaron a sus compatriotas, y a otros que le dieron asilo y tuvieron el coraje de proteger a perseguidos durante la dictadura militar. Las pronuncia en v¨ªsperas de una fecha que usted dice ¡°Parti¨® la historia de Chile en dos y dej¨® una larga secuela de dolor y desencuentro¡±.
Sus palabras de hoy como presidenta de Chile, y con el sentimiento de ayer como exiliada son hermosas y relevantes: ¡°Cuando m¨¢s fue necesario, cuando hubo quienes no quisieron ver lo que ocurr¨ªa, ustedes, tejieron una trama de solidaridad sin la cual el dolor hubiera sido mayor y las heridas hubieran tardado mucho m¨¢s en sanar¡±.
Por consideraciones similares he tenido el privilegio de encontrarme entre personas honradas por Chile. En Noviembre de 1996, el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle me otorg¨® la m¨¢xima distinci¨®n que puede recibir un ciudadano no chileno: la Orden de Bernardo O'Higgins en el Grado de Gran Cruz. Podr¨¢ usted imaginarse cu¨¢n honrado me sent¨ª por el reconocimiento tan generoso a actos absolutamente desvinculados a consideraciones de afinidad pol¨ªtica o partidista sino estrictamente en la defensa de los derechos humanos.
Efectivamente, en Julio de 1975 cuando me desempe?aba como Gobernador de Caracas, acud¨ª al llamado de la familia de mi fraternal amigo Orlando Letelier, excanciller y exministro de la Defensa del Presidente Allende, quien se encontraba recluido en la infame Isla de Dawson con otros de sus compa?eros de gobierno.
Fui a Santiago en una gesti¨®n personal para reunirme con el General Pinochet y con su canciller Patricio Carvajal, con el afortunado resultado que esa noche me hicieron entrega en nuestra embajada en Santiago de Orlando, primer preso pol¨ªtico liberado de Dawson, con quien al d¨ªa siguiente regres¨¦ a Caracas. All¨ª estuvo como asesor de mi despacho hasta su partida a Washington DC, donde como conocemos fue vilmente asesinado. Con la anuencia del presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez de inmediato hicimos su traslado y el de su familia a Caracas donde en un acto en el Palacio Municipal presidido por el presidente y todo nuestro gabinete se le rindi¨® homenaje a un h¨¦roe de la resistencia chilena. Sus restos permanecieron en mi pa¨ªs hasta el retorno de la democracia en Chile.
Se?ora Presidenta: No crea que la posici¨®n adoptada por el Presidente P¨¦rez con respecto a la dictadura de Pinochet y sobre los chilenos perseguidos era porque no conoc¨ªa y no practicaba la diplomacia sino porque no la entend¨ªa como una oportunidad para el acomodo sino como un medio de defensa de principios y derechos, muy en especial los consagrados en materia de derechos humanos. Tal posici¨®n nos permiti¨® serles ¨²til al rescate de la libertades en su pa¨ªs. Al igual que en otros pa¨ªses de la regi¨®n.
Tuve igualmente la oportunidad de poder contar con los valiosos servicios de Arturo Gir¨®n, exministro de Salud, de Dar¨ªo Pavez, exgerente general de CORFO, de Patricio Huidobro, ex vicecanciller, de Jos¨¦ Jorquera, exjefe de prensa del presidente Allende y de otros chilenos m¨¢s. Mi pa¨ªs se enriqueci¨® con la presencia y la colaboraci¨®n de sus distinguidos compatriotas. Todos ellos, menos Huidobro, compa?eros socialistas suyos.
Permanecer en silencio ante la tragedia de nuestro pa¨ªs solo puede considerarse como un acomodo amoral
Usted concluy¨® el acto destacando que hoy Chile es diferente y se construye desde los pilares de los derechos humanos y que al volver a mirar su historia, se reencuentran ¡°con la fuerza del deber ¨¦tico, esa capacidad de muchos seres humanos de vencer miedos y de aportar dignidad justo en los momentos en que la esperanza es golpeada¡±. No sabe cu¨¢nto he meditado sobre estas palabras suyas en v¨ªsperas de una fecha que como usted dijo ¡°parti¨® la historia de Chile en dos y dej¨® una larga secuela de dolor y desencuentro¡±.
En Venezuela vamos ya por los mismos a?os de la dictadura de Pinochet: 16 a?os de un r¨¦gimen brutal y tir¨¢nico que lleva al pa¨ªs al colapso, ha puesto todas sus instituciones a su servicio y ha convertido su democracia en una abominable mascarada. Sin embargo, no hemos tenido la suerte que usted destaca le ocurrio a su pa¨ªs bajo Pinochet, cuando surgieron voces, ¡°que vencieron miedos cuando m¨¢s fue necesario, y que cuando hubo quienes no quisieron ver lo que ocurr¨ªa ... tejieron una trama de solidaridad sin la cual el dolor hubiera sido mayor y las heridas hubieran tardado mucho m¨¢s en sanar¡±.
En nuestro caso, la indiferencia y la ausencia absoluta de solidaridad de los que no quieren ver nuestra tragedia prolonga el dolor y asegura el colapso de nuestra libertad. Usted tiene a su vista el caso de Leopoldo L¨®pez, dirigente y prisionero pol¨ªtico quien acaba de ser linchado por un sistema judicial al servicio del r¨¦gimen. ?Por qu¨¦ no env¨ªa de inmediato a un miembro importante de su gobierno a lograr con Maduro su libertad, como hice yo ante Pinochet para lograr la libertad de Orlando Letelier, quien hab¨ªa sido nada menos que el ¨²ltimo jefe que tuvo Pinochet hasta el d¨ªa del golpe?
Usted dijo algo tambi¨¦n fundamental. Que al mirar a la historia, ustedes se reencuentran con la fuerza del deber ¨¦tico y que eso obliga a construir a su pa¨ªs desde los pilares de los derechos humanos. Con todo respeto me permito decirle que ese Chile s¨®lo ser¨¢ posible construirlo desde aut¨¦nticos pilares de derechos humanos cuando sean realmente ejercidos, no simplemente declarados. Permanecer en silencio ante la tragedia de nuestro pa¨ªs solo puede considerarse como un acomodo amoral. Cu¨¢nta falta distinguida Se?ora Bachelet nos hace que se teja igualmente una trama de solidaridad con nuestra patria. Usted pudiese hacer mucho en ese sentido en nombre de los chilenos que viviendo con nosotros se hicieron parte nuestra.
Para concluir, perm¨ªtame citarle unas palabras que me hizo llegar el distinguido y admirado amigo el Presidente Ricardo Lagos en diciembre de 2010, ocasi¨®n de la muerte en el exilio del Presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, el presidente en ejercicio que m¨¢s amigo fue de las resistencia chilena. Tal vez un d¨ªa el Chile oficial le extienda un reconocimiento:
¡°Carlos Andr¨¦s P¨¦rez jug¨® un rol tan importante en la recuperaci¨®n de la democracia en nuestra regi¨®n, luego de ese per¨ªodo oscuro que fue la d¨¦cada de los 80. Los chilenos tuvimos el privilegio con la mano fraterna de Carlos Andr¨¦s, de saber c¨®mo un duro exilio era un poco m¨¢s dulce. Fue entonces cuando Venezuela se convirti¨® en el asilo contra la opresi¨®n. Como dijera ese otro latinoamericano ejemplar Salvador Allende ¡ªm¨¢s temprano que tarde se abrir¨¢n las grandes alamedas por donde transite el hombre libre¡ª. Estoy cierto que esas alamedas se abrir¨¢n en su patria y ser¨¢ el momento en que los venezolanos y latinoamericanos todos lo acompa?ar¨¢n a su ¨²ltima morada.¡±
Formo parte de los venezolanos que desde distintos gobiernos democr¨¢ticos luchamos por rescatar nuestra libertad y que tenemos autoridad moral para reclamar pues no hay ning¨²n pa¨ªs de la Am¨¦rica Latina donde la Venezuela democr¨¢tica no haya cooperado en la preservaci¨®n y defensa de sus derechos y libertades. Ninguno, Se?ora Presidenta. Ninguno.
Con toda deferencia,
Diego Arria
11 de septiembre 2015
Diego Arria es un pol¨ªtico y economista venezolano, expresidente del Consejo de Seguridad de la ONU y exgobernador de Caracas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.