Arquitectos del no retorno

Dif¨ªcilmente puede echarse para atr¨¢s el proceso de negociaci¨®n del Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, luego de alcanzar el m¨¢s importante acuerdo sobre un tema que se hab¨ªa vuelto el nudo gordiano de la negociaci¨®n: la justicia. Y el modelo acordado es el restaurativo que tiene como columna vertebral a las v¨ªctimas. Lo m¨¢s importante de este acuerdo al que asisti¨® Colombia, 24 horas despu¨¦s de que el Papa Francisco abandonar¨¢ Cuba rumbo a Estados Unidos, es que la guerrilla acept¨® ser juzgada y recibir castigos.

Tema distinto es de qu¨¦ manera ser¨¢n cumplidas las condenas, pues para muchos colombianos y para analistas obsesionados con nuestra realidad solo se pagan los pecados en la c¨¢rcel. Y no es as¨ª. A mayor verdad menor sanci¨®n y eso tiene m¨¢s fondo para cesar una guerra que los barrotes. Lo han dicho las mismas v¨ªctimas que prefieren saber la verdad para sanar; lo han dicho los m¨¢s reconocidos juristas y es que no hay un proceso en ninguna parte del mundo donde no se sacrifique un m¨ªnimo o un m¨¢ximo de justicia entendida como la privaci¨®n de la libertad, que tambi¨¦n la habr¨¢.

La guerrilla reconoce con este acuerdo del 23 de septiembre de 2015 pasadas las 5 de la tarde, su condici¨®n de victimario y acepta pagar por lo hecho contando la verdad y reparando a las v¨ªctimas. Lo pactado no es una venganza: el Estado acepta que sus agentes y otros no combatientes tambi¨¦n tienen responsabilidad en el conflicto, y esto solo pod¨ªa y deb¨ªa pasar previa aceptaci¨®n de quienes utilizaron una causa para disfrazar sus delitos. Ahora s¨ª que quienes en la ropaje de la legalidad y traicionando las banderas profundizaron la guerra que pongan la cara en el tribunal.

El Estado acepta que tiene responsabilidad en el conflicto, y la guerrilla reconoce que ?utiliz¨® una causa para disfrazar sus delitos

No era una cuenta de cobro y bajo el liderazgo de Humberto de la Calle y de la privilegiada mente de juristas como Juan Carlos Henao y Manuel Jos¨¦ Cepeda entre otros, se logr¨® una figura que ahora tiene un reto mayor, ser honrada por los colombianos, esa sociedad polarizada que deber¨¢ entender y prepararse para el no retorno a la guerra. Me refiero a la jurisdicci¨®n especial para la paz, con un tribunal ya aplaudido por Fatou Bensuda, la fiscal de la temida Corte Penal Internacional y el delegado de Estados Unidos Berard Aronson.

Suponiendo que fueran verdad y tan leg¨ªtimos como los mios, y de tantos ciudadanos, los temores del expresidente Alvaro Uribe sobre que las FARC obtuvieran un simple perd¨®n y olvido, el acuerdo lo obliga a una posici¨®n de verdadero colombiano y no de opositor per se a este Gobierno, que no oculta despreciar. Son v¨¢lidas todas sus advertencias, que hicieron abrir los ojos a los riesgos, pero se?or expresidente se ha quedado usted sin discurso y, en cambio, con la responsabilidad de legislar para que se establezca cu¨¢les son los delitos conexos a ser amnistiados. Aqu¨ª estamos hablando de que habr¨¢ amnist¨ªa por sometimiento.

Las sanciones para quienes reconozcan delitos muy graves tendr¨¢n un m¨ªnimo de duraci¨®n de cumplimiento de 5 a?os y un m¨¢ximo de 8 de restricci¨®n efectiva de la libertad, en condiciones especiales. Esos mismos 8 a?os que usted, ?lvaro Uribe, consider¨® suficientes para castigar a los mochacabezas o paramilitares bajo su Gobierno.Y quienes se nieguen a reconocer su responsabilidad por tales delitos y resulten culpables ser¨¢n condenadas a pena de prisi¨®n hasta de 20 a?os, en condiciones ordinarias, a lo que s¨ª le faltaron unos 10 a?os m¨¢s.

La guerrilla pasar¨¢ de la vida armada a la pol¨ªtica al dejar las armas?

El acuerdo garantiza en sus 20 puntos adem¨¢s que el proceso debe terminar en 6 meses y que la guerrilla pasar¨¢ de la vida armada a la pol¨ªtica al dejar las armas para lo cual tendr¨¢n 60 d¨ªas luego de la firma de la paz definitiva.

?Que quedan preguntas y vac¨ªos? S¨ª. Y ese ser¨¢ el reto de los negociadores en los seis meses que restan y de los magistrados de la Corte Suprema en temas tan profundos para respetarnos como sociedad y es definir la l¨ªnea que separa al narcotr¨¢fico del delito pol¨ªtico, una pregunta que le cost¨® la vida a 11 magistrados de ese tribunal y a tantos colombianos enterrados y an¨®nimos en los escombros de las bombas de Pablo Escobar. De esas luchas, de esos h¨¦roes, no podemos olvidarnos. Sobre eso tambi¨¦n se necesita verdad y la ¨²nica forma de honrarla es con clara distinci¨®n. Una cosa es la conexidad para algunos casos y otra convertir a los capos en delincuentes pol¨ªticos.

Para el resto de los colombianos, el reto es responder a una pregunta: ?en qu¨¦ cambia mi vida el d¨ªa despu¨¦s de firmada la paz y c¨®mo le explico a las nuevas generaciones lo que esto significa. Hoy Santos cumple la promesa de volver a las Naciones Unidas a anunciar que en seis meses Colombia firmar¨¢ la paz.

Diana Calder¨®n es directora de Informativos de Caracol Radio y de Hora 20

Twitter @dianacalderonf