La Jungla de Calais, un infierno en la tierra de asilo
Miles de migrantes se hacinan en la costa francesa a la espera de cruzar la Mancha
La Jungla es un agujero negro en el coraz¨®n de Europa. A cinco kil¨®metros del centro de la ciudad portuaria francesa de Calais se sit¨²a este miserable poblado m¨¢s propio de un pa¨ªs devastado por la pobreza y la guerra. Entre 4.000 y 6.000 personas se hacinan en tiendas de tela y pl¨¢sticos sin las condiciones higi¨¦nicas m¨¢s b¨¢sicas y su poblaci¨®n va en aumento. Sirios, eritreos, sudaneses, iraqu¨ªes y afganos llegan a diario con la esperanza de cruzar al Reino Unido por el canal de la Mancha. Un centenar lo logra cada d¨ªa. Trece se han dejado este verano la vida en el intento. ¡°Ya ve c¨®mo nos tratan. ?C¨®mo vamos a pedir asilo en Francia?¡±, dice Jaldun, un joven sirio que acaba de llegar andando con otros tres compatriotas a este infierno en esta tradicional tierra de asilo.
En el centro de Calais (72.000 habitantes) no hay se perciben rastros de inmigrantes. Hay que ir a los confines del municipio, a un maloliente descampado de dunas, para ver el drama de esta pen¨²ltima estaci¨®n en tierras europeas. Ahmed es otro sirio que asegura haber atravesado Europa desde Turqu¨ªa hasta Francia en un cami¨®n en diez d¨ªas. Viajaba junto a otras 119 personas a raz¨®n de 3.000 d¨®lares por cabeza. ¡°Nos sacaban a ratos. A veces cre¨ªamos que nos ¨ªbamos a asfixiar¡±.
La presi¨®n del verano, con 1.500 intentos de cruzar el canal desde Calais, ha disminuido, pero el riesgo que est¨¢n dispuestos a afrontar los inmigrantes y refugiados es cada d¨ªa mayor. Durante la noche del pasado viernes al s¨¢bado 113 lograron entrar en el t¨²nel y recorrer a pie quince kil¨®metros. El tr¨¢fico ferroviario qued¨® suspendido durante horas. Diez de los migrantes sufrieron heridas. Uno de ellos se rompi¨® el tobillo. Es hermano del sudan¨¦s Ibrahim Mohammed, que el domingo buscaba a alguien que le acercara en coche al hospital para verlo.
Escondidos en camiones que entran en los ferris, andando por el t¨²nel siguiendo las v¨ªas y rodeados de cables electrificados o encaramados en los trenes, los migrantes se juegan la vida para llegar al Reino Unido. ¡°Yo voy a lograrlo. En tren, a pie o a nado. Mi mujer y mis hijos ya est¨¢n en Manchester y me voy a reunir con ellos¡±, dice Thaer Ammar mientras come algo de pasta en el suelo, sentado junto a una tienda de campa?a rodeada de detritus. Ofrece amablemente de su plato. Es una costumbre extendida en este lugar. En la noche del lunes, justamente, la polic¨ªa rescat¨® a siete sirios que se hab¨ªan lanzado al agua y pretend¨ªan abordar un barco.
¡°Hay que devolverles a sus pa¨ªses 'manu militari'¡±
¡°Calais es una ciudad literalmente asediada", proclam¨® Marine Le Pen, l¨ªder del ultraderechista Frente Nacional, el viernes pasado en esta villa dentro de su campa?a para las pr¨®ximas elecciones regionales. La regi¨®n Pas-de-Calais es uno de los feudos del FN. Le Pen es siempre cabeza de lista en la zona y aqu¨ª espera obtener buenos resultados. Su discurso es compartido por muchos lugare?os.
El movimiento Calaisianos en c¨®lera es uno de los que protesta contra los inmigrantes. Comparten sus miedos en voz alta. "Bloquean los camiones, ocupan casas vac¨ªas, apedrean coches, no tienen respeto a nada", dice Robert Germain, un t¨¦cnico de 57 a?os que el domingo se manifestaba junto a otros 300 vecinos. "La soluci¨®n es bien sencilla: reenviarlos a sus pa¨ªses, manu militari si es necesario". "Tenemos miedo por nosotros y por nuestros hijos", dice Ganique Joly, portera en un edificio. "Debe saber usted", dice otra mujer a su lado, "que en la Jungla hay traficantes de personas, traficantes de drogas, tiendas, una discoteca y hasta ?un burdel!".
El teniente de alcalde del Ayuntamiento, Emmanuel Agius, de Los Republicanos (la antigua UMP liderada por Sarkozy), asegura, sin embargo, que los inmigrantes no han causado graves altercados en el municipio, aparte de interrumpir una boda en el consistorio. Afirma, al igual que sus conciudadanos, que el turismo y la inversi¨®n se han visto especialmente perjudicados este a?o. La alcaldesa, Natacha Bouchart, ha pedido al Estado 50 millones de euros para paliar las p¨¦rdidas. El Gobierno ha aceptado realizar inversiones por ese mismo valor. Cuando se despide, pide prudencia: ¡°Es peligroso internarse en la Jungla¡±, advierte.
Las zonas para poder cruzar el mar son fortines casi inexpugnables. Unos 25 kil¨®metros de vallas met¨¢licas con concertinas incluidas rodean el puerto a donde llegan los ferris y el eurot¨²nel, a tres kil¨®metros. Las ONG que asisten a los migrantes las llaman ¡°vallas de la verg¨¹enza¡±. Pero la mayor verg¨¹enza est¨¢ en la com¨²nmente denominada Jungla. El poblado, lo m¨¢s parecido a un asentamiento descontrolado en ?frica, tiene un kil¨®metro de largo por medio de ancho.
Una veintena de retretes m¨®viles dan servicio a la ciudad. Sus habitantes se quejan amargamente de ello. Unos cuantos grifos de agua corriente instalados en el exterior les sirven para asearse o llenar sus barre?os. Lo ¨²nico que no les falta es comida, agua y ropa. ONG y asociaciones de ayuda se encargan de ello. La mayor¨ªa son brit¨¢nicas, y no francesas. En el poblado, las tensiones entre grupos de diferente origen o religi¨®n saltan a menudo. El s¨¢bado por la tarde hubo una pelea y entr¨® la polic¨ªa, que vigila el exterior a bordo de dos furgonetas. ¡°La gente duerme mal y vive mal. A veces hay tensi¨®n¡±, admite el sudan¨¦s Abdel Hamid.
Los habitantes del inmundo lugar intentan organizarse. Incluso han construido una destartalada iglesia y una mezquita. Y hasta un taller de bicicletas. Lo que m¨¢s le sobra es basura. Organizaciones como M¨¦dicos Sin Fronteras llevan tiempo reclamando condiciones dignas. ¡°Nos preocupa la higiene de los ni?os¡±, explica Monique Denoeux, de R¨¦veil Voyageur.
El gobierno franc¨¦s ha reaccionado con celeridad a la crisis de los refugiados y ha asegurado que dar¨¢ cobijo a 24.000 en dos a?os. En Calais, sin embargo, hay un casi absoluto abandono despu¨¦s de quince a?os de presi¨®n migratoria en el lugar. Frente a la masiva llegada de inmigrantes que solo salen a cuentagotas hacia Dover a riesgo de sus vidas, Par¨ªs ha instalado junto a la Jungla un centro de d¨ªa, el Jules Ferry, donde se sirven comidas calientes y donde duermen 112 personas (solo mujeres y ni?os).
El Gobierno ha prometido este verano que construir¨¢ un nuevo campamento con 1.500 plazas, pero de momento es solo un proyecto. ¡°El problema es que Francia no quiere a los inmigrantes y refugiados. Los estudios demuestran que la elecci¨®n del Reino Unido viene dada por descarte, que poco a poco van comprendiendo que solo pueden ir all¨ª. Aqu¨ª no se les trata bien¡±, explica Jean-Fran?ois Chaumette, de la organizaci¨®n humanitaria Emaus.
Cuando llega la noche, peque?os grupos de inmigrantes abandonan la Jungla para volver a intentar el salto. Los camiones son un medio posible. Se introducen como pueden en los bajos o entre la carga. ¡°Yo cojo la directa desde Rouen para impedirlo. A un colega se le metieron tres y la multa all¨ª es de 2.000 libras por cabeza¡±, explica el camionero espa?ol Javier G¨®mez, que prev¨¦ m¨¢s movimiento y problemas para la campa?a de navidad. Los hermanos Khaler y Reza Khalife, cristianos de Irak, se disponen a desandar el camino. ¡°La vida aqu¨ª es terrible. Vamos a ver si conseguimos entrar en Alemania¡±.
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