Guatemala entierra a las v¨ªctimas del alud de El Cambray
La descomposici¨®n de los cuerpos dificulta su identificaci¨®n Los sepultureros trabajan jornadas intensivas en el cementerio
Seis d¨ªas despu¨¦s de que un alud de piedras y lodo sepultara la aldea El Cambray II de Santa Catarina Pinula, a 15 kil¨®metros de la capital guatemalteca, la actividad de la poblaci¨®n, que intenta sin mucho ¨¦xito volver a la normalidad, tiene dos epicentros: la ¡®morgue de campa?a¡¯ que las autoridades sanitarias han instalado en las afueras de la poblaci¨®n, y el cementerio, donde una veintena de sepultureros trabajan jornadas de hasta 18 horas para enterrar los cad¨¢veres recuperados, en muchos casos, en un avanzado estado de descomposici¨®n.
En las afueras de la morgue, una veintena de personas aguardan, con una mezcla de impaciencia y dolor, a que les sean entregados los restos de sus familiares. El protocolo establecido obliga a que ning¨²n cuerpo puede ser sepultado sin la identificaci¨®n previa y el certificado de defunci¨®n. Solo entonces pueden ser llevados al cementerio, ya sin pasar por el tanatorio.
Tereso Maldonado, de 19 a?os, est¨¢ devastado. En la tragedia perdi¨® a dos hermanos y un sobrino. Al dolor se suma la desesperaci¨®n: lleva d¨ªas aguardando, sin que los cuerpos le sean devueltos para llevarlos hasta Escuintla, en el sur del pa¨ªs, de donde son originarios. ¡°En esta espera estamos desde el domingo¡±, se lamenta.
El ayuntamiento busca un lugar donde trasladar a la poblaci¨®n
En el cementerio, el jefe de sepultureros, Isa¨ªas Profeta Hern¨¢ndez, cuenta que en los ¨²ltimos tres d¨ªas han inhumado a 58 v¨ªctimas del deslave. ¡°Trabajamos hasta 18 horas diarias. Todav¨ªa hay 60 nichos disponibles en el cementerio municipal y otros tantos en cementerios de aldeas lim¨ªtrofes. Deben ser suficientes, porque muchas de las v¨ªctimas no son originarios de Santa Catarina y la familia se lleva los cuerpos hasta sus pueblos¡±
El temor porque la descomposici¨®n de los cuerpos pueda traducirse en epidemias, es una preocupaci¨®n a?adida para los vecinos. Al respecto, el m¨¦dico Herbert Hern¨¢ndez se?ala que, hasta el momento, tal extremo es poco probable. ¡°En el pueblo est¨¢ todo bajo control. El problema podr¨ªa suscitarse en el ¨¢rea afectada, donde hay muchos cuerpos en descomposici¨®n que no se han podido rescatar¡±.
A pocos metros de la morgue, un grupo de psic¨®logos atiende a ni?os sobrevivientes, a quienes estimulan para que expresen sus sentimientos por medio de dibujos y otros juegos dirigidos. Esto, sin descuidarla atenci¨®n para los mayores. ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil para este grupo es el no saber de sus familiares, lo que los hace mantener la esperanza de encontrarlos con vida. Necesitan una certeza¡±, explica la psic¨®loga Dulce De Le¨®n. ¡°Aunque est¨¦n muertos, necesitan encontrar sus cuerpos¡±, a?ade.
Manuel Pocasangre, portavoz del ayuntamiento, dice que, paralelamente al rescate y atenci¨®n de las v¨ªctimas, se trabaja ya en la soluci¨®n a largo plazo para la poblaci¨®n sobreviviente, que consiste en buscar un lugar a d¨®nde trasladar a la poblaci¨®n. Una refundaci¨®n de la aldea, en una zona segura que, adem¨¢s, ofrezca cercan¨ªa a la capital. ¡°El Cambray II era una ciudad dormitorio¡±, enfatiza.
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