Tentaciones peligrosas
El ¡®populismo penal¡¯ es una tentaci¨®n pol¨ªtica recurrente que ha conducido a veces a cambios normativos esperp¨¦nticos
¡°Las palabras de los pol¨ªticos se las lleva el viento mientras la situaci¨®n de la seguridad empeora¡±, me escrib¨ªa ayer un amigo desde Per¨² acosado por amenazas de la delincuencia. No es casualidad, la inseguridad ciudadana se ha convertido en el principal problema latinoamericano en la percepci¨®n mayoritaria y, por ello, en uno medular en decisiones y definiciones de pol¨ªticas. Con ello aparecen peligrosas tentaciones de respuestas facilistas que no sirven o, peor, que pueden acabar en un resultado peor que el mal que se pretende conjurar.
Hay dos grupos de respuestas. Por un lado, las inmediatistas y ¡°de impacto¡±, que pueden surgir desde el Estado, la pol¨ªtica o la sociedad. Simplistas, ¡°contundentes¡±, sin matices y movi¨¦ndose en una zona gris frente a la legalidad. La t¨ªpica: ¡°pena de muerte¡±, o ¡°Cadena Perpetua. Sin beneficios¡±, como dice el lema de la anticipada campa?a de propaganda en Lima de un candidato que pretende ser elegido presidente en el Per¨² el pr¨®ximo a?o. As¨ª, formulas simplistas, monoconceptuales y, en el fondo, inviables (?cadena perpetua para todos?, ?ninguna idea de reinserci¨®n?) aparecen como receta frente a un problema complejo y multidimensional.
La explicaci¨®n de esas ¡°soluciones¡± es la creencia ¡ªmuchas veces equivocada¡ª de que as¨ª se sintoniza con un sentimiento poblacional que busca respuestas a cualquier precio frente a la inseguridad. Si bien esa no es necesariamente la actitud ciudadana, lo cierto es que el ¡°populismo penal¡± es una tentaci¨®n pol¨ªtica recurrente que tiene muchas veces acogida y ha conducido a veces a cambios normativos esperp¨¦nticos (sin hacer mella en la delincuencia, por lo dem¨¢s).
Al fragor del delito que ocupa circunstancialmente los titulares, el populismo penal suele llevar al aumento dr¨¢stico de penas para ese delito; as¨ª, en ocasiones, el secuestro acaba teniendo una pena m¨¢s grave que el homicidio. O, con la facilista pretensi¨®n de generalizar la cadena perpetua, sin tener en cuenta la realidad de los sistemas penitenciarios, colapsados en la mayor¨ªa de pa¨ªses de la regi¨®n, ni los m¨¢s elementales principios de proporcionalidad de las penas.
La ¡°justicia por mano propia¡±, por su lado, acaba aliment¨¢ndose ¡ªy alimentando tambi¨¦n¡ª del populismo penal. As¨ª, desde castigos f¨ªsicos hasta ajusticiamientos de sospechosos de delitos, se convierten en muchos lugares en atajo violento y moneda corriente que expresa en ocasiones una desesperada reacci¨®n ciudadana frente a la inseguridad y la impunidad de los criminales por la inoperancia del Estado.
Hay otro grupo de respuestas: las institucionales. Son las que tocan en una sociedad democr¨¢tica pero que tampoco resultan prima facie eficaces si el enfoque es simplista. Y menos si las instituciones funcionan mal: polic¨ªas ineficientes en su investigaci¨®n y sistemas judiciales lentos y desconectados del clamor ciudadano. Por eso, depositar la soluci¨®n en una instituci¨®n ¡ªnormalmente, la polic¨ªa¡ª no tiene sentido. Si bien es obvio que una polic¨ªa profesional y eficiente es absolutamente vital, de poco o nada servir¨¢ si no opera en din¨¢mica interacci¨®n y en lenguaje com¨²n con jueces y fiscales, tambi¨¦n profesionales y eficientes. Y todo ello en relaci¨®n con la comunidad organizada, un componente esencial de una estrategia eficiente de seguridad.
El enfrentamiento al crimen puede ser eficaz dentro de la institucionalidad democr¨¢tica. No es una ilusi¨®n. En la ¨²ltima d¨¦cada ha habido varias experiencias interesantes en espacios latinoamericanos en las que, en todos los casos, los ¨¦xitos se explican por la articulaci¨®n eficiente de una polic¨ªa profesionalizada ¡ªlo que no es imposible¡ª con una justicia m¨¢s eficiente ¡ªtampoco imposible¡ª y una comunidad participante. No fue la pena de muerte, el gatillo f¨¢cil ni la justicia por mano propia la que, por ejemplo, creo un clima de mayor seguridad ciudadana en lugares como Medell¨ªn en a?os recientes o logr¨® frenar la expansi¨®n de las maras en Nicaragua. He all¨ª el reto del presente en sociedades que quieren seguir siendo democr¨¢ticas.
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