La OEA tambi¨¦n cambia
En un gambito magistral, Almagro empuja al gobierno de Maduro en su propia trampa
Quienes crecimos bajo la larga sombra de las dictaduras militares ten¨ªamos a la OEA como punto de referencia, un faro de luz durante aquella noche tan oscura. Sab¨ªamos que por ayuda hab¨ªa que acudir a la Comisi¨®n Interamericana. Denuncias, visitas in loco, misiones diplom¨¢ticas, medidas cautelares, la OEA de Alejandro Orfila salvaba vidas. En el tiempo adem¨¢s se convirti¨® en una fuerza democratizadora, una vez que las transiciones de los ochenta estuvieron definidas por la agenda progresista de los Derechos Humanos.
Era un mandato que continu¨® en democracia. Hasta que lleg¨® Insulza, se olvid¨® y se desvirtu¨®. Cual archivo personal, recorro mis propias columnas¡ªtan cr¨ªticas¡ªsobre el papel de la OEA en la crisis venezolana y otros infortunios del degradado sistema interamericano. Muchos de esos abusos han ocurrido bajo gobiernos que se consideran a s¨ª mismos de ¡°izquierda¡±¡ªsubr¨¢yese las comillas¡ªuna izquierda desmemoriada y en la deriva normativa, curiosamente, ayer como v¨ªctima de violaci¨®n de derecho, hoy como perpetrador.
Y ello con un c¨®mplice indispensable: la OEA de Insulza. Recorro su falaz argumento en contra de la intervenci¨®n en Venezuela. Falaz y deliberadamente ambiguo, justificando su prescindencia porque ¡°los tiempos de la intervenci¨®n ya pasaron¡±. Como si la intervenci¨®n reclamada por la sociedad venezolana hubiera sido un golpe o los Marines. Cliente de Ch¨¢vez, ingenuidad cero.
Cuando Mar¨ªa Corina Machado fue inhabilitada su respuesta fue impecable: ¡°En democracia solo el voto inhabilita¡±
As¨ª omiti¨® lo que sabe bien: que la comunidad internacional siempre tiene el deber de intervenir ante las violaciones a los derechos humanos. Ese es el pacto del Nunca M¨¢s de la posguerra. Sin injerencia externa, ¨¦l mismo podr¨ªa no haber llegado jam¨¢s al exilio que salv¨® su vida y preserv¨® su libertad. Insulza representa esa izquierda amn¨¦sica, pero adem¨¢s colmada de hipocres¨ªa.
Por ello fue una OEA c¨®mplice del autoritarismo y como tal desacreditada. Eso hasta ahora, debe reconocerse y aplaudirse, una vez que lleg¨® Luis Almagro a la Secretar¨ªa General. Comenz¨® con la simple memoria del legado hist¨®rico de la organizaci¨®n. ¡°M¨¢s derechos para m¨¢s personas¡±, fue su consigna de campa?a.
Recuper¨® el ADN de la OEA, los Derechos Humanos y la democracia, se?alando que no negociar¨ªa esos principios y que su voz siempre se alzar¨ªa en defensa de dichos valores hemisf¨¦ricos. As¨ª lo hizo, de M¨¦xico a Honduras y de Guatemala a Hait¨ª, entre otros. En relaci¨®n a Venezuela tambi¨¦n tom¨® partido expl¨ªcito por los derechos. Cuando Mar¨ªa Corina Machado fue inhabilitada su respuesta fue impecable: ¡°En democracia solo el voto inhabilita¡±.
Pronto supimos que para el nuevo Secretario General no se trataba solo de alzar la voz sino tambi¨¦n de ponerle el cuerpo a esos conflictos y tomar decisiones consistentes. Le restituy¨® la autonom¨ªa a la CIDH, virtualmente intervenida por Insulza. La consecuencia inmediata fueron los concluyentes informes sobre Derechos Humanos en M¨¦xico, libertad de prensa en Ecuador y la elecci¨®n del 6 de diciembre en Venezuela.
Propuso observar la elecci¨®n en innumerables oportunidades, oferta siempre rechazada por Maduro. Se encontr¨® con Capriles y con la familia de Leopoldo L¨®pez. Viaj¨® personalmente a la frontera entre Colombia y Venezuela por las deportaciones. Y envi¨® importantes misiones a la frontera entre Hait¨ª y la Rep¨²blica Dominicana por una crisis similar.
Esta misma semana, su demoledora carta de 18 p¨¢ginas a la presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela lo pone decididamente del lado de la democracia. Con convicci¨®n, all¨ª enumera todas las arbitrariedades del sistema electoral, concluyendo que no existen las condiciones para una elecci¨®n transparente y justa. El faro de la OEA vuelve a encenderse.
En un gambito magistral, el Secretario General empuja al gobierno de Maduro a caer en su propia trampa. Si no hay transparencia, una victoria oficialista solo puede ser ileg¨ªtima. Esa carta obliga al gobierno a tener que reconocer lo que todos saben: que la oposici¨®n triunfar¨ªa por amplio margen en una elecci¨®n limpia. A pesar del rechazo del gobierno a la misi¨®n de la OEA, Almagro termina haciendo la observaci¨®n por su cuenta, de antemano y por escrito. Ahora, cualquier resultado favorable al r¨¦gimen es fraude.
Es notable esto de la alternancia en el poder. Por s¨ª misma democratiza, un pa¨ªs tanto como un organismo internacional. La coalici¨®n latinoamericana del silencio y la perpetuaci¨®n en el poder aparece debilitada, gastada por el tiempo, v¨ªctima de su propio despotismo. Su fecha de vencimiento se aproxima inexorablemente. Soplan vientos frescos en Am¨¦rica Latina, se respira mejor. La nueva OEA de Almagro tiene mucho que ver en ello.
De sur a norte, desde Buenos Aires hasta la sede de la OEA en Washington, y pasando por Quito, Caracas y Brasilia, la palabra ¡°cambiemos¡± tal vez sea el mejor resumen de estos tiempos. Una ola re-democratizadora se despliega en la regi¨®n.
Twitter @hectorschamis
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