El peronismo lucha casa por casa para no perder el poder
Recorrido con los militantes que llaman puerta a puerta en un barrio del Gran Buenos Aires
El voto es secreto en Argentina, como en todas partes, pero no para Laura L¨®pez. La dirigente local del Frente para la Victoria -la formaci¨®n del peronista Daniel Scioli- en el barrio Obligado de Bella Vista, en San Miguel, a 37 kil¨®metros de carretera de Buenos Aires, tiene un mapa electoral de su zona en la cabeza. Sabe cu¨¢ntos mayores de 16 a?os hay en cada casita baja, algunas muy precarias y con calles de tierra, que recorre a diario. Sabe qui¨¦n vot¨® y qui¨¦n se qued¨® en casa. Y dice saber casi al 100% qui¨¦n apoy¨® a Scioli, qui¨¦n eligi¨® al liberal Mauricio Macri y sobre todo qui¨¦n respaldo al peronista disidente Sergio Massa, el tercero en discordia. Y ¨¦se es su objetivo. Massa qued¨® fuera de la segunda vuelta y sus 5,2 millones de votos deciden las elecciones. El enorme entramado local del peronismo lucha casa por casa para llevarse esos votos de Massa. Es su ¨²nica oportunidad para no perder.
Laura sale a ¡°rastrillar¡± ¨Cliteralmente peinar manzana a manzana- a las 11:00 de la ma?ana con un grupo de ocho compa?eros. La mayor¨ªa son empleados p¨²blicos que se toman el d¨ªa o unas horas para hacer este trabajo. Otros son estudiantes. Pablo Walker, el jefe del grupo, asegura que nadie cobra por hacer esto, que son militantes. Van casa por casa en grupos de dos. Tocan las palmas para llamar, el modo habitual en la periferia. En muchas no hay timbre.
¡°Ac¨¢ la gente no tiene ni tel¨¦fono fijo, por eso los encuestadores no llegan. Ni hay tanto twitter ni Facebook. Pero todo el mundo vio el debate. Y vio a Scioli contando que Macri vot¨® en contra cosas que fueron buenas para la gente. Eso tiene mucho m¨¢s efecto que cualquier encuesta¡±, se anima Laura. Los sondeos dan vencedor a Macri pero ninguno puede detectar esta pelea casa a casa, voto a voto. Los militantes reparten folletos en los que se augura que con Macri bajar¨¢n los salarios y las jubilaciones y habr¨¢ menos trabajo. ¡°A partir del 25 de octubre [la primera vuelta] nos pusimos a hablar con la gente sobre c¨®mo Macri le va a afectar el bolsillo, que le va a subir el pan, la milanesa, la leche¡±, explica Walker. Todos est¨¢n muy descolocados por el resultado y han visto que tambi¨¦n Macri ha ido puerta a puerta, algo que nunca hab¨ªa pasado. La competencia es dura.
Los militantes preguntan a los vecinos c¨®mo ven las elecciones e intentan convencer sin confrontar
Los militantes preguntan casa por casa a qui¨¦n van a votar. Lo hacen de forma suave. Si ven dudas, les hablan de Macri y de c¨®mo afectar¨ªa su victoria al bolsillo, con una gran devaluaci¨®n. ¡°Este pa¨ªs no va a cambiar¡±, le espeta un vecino a una militante, pero despu¨¦s afloja: ¡°Pero a Macri no lo voto, es empresario¡±, les dice. Pablo entra a una zapater¨ªa. Le pregunta al due?o c¨®mo vio el debate televisado. No lo ve decidido. ¡°El peque?o comercio se ve afectado si al laburante le va mal¡±, argumenta Pablo, que despu¨¦s reflexiona con sus compa?eros: ¡°No hay que confrontar porque te bajan la persiana¡±.
Eduardo Zone, tambi¨¦n empleado p¨²blico, es el responsable de este barrio. ¡°El pibe laburante prefiere a Scioli. Tiene algo de piel contra Macri, piensa que lo va a cagar. Quiz¨¢ vot¨® a Massa por la inseguridad y el narcotr¨¢fico, pero ahora piensa en lo laboral y lo econ¨®mico¡±. Eduardo saluda a una anciana de 85 a?os. ¡°Yo no voto m¨¢s. Ya hice todo lo que ten¨ªa que hacer en mi vida. Mis cinco hijos tienen trabajo¡±, dice la vecina. ¡°?Y no le preocupa el futuro de sus hijos y nietos?¡±, pregunta Eduardo. Al finalizar el di¨¢logo, Pablo, su jefe pol¨ªtico, anota d¨®nde vive la se?ora. Despu¨¦s le dir¨¢ a Laura, la que conoce a todos y viene a diario, que pase a tomarse unos mates con la se?ora para convencerla de que vaya a votar.
Eduardo encara a tres barrenderos. ¡°Yo voto a Macri porque quiero un cambio¡±, le dice uno. ¡°S¨ª, Macri va a ganar, gan¨® el debate¡±, sonr¨ªe otro. ¡°?Vos cu¨¢nto gan¨¢s?¡±, le pregunta el militante. ¡°6.500 pesos (670 d¨®lares)¡±, responde. ¡°?Vos crees que Macri te va a subir el salario? Si viene una devaluaci¨®n del 50% van a subir todos los precios, pero el salario no¡±, advierte Eduardo. Los barrenderos le toman el pelo. Finalmente, el primero le dice: ¡°No, yo en realidad voy a votar a Scioli. Con Macri vamos a cagar¡±.
¡°Si viene Macri, se cae todo abajo¡±, le dice a Eduardo una feriante que vende ropa en una plaza. En una pared est¨¢ escrito: ¡°Si vot¨¢s a Macri, te espero en el trueque¡±. As¨ª los peronistas recuerdan c¨®mo en la crisis de 2001 los pobres, sin dinero para comprar nada, iban a los llamados clubes de trueque, ya desaparecidos, para cambiar unas pertenencias por otras o por comida. Toda Argentina est¨¢ llena de pintadas. Las universidades tambi¨¦n. ¡°Para que los cient¨ªficos no vuelvan a lavar platos, vota a Scioli¡±, se ve en la entrada de una de ellas.
Y sin embargo el voto joven es el que m¨¢s preocupa al peronismo, que est¨¢ echando el resto. Hasta la presidenta, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, que llevaba varios d¨ªas en silencio a la vista de que su presencia en la campa?a parece perjudicar a Scioli, reapareci¨® en Twitter para arengar a los j¨®venes contra Macri. ¡°Si sos muy joven y no viviste lo que pas¨® antes de 2003, preguntale a tus padres qu¨¦ pasaba en Argentina de los 80, de los 90, de 2001¡±, escribi¨® la presidenta.
El peronismo est¨¢ echando el resto contra la probable victoria de Macri. Scioli est¨¢ logrando a ¨²ltima hora apoyos inesperados como el del expresidente Eduardo Duhalde, muy cr¨ªtico con el kirchnerismo, o de Felipe Sol¨¢, que fue gobernador peronista de Buenos Aires y ahora est¨¢ con Massa. Indirectamente dijo que votar¨¢ a Scioli. La movilizaci¨®n en la base peronista para frenar a Macri est¨¢ siendo importante y silenciosa. Las divisiones internas siguen siendo el gran problema, pero ahora parecen apartadas para tratar de ganar.
La campa?a negativa contra Macri no tiene efecto en las clases medias y altas, donde incluso se la ha ridiculizado. Pero nadie sabe qu¨¦ efecto real tendr¨¢ en los barrios populares, como el de Obligado, en esa enorme masa de votantes de la periferia de Buenos Aires que fue el granero del peronismo y en la primera vuelta le dio la espalda, al menos en parte. De su recuperaci¨®n o no dependen las elecciones. ¡°Nosotros vamos a seguir casa por casa, en los trenes, en los colectivos (autobuses), con pintadas hasta el viernes a las 7:59, cuando permite la ley. Cada voto cuenta¡±, promete Pablo Walker mientras se marcha con su equipo a la estaci¨®n de tren para buscar a los trabajadores que vuelven a sus casas. Es la micropol¨ªtica que no detectan las encuestas.
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