Argentina, el sentido de un final
El kirchnerismo se convenci¨® de que era vocero de los excluidos y, en esa ilusi¨®n, excluy¨® al resto
En The Sense of an Ending, Julian Barnes hace decir a uno de sus personajes que lo que acabas recordando no es siempre lo que has atestiguado. As¨ª, creo, es como el presente se vuelve memoria, de manera imperfecta y acomodado a los achaques del tiempo, a la demanda del momento, a las miserias exhibidas y las glorias por exhibir.
Tambi¨¦n dice esto:
¡°De una manera u otra, todos nos da?amos (¡) Algunos admiten el da?o y tratan de mitigarlo; algunos se pasan la vida tratando de ayudar a otros da?ados; y est¨¢n esos cuyo mayor preocupaci¨®n es evitarse mayores da?os a cualquier costo. Esos son los despiados, y de los que hay que cuidarse¡±.
Argentina se ha roto demasiado. Es tiempo de echar el carromato a reparaci¨®n.
Argentina se ha roto demasiado. Es tiempo de echar el carromato a reparaci¨®n
Yo no s¨¦ qu¨¦ ser¨¢ del futuro, pues quien dice anticiparlo o es un nigromante o es un farsante. Pero si s¨¦ que el pasado est¨¢ bien como lo que es: una postal que acomodamos, m¨¢s o menos, a la necesidad del presente. Con el pasado no hay mucho m¨¢s que hacer que tenerlo como referencia; vivir encerrado en ¨¦l siniestro, de enfermos o suicidas. El futuro tiene todo de promisorio. Para empezar, a diferencia del pasado, hay que hacerlo.
Argentina precisa de gobiernos capaces de gestionar la cosa p¨²blica para las mayor¨ªas y las minor¨ªas. Esta es una verdad de escuela primaria, pero tiene que ser repetida para sacudir la cabeza de los alienados. El kirchnerismo, que s¨®lo conoce la acci¨®n pol¨ªtica como gerente del poder, se convenci¨® de que era vocero de los excluidos y, en esa ilusi¨®n, excluy¨® al resto. Paga las consecuencias de la ceguera del pat¨¢n. Estar¨ªa bueno, para su propia supervivencia, que desensille. En la oposici¨®n tendr¨¢ la chance de mostrar el rulo completo de su ADN, repensar qu¨¦ quiere ser: una oposici¨®n democr¨¢tica, inteligente y moderna o la cl¨¢sica m¨¢quina de impedir que ha sido el peronismo fuera del gobierno.
El kirchnerismo construy¨® una pol¨ªtica de nosotros o ellos, quem¨® todos los puentes de consenso posible y bati¨® el parche del todo o nada. Les ganaron, pero antes perdieron consigo mismos. La arrogancia nunca es buena consejera y la creencia de que una vanguardia esclarecida est¨¢ llamada a liderar a las masas confirma que el acto de fe que nos pone en el rumbo del desastre. El culto al personalismo es una renuncia a ser ciudadano: se ha decidido echar el cerebro a la basura para seguir como zombie el dedo rector del l¨ªder.
Argentina precisa de gobiernos capaces de gestionar la cosa p¨²blica para las mayor¨ªas y las minor¨ªas
Espero que Mauricio Macri haya comprendido esa suerte. Las sociedades, y esta elecci¨®n valid¨® la idea, no abrazan fidelidades permanentes. Las personas votan en base a su necesidad y conveniencia, cada vez menos alineados a una disciplina militante u org¨¢nica. Macri no es un fen¨®meno de generaci¨®n espont¨¢nea: es la catalizaci¨®n de b¨²squedas precedentes fallidas de numerosos grupos sociales por una alternativa al discurso ¨²nico kirchnerista. El oficialismo se equivocar¨ªa si creyera que gan¨® ¡°la derecha¡±: les gan¨® un candidato de centroderecha que reuni¨® votos de casi todo el espectro. Macri result¨® el hombre m¨¢s potable para articular el desplazamiento, m¨¢s que de un gobierno, de una parroquia familiar en el poder, una iglesia donde El Padre, La Madre y El Hijo eran due?os de La Palabra.
Ahora debe demostrar que puede llevar adelante la confianza de los electores. Tiene la oportunidad de construir un proyecto de centro derecha equilibrado moderno, ¨²nico, una rareza en Argentina. Su gobierno no tendr¨¢ un cheque en blanco y eso es magn¨ªfico. La sociedad esperar¨¢ reacciones pendulares (en el respeto a las instituciones, por ejemplo) pero tambi¨¦n medidas cautelosas y sopesando riesgos, sobre todo en econom¨ªa. El abanico de posibilidades para Macri parece desplegado con el menemismo en un extremo y el kirchnerismo en el otro, por lo que tiene margen de maniobra para el pragmatismo. Lo m¨ªnimo a esperar es que no repita los vicios de unos y otros; lo m¨ªnimo a esperar, tambi¨¦n, es que entienda que hay demandas sociales innegables que requieren una gesti¨®n cada vez m¨¢s institucionalizada y menos clientelista y que el Estado no es propiedad de ning¨²n grupo m¨¢s que de la ciudadan¨ªa.
Yo suelo ser optimista y creo que las experiencias del kirchnerismo, como antes la del menemismo o la Alianza y la del viejo Ra¨²l Alfons¨ªn permiten ajustar la mira. Todas proveen ¡ªo debieran proveer¡ª aprendizajes de lo que s¨ª y lo que no. No quiero creer que s¨®lo reaccionamos con terremotos pol¨ªticos. No quiero creer que elegimos y elegiremos vivir divididos. No quiero creer que nos perderemos en la est¨²pida letra muerta de los dogmas sino que discutiremos en funci¨®n de las necesidades actuales y futuras.
El oficialismo se equivocar¨ªa si creyera que gan¨® ¡°la derecha¡±: les gan¨® un candidato de centroderecha que reuni¨® votos de casi todo el espectro
Por lo pronto, supongo, no es viable una dirigencia que asuma que ganar una elecci¨®n es un mandato divino para refundar la naci¨®n. Ni lo es un pa¨ªs sin pol¨ªticas de Estado ¡ªsostenibles y a largo plazo¡ª, sin una asignaci¨®n racional del gasto y control del uso de los recursos. Ni es viable una rep¨²blica sin independencia de poderes. O un gobierno sin balances institucionales. Y definitivamente no es viable una sociedad en oposici¨®n permanente, chiquilina, conspiranoica.
Quiero, como dice Barnes, que reparemos lo roto. Reescribir el libretto, no abrazar ortodoxias. Que aquello de lo que fuimos testigos pierda peso en el recuerdo, porque el futuro ¡ªel presente en el que viviremos¡ª ser¨¢ mejor.
* Diego Fonseca es periodista y escritor. Twitter @DiegoFonsecaDF
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